En el ascensor, colgando el teléfono, Aitor se dirigió a Sabela y le dijo:
—Está bien, saldremos muy pronto —entonces dejó de hablar y se mantuvo en silencio a un lado esperando ayuda.
Al oír que no había peligro, la expresión de pánico de Sabela se calmó. Mirando a Aitor, Sabela pensó para sí misma:
«Parece que esta es la oportunidad que Dios me ha dado».
Desde su último encuentro en el cementerio, Sabela había estado intentando contactar con Aitor para pedirle que se reúna con ella. Pero Aitor se había negado todas las veces, con diversas excusas.
Si no hubiera sido por una cláusula en el contrato: la diseñadora tiene el derecho a discutir el plan con el presidente del Grupo Lustre, a lo mejor Aitor nunca se habría reunido con ella.
Sabela no entendía cómo Aitor podía ser tan indiferente con ella cuando la había creído muerta durante tantos años y ahora debería estar feliz de tenerla de nuevo con vida.
Sabela creía que Aitor se había olvidado de ella. De lo contrario, no habría sido tan protector consigo mismo en el cementerio en primer lugar, e incluso había comprado el bolígrafo a un precio altísimo antes.
De todos modos, ¡Aitor era suyo y sólo suyo! En cuanto a Valeria, la haría dejar a Aitor por su propia voluntad tarde o temprano.
—Aitor, ¿te lo has pasado bien después de todos estos años? —al ver que Aitor no daba señales de hablar, Sabela sólo pudo romper el silencio ella misma y preguntar.
—Bastante bien —después de decir esas palabras, Aitor siguió guardando silencio.
—¿Alguna vez, Aitor, me has reprochado que no haya acudido a ti todos estos años?
—¿No has perdido la memoria? — Aitor frunció el ceño y miró a Sabela con desconcierto.
—Sí, sí —dijo Sabela, un poco ansiosa—. Si no, de seguro habría acudido a ti hace tiempo.
Aitor suspiró y dejó de hablar.
Los ojos de Sabela se llenaron de resentimiento al ver que Aitor no se había mirado a sí mismo ni había respondido a sus palabras.
No estaba en absoluto convencida de que Aitor la hubiera dejado, pero ahora que Aitor la trataba con tanta indiferencia, por eso no supo qué decir durante un tiempo.
Ninguno de los dos habló, y un silencio incómodo cayó sobre el ascensor.
Después de un largo rato, Aitor no pudo resistirse a preguntar:
—¿Cómo te ha ido en el extranjero todos estos años?
No era que siguiera enamorado de Sabela, sino que Aitor sentía que debía mantener las distancias con Sabela porque ya tenía a Valeria. Pero ahora creía que Sabela no era más que una víctima de lo sucedido entonces, y probablemente no debería haber sido tan indiferente con ella.
Cuando escuchó la pregunta de Aitor, Sabela finalmente reveló una sonrisa. Sabía que Aitor nunca se olvidaría de ella.copy right hot novel pub