-Buenos días Nicholas
Ya era viernes, el día del juicio final, o al menos eso le parecía a Danielle. Aquella mañana su autobús había sufrido un pequeño choque contra una señalética y había perdido una hora de su vida esperando que llegara otro a recoger a los pasajeros, por suerte acostumbraba a llegar temprano y el percance solo la hizo llegar a las 8 de la mañana, su horario de entrada
-Danielle Ross –suspira al escucharla mencionar su nombre
-Sé que no he parado de decir lo mucho que me disgusta e incomoda ir a esa gala, pero entiendo que es mi trabajo y no tienes que desvelarte para asegurarte que sigo dispuesta a asistir
-Anoche me pediste que fuera contigo y por un momento pensé que iba en serio ¿tanto miedo te da asistir?
-Nicholas, ni siquiera tú estás cómodo en esas fiestecitas ¿se te olvida lo tieso que estabas aquella vez que me hiciste comer pollo negro? –suelta mientras recoge la correspondencia del escritorio de Frida, que para variar va tarde
-¡¿Pollo qué?! –chilla sorprendido por su ocurrencia
-Ya me has oído –le advierte con humor en su voz
-¡Dios! Qué daría yo por verte en este mismo instante
-No, no hay tiempo para Skype, tengo mucho que hacer, hoy me tengo que retirar temprano para vestirme como mono –refunfuña recordando la dichosa gala
-Ya me estás prohibiendo cosas y ni siquiera me has dado el sí
Se detuvo en seco ante aquel comentario tan fuera de lugar. Y si, su mal genio madrugó. Últimamente solía despertar al medio día, cuando Frida, comenzaba a pasearse por los distintos departamentos para evitar el trabajo y ponerse al día con los chismes.
Sin decir una sola palabra Danielle, se acomodó en su escritorio a la espera de la siguiente frasecita de Nicholas, o que tal vez se retractara y dijera algo menos "inapropiado", pero no fue así. La línea se congeló del otro lado, al igual que ella, Nicholas, quería oír una reacción, quería escucharla hablar del tema. Pero Danielle, no estaba dispuesta a darle en el gusto, si pensaba que se iba a ruborizar y a tartamudear por su comentario tan fuera de lugar, entonces hablaba con la Danielle, equivocada. Esta Danielle, no sería tan buena y paciente, hay un límite y ella ya estaba llegando...
-Bueno, al parecer y por muy increíble que parezca te has quedado sin nada para decir -rompió el silencio enojada-. No me gustan ese tipo de bromitas Nicholas, y si piensas que porque últimamente he hablado un poco de mi te da el derecho o la confianza suficiente como para hacerte creer que puedes bromear con ese tema tan delicado, entonces cortamos de raíz las llamadas y todo tema que no sea de trabajo, porque te recuerdo que puedes estar en la china, o donde sea, pero que mi obligación no es contestarte a la hora que se te dé la gana. Ahora tengo un contrato que especifica mis responsabilidades y sus horarios, Y contestarle a mi jefe a la una de la madrugada no es una de ellas... ¿fui los suficientemente clara?
Soltó el aire con fuerza, ya, lo había dicho y sin titubear, se las cantó claritas. Aunque su silencio la dejó algo inquieta. ¿Se había excedido?
-Me gusta esta Danielle –dijo luego del voto de silencio más largo que ha hecho en su vida
-No más bromitas de mal gusto, te di mi respuesta y no ha cambiado ni va a cambiar
-Deja el drama, tienes hasta las 12 del día para ocuparte de los asuntos de la oficina, luego tu y yo tendremos nuestra conversación por Skype, y te irás a casa a descansar o a hacer lo que quieras, serán horas extras las de esta noche y te llamaré cuantas veces se me dé la real gana, aunque solo sea para escucharte dudar de tu capacidad para socializar, lo cual es absolutamente ridículo, eres un encanto.
Abrió la boca para protestar, pero no encontró nada qué decir
-¿Fui lo suficientemente claro? -repitió sus palabras
-Sí señor
Soltó con sarcasmo derramándose en cada letra y le colgó. ¿Qué pasaba con él? Pareciera que la distancia lo ablandara, era eso o le quitaba el filtro, decía lo que pensaba sin darse cuenta de las consecuencias... ¿verdad?
Acabó toda la mañana pensando en él, ¿cómo lo hacía? Se comportaba absolutamente distinto a meses atrás..., si le hubiese hablado del modo en que le habló, se habría enfadado tanto que no hubiese dudado en soltar alguna pesadez. Y ahora estaba en blanco, si no fuera por el mensaje que le envió diciendo "en 5 minutos tú y yo" no se habría dado cuenta que ya era casi medio día...
