Doria no volvió a hablar mientras sostenía el vaso.
César miró el banco y preguntó:
—¿Le importa que me siente aquí?
Doria dijo:
—Por supuesto. Es un banco público.
César se arregló la ropa y se sentó:
—Señora Aparicio, usted es diseñadora de joyas. Supongo que debe conocer bien las joyas de la exposición.
—Sr. Curbelo, ha pensado mucho en mí. No he visto a la mayoría antes. Tras una pausa, preguntó:
—Sr. Curbelo, ¿han reparado su coche?
César respondió:
—Sí, así es. Sólo había un rasguño en el cuadro. No es gran cosa. Señora Aparicio, por favor, no se lo tome a pecho.
Tras un momento de silencio, Doria dijo de repente:
—Sr. Curbelo, recuerdo que dijo que había venido a Ciudad Sur porque antes había ocurrido algo en La ciudad Norte. Me pregunto si ha conseguido la información que quería.
Probablemente César no había esperado que ella fuera tan directa. Tras unos segundos, se rió y dijo:
—Señora Aparicio, sus palabras parecen tener implicaciones.
Doria dijo:
—No creo que sea necesario irse por las ramas. Señor Curbelo, ambos sabemos quién tiene algo que ver con el incidente de La ciudad Norte. Ya que vino a la ciudad con el propósito, creo que debo obtener una respuesta de usted.
—Sí, señora Aparicio, tiene usted razón. He ido a Ciudad Sur para conocer más detalles. Hasta ahora, he encontrado casi toda la información que necesito. También tengo respuestas a mis preguntas de antes.
—Sin embargo, no se preocupe, señora Aparicio. He venido a Ciudad Sur no por el Grupo Santángel ni por Édgar Santángel. Tengo un plan para desarrollar mi negocio aquí. Por lo tanto, he venido a la ciudad para la negociación de la cooperación también. Recientemente, estoy negociando con algunas empresas. Cuando esté terminado, me iré de Ciudad Sur —dijo César.
Doria apretó ligeramente los labios:
—Lo siento. No quise enviarte lejos.
César esbozó una suave sonrisa:
—Lo comprendo. Sé que después de haber experimentado tantos altibajos, está usted muy alerta con los extraños, señorita Aparicio. Así es.copy right hot novel pub