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Mi pretendiente es mi EX-MARIDO

Capítulo 245: Podría tener otro hijo más contigo

Doria Aparicio no sabía cuándo se había quedado dormida. Ya estaba de noche cuando se despertó.

En el momento en que trató de mover su cuello rígido, escuchó un crujido.

Doria se frotó el cuello mientras salía del despacho, —Ismael, tráeme el botiquín, dentro hay un aceite medicinal para dolor muscular, creo que me he torcido el cuello...

Antes de que Doria pudiera terminar su frase, vio al hombre sentado en el sofá.

Al instante no sólo sintió el dolor del cuello sino también el dolor de la cabeza.

Édgar Santángel levantó la vista para mirarla, —¿Ya estás despierta?

Doria dijo, —Señor Édgar, ¿por qué estás aquí?

Édgar miró la caja de regalo que había sobre la mesa, —Veo que te ha gustado mucho la foto,

así que la he hecho una copia, y he venido a darte la foto original.

—Gracias, pero no la quiero.

“¿Cómo que a mí me gusta la foto? ¿Estás ciego o qué?”.

Édgar se levantó, y se acercó lentamente a ella diciendo, —Recuerdo que alguien me dijo que cuando una mujer dice no, significa que sí.

Doria se rio y replicó, —Tal vez fue Amaya Gaona o la señora Briana Collazo, pero de todos modos yo no lo dije.

Édgar se detuvo y la miraba descontento.

Doria no quería hacerle más caso y se fue al trastero a buscar el aceite medicinal.

Lo que ella no esperaba era que el botiquín estuviera en la parte superior de la estantería, ahora ella con el cuello torcido, y no podía alcanzarlo.

Justo cuando Doria estaba a punto de coger una silla, la delgada mano del hombre se apoyó junto a la suya, mientras la otra mano pasó por encima de su cabeza y bajó fácilmente el botiquín.

Doria se dio la vuelta, con la espalda apoyada en la estantería que tenía detrás.

“¿Por qué este gilipollas se pone tan cerca de mí?”.

Édgar enarcó una ceja al ver la reacción de Doria, y preguntó, —¿Por qué estás asustada?

—No… No te tengo miedo.

Doria no quería discutir con él y, tras arrebatarle el botiquín de la mano, volvió a su despacho y cerró la puerta con llave, sin dejar al hombre ninguna oportunidad.

Se quitó el abrigo, con el cuello torcido, se roció con un poco de medicina. Con una mano bajando el cuello alto del jersey, su otra mano trató de frotar el cuello, descubrió que, como se había torcido el cuello, al mover la mano, le tiraba el tendón.copy right hot novel pub

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