Eliseo Mastache, al otro lado del teléfono, se quedó en silencio durante unos segundos y preguntó, —Espera, ¿ahora mismo no deberías estar con...?
—Soy yo su novio, ¿alguna duda?
«¿Por qué no iba a tenerlo, no estaba con su esposa esta noche?».
Eliseo ahora sentía que se había comportado como un idiota en toda la noche.
Hizo todo lo posible por defenderse, —¡Alex tiene toda la culpa, fue él quien me llamó!
Después de hablar, colgó el teléfono lo más rápido posible, luego hizo una llamada a Alex Curbelo para regañarlo.
Por otro lado, Doria Aparicio escuchó que la llamada se colgó y no pudo evitar encoger los hombros y guardar el teléfono.
Al verlos acercarse, el chófer que esperaba a un lado fue a abrir la puerta.
Édgar Santángel la metió y le dijo al chófer,
—Vamos a la Mansión Estrellada.
Doria se negó,
—¡No!
Édgar volvió la cabeza para mirarla fijamente.
—Entonces, ¿a dónde quieres ir?
Doria dijo,
—No lo sé, pero no allí.
Édgar frunció levemente sus delgados labios y volvió a decirle una dirección al chófer.
Mientras el automóvil avanzaba lentamente por la carretera, Doria sintió que se mareaba más, e incluso tenía náuseas. De modo que se apoyó en la ventana tratando de vomitar, pero no salía nada de su boca.
Édgar le dio unas palmaditas en la espalda.
—¿Ahora sabes lo que se sufre?
Doria lo ignoró, dejando que el viento frío soplaba en ella silenciosamente, luego de un largo tiempo dijo,
—Las náuseas matutinas de ese momento eran mucho peores que esto.
—¿De verdad estás borracha?
—No todas las borracheras te quitan la capacidad de pensar por completo.
Dicho eso, no volvió a hablar, dejando que el viento le revolviera el pelo.
Después de un rato, Édgar la tiró hacia dentro y subió la ventana.
Pronto, el Rolls-Royce negro se detuvo frente a un apartamento de lujo del centro de la ciudad.
Édgar dijo,
—¿Te llevo en brazos o vas por tu cuenta?
—Puedo ir por mi cuenta —dijo Doria.
Luego se bajó del coche y caminó tambaleándose.
Édgar la siguió. La vio a punto de caer varias veces, pero enseguida recuperó el equilibrio.
Después de caminar así por unos minutos, Doria finalmente notó que algo andaba mal, volvió la cabeza y preguntó,
—¿Dónde?
Édgar dio un paso adelante, la tomó en sus brazos y caminó hacia un lado.
El edificio estaba distribuido en una vivienda por piso, por eso luego de que el ascensor se abría, estaba la entrada espaciosa de una casa.
Édgar sacó del zapatero un par de pantuflas para Doria.
—Aquí solo están mis cosas, apáñate con esto de momento, te buscaré algo de ropa —dijo mientras tiraba de su corbata y caminaba hacia el dormitorio.
Doria tenía un poco de sueño, le parecía agotador hasta cambiarse de zapatos. Así que se quedó sentada en el cojín que había junto al zapatero.copy right hot novel pub