Se apresuró a levantarse de su silla y correr con la llave para abrir el despacho de Nicholas, y encender su computadora antes que comenzara a llamarla...
-Buenas tardes señor Allen
Habló Danielle, en cuanto lo vio acomodado en un sofá distinto al de siempre.
-Vaya, que lindo trajecito has escogido hoy –le sonríe a través de la pantalla con ese brillo malicioso que comenzaba a tener cada vez que la miraba
-Señor Allen –suelta en tono de advertencia
-Te queda muy bien, aunque prefiero que lleves la chaqueta desabotonada
-Ya basta de decirme que le gusta mi ropa de trabajo, señor –ignoró la descarada repasada que le dio desde el otro lado del mundo.
-¿Vas a prohibírmelo? –sonríe arrogante, provocándola
-No soy quien para prohibirle algo a alguien –se encoge de hombros acomodándose en la lujosa silla
-¿La secretaria sigue llegando tarde?
Decidió cambiar de tema para intentar que se relajara.
-Hace su trabajo
-Basta de ser tan buena, muestra tu lado oscuro –gruñe recostándose sobre el respaldo del sofá, en Japón ya era medianoche, así que no era extraño que Nicholas, tuviera un botellín de cerveza en la mano.
-¿Mi qué? –ríe divertida
-Olvídalo ¿estás usando mi regalo?
-¿Regalo? ¿Qué regalo?
-Ordené que lo dejaran sobre tu mesa, déjame verte –se inclinó hacia la cámara para verla de cerca
-No sé de qué está hablando señor Allen –arrugó la nariz confundida
-Si vuelves a llamarme "señor Allen" una vez más te prometo que te voy a hacer pagar –dijo con calma pero muy en serio.
-¿Por qué te molesta tanto? –pregunta burlona
-Busca mi regalo, ahora
-No quiero un regalo
-Búscalo AHORA, vamos, tenemos que repasar el asunto de la gala
Fingiendo molestia por su insistencia Danielle, se levantó de la silla y salió del despacho, buscó sobre su escritorio pero no había nada, así que fue con Frida, de seguro ella sabía perfectamente donde se encontraba este "regalo".
-Frida ¿has recibido algún paquete para mí?
-Muchos, te los llevaste por la mañana –contesta sin dejar de mirar la pantalla de su celular
-No seas grosera, mírame a la cara cuando me hablas
-Perdón jefa
-Nada de eso, hay algo llamado modales y estaría bien que los recordaras si quieres seguir en el puesto -le advierte molesta-. ¿Algún paquete?
-¿Cómo es? –arquea una ceja con la palabra "chismosa" escrita en su frente
-No lo sé, un regalo
-¿Qué es? –continúa con su actitud
-Frida, ya basta de tonterías ¿lo tienes o no? –alza la voz impaciente
-¡Bien! Que odiosa estás, dile a ese novio tuyo que te saque de paseo
-Voy a ignorar tu veneno, estoy al teléfono con el jefe y ha preguntado por ti, no me obligues a decirle que eres una floja de primera –se cruza de brazos
-No, no le digas nada, necesito todo el dinero del mes, no pueden descontarme los atrasos sabes que estoy en problemas y trato de buscar una solución Dani –lloriqueó olvidando su actitud antipática de hace unos instantes
-Ya solo dame lo que te pedí y no me hagas perder más el tiempo –suspira frustrada por no poder mantenerse al margen con su problema
Recelosa Frida, abrió uno de los cajones de su escritorio y sacó una caja blanca con una elegante cinta de seda color rosa pastel sellándola, se la entregó y enseguida le preguntó qué era, pero no obtuvo respuesta, Danielle, solo se alejó y antes de regresar al despacho decidió quitarse la chaqueta para molestar un poco a Nicholas.
-Bien, ya lo tengo –anunció tomando asiento
-Vaya... ¿tienes calor? –comenta mordiéndose el labio inferior mientras analiza su pequeña blusa blanca
-¿Tiene algo de malo mi blusa? –pregunta provocándolo a propósito, sabía lo bien que se veían sus pechos con esa prenda
-Todo lo contrario..., te queda como guante de seda
-Bien, continuemos por favor –dice intentando ignorar su reacción
-Abre la maldita caja, no esperes mi autorización –alzó la voz sin quitarle la mirada a su escote
-Quiero que me digas qué es antes de abrirlo –se cruzó de brazos y eso solo mejoró la vista de Nicholas
-Si lo pides así... -guardó silencio hipnotizado
-Estoy esperando –contuvo la sonrisa, por dentro reía a carcajadas. Hombres.
