Alaric
Escucho como me explican los guardaespaldas que contraté todo lo que ha ocurrido en la entrada del spa. Realmente los contraté por seguridad, pero no esperaba que volviera a acercarse a Eda.
- Volved a explicarme porque no podemos denunciar - Cierro los ojos y me froto la cara exasperado.
- El papel se lo dió a una chica, que a su vez se lo dió a este chaval. No hay pruebas de que haya sido él. Ni siquiera ha roto la orden de alejamiento.
Me importa una mierda la orden de alejamiento. Estaba claro que esa medida era ridícula. Me levanto de la silla, desesperado por poder liberar parte de la tensión que soporto ahora mismo sobre los hombros. Eda está en peligro y no se qué más puedo hacer para alejar a ese enfermo.
Coloco la mano sobre el corazón y me froto el pecho con la esperanza de poder calmar los erráticos latidos.
- ¿Qué hacemos? - pregunto ansioso.
Estos hombres son profesionales. No se inmutan ni se desesperan como estoy haciendo yo. Se ciñen a hacer su trabajo lo mejor posible. Es cierto que en la puerta del spa estaban protegidas, pero ese chico se ha quedado a tan solo unos metros. Es demasiado cerca como para que pueda respirar tranquilo.
- Lo que estamos haciendo. Entiendo su preocupación - Explica el que parece el jefe - Pero no corre peligro. Está vigilada en todo momento y somos expertos en armas y en lucha cuerpo a cuerpo - continúa hablando para tranquilizarme - y su mujer está a salvo.
Su mujer. Las palabras que acaba de decir resuenan en mi cabeza como un canto de sirena, formando una idea que ya tenía. Aunque no lleve anillo, es mi mujer. En la vida, vas dando palos de ciego, sin saber muy bien que camino vas tomando porque ni tu mismo sabes cuál es el correcto. La noche que conocí a Eda supe que era especial, pero en la siguiente cita, cuando miraba embobado sus vinilos mientras ella bromeaba conmigo, ese fue el momento exacto en el que supe que era ella.
Si se lo hubiera dicho probablemente le habría dado un ataque al corazón. Ella era muy escéptica al amor y a los hombres, y lo entiendo por todo lo que ha tenido que pasar.
Vuelvo a mi sillón para intentar ver las cosas desde otra perspectiva.
- ¿Quién la vigila ahora?
- Dos compañeras. El circuito que han contratado era exclusivo para mujeres.
Vuelvo a leer el papel que descansa sobre el escritorio. Ese malnacido la amenaza abiertamente, sin ningún tipo de pudor. Acabo de tomar una decisión. En realidad acabo de tomar dos decisiones.
- Está bien. Vamos a dejar de escondernos, así será más fácil protegerla - Informo haciendo una bola con la amenaza.
- Sería más fácil, la verdad.
Chasqueo la lengua frustrado. Siempre he sido un tío tranquilo, de los que evita las peleas y la confrontación. Ahora creo que aquel día en el despacho de Eda debería haberlo matado a golpes. Ahora no tendríamos este problema.
Un par de horas más tarde suena la puerta de la calle. No he podido trabajar nada. Me he dedicado a dar vueltas y a pensar en cómo estamos con el agua hasta el cuello.
Entra al despacho contenta. Tiene todavía el pelo algo húmedo y huele a algún tipo de aceite.
- Adivina a quien me he encontrado.
Deja la mochila sobre su mesa y camina hacia mi para darme un beso.
- No tengo ni idea ¿A quién?
- Aria, la novia de tu amigo. Hemos pasado el día juntas. Es una muchacha encantadora.
Los tres guardaespaldas que la protegen suelen quedarse abajo, pero hoy les he dicho que cuando llegara, debían subir. Una de las decisiones que he tomado es que Eda tiene que saber la verdad. Es la única manera de que ella también tenga cuidado.
Suena el timbre. La felicidad ha desaparecido de su rostro. No está acostumbrada a verme serio o más bien preocupado. En cuanto abro la puerta y aparecen los hombres con los que se ha encontrado esta mañana, reacciona mirándome sin comprender.
- ¿Qué hacen ellos aquí?
Le doy la mano y vamos todos al salón.copy right hot novel pub