-¡Mateo! -
-¡Mateo! -
Rosaría y su hijo estaban muy preocupados.
Estaba bien hace rato, ¿por qué se cayó de repente?
Rosaría le abrazó rápidamente a Mateo y Eduardo salió corriendo a pedir ayuda.
Todo el salón de belleza se puso nervioso de nuevo.
Llegó la ambulancia y le ayudaron a subir. Rosaría no tuvo tiempo para darle las gracias a Javier. Ella y su hijo le acompañaron a Mateo al hospital.
Eduardo sostuvo la mano de Mateo con fuerza. Mirando su rostro pálido, preguntó con inquietud -Mamá, ¿Mateo va a morir? -
-No, no puede ser -
Rosaría consoló a su hijo. Pero en realidad no supo, nadie supo qué le iba a pasar.
Ella sabía más que nadie lo grave que era la herida de Mateo, pero él nunca había gritado por el dolor frente a su hijo.
Rasaría le había odiado, pero en ese momento solo se sentía preocupada por él.
Rosaría le abrazó fuertemente a Eduardo con lágrimas en sus ojos.
Ella no sabía lo que haría si le sucediera algo a Mateo.
En este momento, se dio cuenta de lo mucho que amaba a Mateo.
Hace mucho este hombre ya fue una parte de ella.
Eduardo sintió la inquietud de su mamá, entonces se quedó silenciosamente entre los brazos de ella y sus pequeñas manos sostenían muy fuerte a las manos de Mateo.
-Despierta, ¿vale? -
-No te mueras, ¿vale? -
Eduardo oró en su corazón. En este momento, sus hermosos ojos finos estaban llenos de lágrimas.
La ambulancia llegó pronto al hospital. Los médicos y enfermeras empujaron rápidamente a Mateo a la sala de emergencias.
Rosaría y Eduardo solo pudieron quedarse fuera.
Eduardo estaba un poco cansado, pero no quería hacer a su mamá más cansada y se movió un poco. Inmediatamente Rosaría se dio cuenta.
-¿Qué pasa? ¿Tienes hambre? Te compro algo de comer primero y cocino para ti más tarde cuando Mateo salga, ¿de acuerdo? -
Eduardo asintió.
Quería decir que no tenía hambre. Pero en este momento, su estómago empezó a retumbar.
Después de todo, era un niño.
Rosaría pidió a alguien a comprar comida para Eduardo. Eduardo tampoco era exigente con la comida y empezó a comer muy rápido. Sin embargo, sus ojos siempre miraban en dirección a la sala de emergencias y estaba muy preocupado.
Isaac y Javier fueron a lidiar con los asuntos. Mariano también llegó al hospital. Al ver a Rosaría y Eduardo, estaba un poco triste por ellos.
-Señora, antes el señor Mateo me instruyó a comprar algunas comidas para el señorito Eduardo. Todavía es caliente. Déjale comer un poco -
Mariano le dio las gachas a Eduardo.
Los ojos de Eduardo se pusieron rojos de nuevo.
Tomó las gachas y las bebió con lágrimas en los ojos.
El pasillo estaba tranquilo, e incluso Eduardo comía sin generar mucho ruido.copy right hot novel pub