-No puedes llevar esos pendientes que usas a diario a la gala, los detalles son muy importantes, no queremos que desvíen su atención en cosas feas o..., corrientes
Ignorando su comentario mezquino de niño rico Danielle, retiró la cinta, quitó la caja solo para encontrarse con otra caja, esta vez de terciopelo rojo con las letras de la joyería en relieve..., este hombre sí que era extraño.
-¡Abre la maldita caja! –gritó desde el otro lado de la pantalla
Bajo la atenta mirada de Nicholas, abrió la lujosa cajita y se encontró con un impresionante par de pendientes en forma de gotas, eran tan brillantes y perfectos que no pudo evitar su expresión de asombro, y de seguro que también tenía la boca abierta, eran diamantes. REALES.
-Mierda -soltó sin pensarlo-. Esto cuesta mucho más que mi nueva pantalla curva
-¿Te gustan? No sé cómo es tu vestido así que escogí este par que va bien con todo
-Yo..., no puedo aceptar este regalo, espero que aun tengas la boleta –sus ojos estaban tan abiertos que pareciera que estuviese asustada
-No está en discusión
-Claro que no..., el jefecito siempre se sale con la suya –murmuró en voz baja
-Háblame del vestido que vas a usar –insiste
-Es un vestido
-Solo quiero asegurarme que todo esté perfecto, puedo conseguirte uno si quieres, solo tengo que hacer una llamada –sugiere insinuando que su elección no era la más adecuada
-No te atrevas, te dije que iba a encargarme de ello, y lo hice, ahora por favor deja de dudar de mi "gusto", sé que es una gala, sé que tiene código de vestimenta, sé cómo tengo que comportarme, sé lo que tengo que decir y con quien hablar –enlistó sus deberes molesta con su insistencia
-Quiero verte con el vestido –demandó muy en serio
-Ni lo sueñes que te voy a enviar una foto o algo parecido
-¿Por qué no? –sonríe con malicia
-Porque NO, y si sigues molestándome no iré a ninguna aburrida fiesta finolis
-Te ves linda cuando te enojas –la molesta a propósito
-No has visto nada –alza el mentón desafiante
-Bien, lo siento, acabemos con esto, toma tus cosas y vete a casa, quedan 8 horas para la gala, descansa y ponte hermosa
-Ya vete a la cama, odioso
-Claro muñeca
Riendo Nicholas, levantó la mirada a alguien que le hablaba, negó con la cabeza y le dio una última mirada a Danielle, solo para comprobar que tenía las mejillas ruborizadas y se desconectó.
A las cuatro de la tarde el equipo llegó al rescate. O a despertarla. A pesar de tener autorización para retirarse al medio día del trabajo, a Danielle no le hacía gracia dejar a Frida, sola en la oficina, últimamente solo hace estupideces, se pasea por todos los departamentos, inventa chismes y luego se encarga de esparcirlos por todo el edificio. La última vez que tuvo que ir por ella, la descubrió cuchicheando con Jordan, pero en cuanto la notaron fingieron y cada uno tomó caminos opuestos. Sospechoso.
Pero pese a su mala actitud Danielle, sigue preocupándose por ella. Sabe que es una interesada, siempre lo ha sido, pero antes al menos intentaba disimular un poco, o al menos le importaba más, en cambio ahora parece querer que la despidan y eso que lloriquea que la van a echar de su hogar y no tendrá donde vivir cada vez que se le presenta la oportunidad, eso sin contar lo mucho que se queja que le van a quitar al muñeco diabólico de su hijo y todo acaba cuando culpa a Zac, el padre de su hijo.
Con las marcas del bordado de la almohada aun en la mejilla, Danielle, se levantó al escuchar todo el alboroto en su sala. Amanda y Mika, aparecieron cargadas con maletas de maquillaje y una caja con esos maravillosos bollitos hechos en la pastelería de Mika, también estaba con ella la tía Jazmin, sonriente y lista para trabajar en su cabeza.
-Hola chicas ¿por qué tan temprano? La gala es a las 8 de la noche, podría haber dormido un poquito más –dijo Danielle, y luego soltó un perezoso bostezo.
