Al ver salir a Aitor con Sabela en brazos, sin mirar a ella siquiera al salir del ascensor, Valeria se sintió tan mal como una botella rota.
Pero como Sabela ya estaba inconsciente, la situación debía ser crítica, así que lo correcto era que Aitor se ocupara primero de Sabela. Aunque no fuera Sabela, seguro que Aitor habría hecho lo mismo. Con esto en mente, Valeria se sintió un poco mejor y corrió a seguir a Aitor.
Pero Valeria acababa de alcanzarles escaleras abajo cuando vio que Aitor se había ido con la ambulancia. Justo cuando Valeria se preguntaba cómo ir al hospital, vio a Jacobo saliendo del aparcamiento en su coche.
—¡Jacobo! —llamó Valeria mientras corría en dirección a Jacobo.
Al oír la voz de Valeria, Jacobo giró apresuradamente el coche, se detuvo junto a Valeria, asomó la cabeza y preguntó:
—¿Qué pasa, señora?
—¿Sabes a qué hospital han ido Aitor y Sabela? ¿Puedes llevarme hasta allí? —preguntó Valeria con ansiedad.
—Menos mal que voy para allá ahora, señora sube al coche —una vez que Valeria estuvo en el coche, Jacobo puso en marcha el coche hasta el hospital.
Sorprendida por la velocidad a la que conducía Jacobo, Valeria se sonrojó y sintió el estómago un poco revuelto. Pero también tenía prisa por llegar al hospital, así que se obligó a contener su malestar y no dijo nada.
Pronto llegaron al hospital y cuando se bajaron del coche, Valeria sintió una oleada de mareo que le golpeó la cabeza y casi se cayó al suelo.
Jacobo lo vio y se apresuró a levantar a Valeria:
—Señora, lo siento, tenía demasiada prisa ahora.
—Está bien, no pasa nada —apenas logrando una sonrisa, Valeria se puso de pie firmemente bajo el apoyo del hombre, y cuando se le pasó el mareo, Valeria y Jacobo encaminaron sus pasos hacia el hospital.
Tras entrar en el hospital y preguntar a la enfermera, Valeria supo que Sabela estaba ahora en el quirófano para ser operada. Siguiendo las instrucciones de la enfermera, se dirigió rápidamente al lugar donde se encontraba el quirófano.
Aitor estaba sentado en una silla en el pasillo en ese momento. Cuando vio a Valeria corriendo, Aitor se levantó y la ayudó.
Una vez que Valeria se quedó quieta con una débil respiración, Aitor la miró y preguntó con el ceño fruncido:
—¡Qué prisa! ¿Por qué estás tan pálido?
—Yo... —Valeria no sabía cómo explicar la ansiedad de su corazón; de hecho, ella misma no sabía por qué tenía tanta prisa por llegar al hospital.
—¿Cómo está Sabela? —cambiando de tema, Valeria preguntó por la salud de Sabela.copy right hot novel pub