-Dani, tenemos mucho que discutir, tienes que verte perfecta –sonríe Amanda, pensando en posibles opciones de maquillaje
-Calma que ni soy cenicienta ni ustedes ratoncitos –ríe dejándose caer en el sofá
-No vuelvas a decirme ratón, malcriada –protesta Jazmin
-Ya no hagan tanto alboroto de todo esto que estoy lo suficientemente nerviosa por tener que estar con todos esos ricachones engreídos
Haciendo pucheros se estiró hasta la caja de bollos y tomó uno con mucha crema, le encantaban las masas dulces y las de su amiga eran las mejores. No por nada tenía tres tiendas en la ciudad.
-Come eso y a la ducha, traje una botella de tequila, ya sabes, para espantar un poquito los nervios –le guiña Amanda.
-¡Eso es lo que necesito! Por mí me pondría un saco de papas, detesto tanto alboroto
-Bueno cenicienta, ya déjate de tanto bla, bla y mueve el trasero –dice Mika, alejando la caja y llevándola a la cocina.
-De acuerdo, pero voy a tardar un rato, tengo mucho sueño y necesito una ducha bieeen larga para despertar–hizo más pucheros
-¿Esa es la descripción de una ducha o un...?
-¡Amanda! Cierra el pico ahora mismo tarada, lo siento tía Jaz, esta niña es una adicta al sexo, está..., bueno creo que ya no hay nada que podamos hacer -suelta Danielle, con fingido pesar burlándose completamente de su amiga
-¡Maldita descarada!
Chilla Amanda, fingiéndose ofendida, mientras Mika, se ríe con ganas y Jazmín, solo las observa ser ellas
-La otra noche me hablaste un buen rato de penes princesita virginal -la acusa señalándola con el índice
-¿Tienes pruebas que esa fui yo y no tú? –arquea una ceja acusatoria
-Bueno yo no soy tan quisquillosa con los hombres, pero tú no dejaste de repetir que el tamaño sí importa
-Dan-Dan ¿es eso cierto? -sorprendida Mika, aguardó a su respuestas con las manos en la cintura
-Tía Jaz, perdona a esta boca floja –las ignoró
-Descuida cariño mío, que pensamos igual, no hay que conformarse con una porción cuando se puede tener el pastel completo
Y solo eso bastó para que la botella de tequila se abriera y ellas rieran con ganas, divertidas y a gusto.
-Ya, ya Dani, ve a refrescarte, no más alcohol, mira que no queremos que te ahogues en esa ducha –le sonrió Mika
-Ya voy -puso cara triste, vacío su tercer shot y arrastró los pies al pasillo directo al baño
-¡No te laves el cabello, así está perfecto!
Danielle, tomó esa ducha y envuelta en su bata esponjosa y muy roja se entregó a las manos de sus amigas y Tía, confiaba a ciegas en ellas.
-Solo ponte el vestido y estás lista -anunció Amanda, al acabar con el maquillaje
-Están muy emocionadas con todo esto de la gala -sonrió Danielle, levantándose de la silla-. No quiero ni imaginar cómo será cuando me case o algo así –suspira agradecida.
-Amiga, ese día una botella de tequila no será suficiente y personalmente contrataré a alguien que nos atienda como reinas -afirma Mika, con un brillo de emoción en su mirada. Al igual que Danielle, cree en el valor del matrimonio y en el para siempre.
-Voy a vestirme antes que te pongas a llorar mamá gallina
Le dedica una media sonrisa a Mika, antes de dirigirse a su habitación. Ahora sí que estaba muerta de miedo, el vestido era hermoso y ajustado, esperaba no llamar la atención por las razones equivocadas. En fin, ropa interior, medias, vestido, perfecta acomodación de sus pechos, no le gustaba tener que ir sin brasier, pero era cierto, era firme, el vestido los mantendría en su lugar.
Una vez lista se dio un vistazo en el espejo oculto en la puerta de su armario y vaya, era como si se tratara de otra persona, se sentía atractiva, misteriosa y confiada. Y por algún motivo no dejaba de pensar en Nicholas...
-¿Estás lista?
Preguntó Amanda, al otro lado de la puerta.
-Casi, voy en un minuto
Suspiró, Nicholas, tenía razón..., los pendientes eran necesarios para completar su transformación. Sin dudarlo más se los cambió y luego tomó su bolso del suelo y sacó sus cosas, identificación, un par de billetes, llaves, metió todo en una diminuta cartera con una delicada cadena para cruzarla por su hombro.copy right hot novel pub