Sin apetito.
Dolor de estómago.
Manos sudorosas.
Ropa prestada.
Zapatos un número más grande que el suyo.
Así se encontraba Danielle, el día de su entrevista en las elegantes oficinas del edificio "Torre blanca". Sin ninguna esperanza había aplicado para el puesto de asistente personal del CEO de IMPERIO CO. Bueno en realidad fue una de sus amigas la que rellenó el formulario por ella, y de eso habían transcurrido 5 semanas, así que la sorpresa fue tremenda cuando le notificaron que debía presentarse.
Mika, su querida amiga de infancia, y vecina de toda la vida, estaba decidida a ayudar a su amiga a encontrar un trabajo mejor pagado y más formal, admiraba las ganas que tenía Danielle, de salir adelante manteniendo tres empleos, pero eso le quitaba tiempo para ella, para disfrutar de su juventud y es que verla trabajando el día de su cumpleaños y sin tiempo para celebrarlo después, fue la "señal" que necesitó para intervenir. Eso y que ahora era oficial, finalmente consiguió el valor que necesitaba para cambiarse el apellido, problemita que le trajo malos ratos por los pasados 3 años.
Danielle, es una chica activa, súper responsable y trabajadora, pero siempre está cambiando de trabajo, si bien no rechaza ninguno el salario no le alcanza para cubrir los gastos de su apartamento hipotecado y las facturas de los gastos básicos, por lo que siempre está yendo a entrevistas. Su padre Daniel Duncan, tomó muy malas decisiones, evasión de impuestos, prestamos impagos entre otros y aquellas deudas la arrastran a ella, ya que al llevar el mismo nombre inmediatamente son vinculados y al momento de enfrentar la pregunta "¿Qué relación tiene con Daniel Duncan?" ella no lo duda, no puede mentir y admite que el estafador aquel es su padre.
Es por eso que cuando un casual jueves después de haberse pasado el día en la tienda de Mika, ayudándola con papeleo de contabilidad en su día libre la llamada que recibió de Tamara García, jefa de recursos humanos en IMPERIO CO. La tomó por sorpresa, aún más cuando le informó que el motivo de su llamada era para citarla a la siguiente ronda de entrevistas para el puesto de asistente, le explicó brevemente acerca de las obligaciones del puesto y le comentó que un par de candidatas rechazaron la postulación.
Alucinada por tener una oportunidad, después de llevar buscando algo así durante una eternidad aceptó sin dudarlo e inocentemente invirtió los papeles, ahora era ella quien hacía las preguntas
-¿Dónde me presento?
-En el edificio "Torre blanca", señorita Ross –contestó Tamara, divertida por el entusiasmo que teñía su voz
-¿Qué código de vestimenta requieren? ¿Por quién pregunto al llegar?
-Formal. Siempre formal y pregunta por mí
-De acuerdo ¿necesito llevar algún documento? ¿A qué hora es la entrevista?
-Su entusiasmo es contagioso señorita Ross
Tamara, soltó una pequeña risa tomando un respiro de su trabajo.
-¿Tamara me dijo que era su nombre?
-Así es Tamara García. Bueno como le comenté al inicio de la llamada es la segunda etapa de entrevistas, por lo que estará con una leve desventaja, pero si su currículum está en lo correcto no creo que tenga problemas para desenvolverse en el transcurso de su entrevista.
-¡Por supuesto que no! Le prometo que no se arrepentirá
-Bueno señorita Ross, he enviado un mail al correo que introdujo en la solicitud con los detalles. La esperamos mañana a las 9 de la mañana en punto con vestimenta formal y una copia de su currículum y la carta de recomendación de su último trabajo.
-Anotado, muchas gracias señorita García ¡nos vemos mañana!
Colgó y casi saltando de emoción hizo su camino hasta la parada del bus. La sonrisa no se la quitó nadie del rostro, se dirigió hasta la tienda departamental donde solía ser a veces la secretaria del gerente y otras la mejor vendedora de la ciudad. Estaba algo apartada de su hogar, más específicamente en el centro de la ciudad, pero necesitaba obtener esa carta de recomendación esa misma tarde. Una oportunidad como aquella no es para tomársela a la ligera.
45 minutos de viaje después, se presentó a la puerta de la oficina de su ex jefe. La nueva secretaria hizo su parte, preguntó su nombre y si tenía cita. Era aquella fecha en que había demasiado trabajo y poco tiempo libre, así que ahorrándole tiempo le explicó que ella ya trabajó para el señor Morris, y siguiendo un impulso ante la cara de "y a mi qué me importa" Danielle, tomó el teléfono del escritorio y le marcó a la línea privada.
-Susan, te dije que nada de llamadas hasta mañana –se escuchó la voz agotada pero firme de su antiguo jefe.
-Señor Morris, es Danielle, necesito unos minutitos de su tiempo ¿es posible? –preguntó con su voz más angelical
-Señorita Ross, dichosos los oídos que la escuchan, pase, pase ya sabe que es mala fecha para visitas.
-No tardo, lo prometo.
Guiñándole al ceño fruncido de Susan, Danielle, colgó la llamada y enseguida se dirigió a la oficina del señor Morris, un hombre de mediana edad, de dos metros de alto (por lo menos) con una regalona panza y una amable mirada. Enterrado bajo tres pilas de papeles, carpetas, formularios y facturas, le lanzó un saludo mientras tecleaba a la velocidad de la luz, maltratando las pobres teclas de su teclado.
-Sé que está muuy ocupado, señor Morris, pero tengo que intentarlo
-¿Qué necesitas? ¿Tu trabajo de vuelta? Porque la respuesta es SI, de inmediato.
-Se lo agradezco, pero sabe que necesito más.
-Lo sé Dan-Dan, ahora dime a lo que has venido
Suspirando acomodó un par de documentos mal guardados en una carpeta en la silla frente al escritorio del señor Morris.
-Necesito una carta de recomendación, mañana tengo una entrevista y pinta a seria.
-¿Justo ahora? ¿Por qué no viniste antes? –suelta un bufido de estrés.
-Me acaban de llamar, vamos usted es el mejor en redactar ese tipo de cartas, por favooor.
En silencio la observó, haberla perdido fue un golpe duro, el tiempo que trabajó para él, la consideró una chica multifacética, hacía lo que debía hacer para ayudar al jefe, hasta reemplazar a algún vendedor que se presentase enfermo, por lo que consideró su petición de redactarle la carta.
-Danielle, ahora mi vida laboral es un caos, como podrás ver no doy abasto -le dedica una media sonrisa paternal-. Pero con gusto redacto la carta esta noche y te la envío por mail.
-Pero... -haciendo pucheros se sintió desilusionada, la necesitaba ya mismo.
-Estoy tardando años en el papeleo, mi secretaria no es tan eficiente
-Se llama "organización" y abuso de notitas adhesivas.
-Claro, claro, como tú digas
Observando el desastre en esa oficina y a ese hombre que tan paciente le había concedido valiosos minutos de su tiempo, buscó la propuesta perfecta.
-Le organizo el papeleo y usted escribe la carta –ofreció decidida.
-Podría tardar horas
-Necesito esa carta y usted un poquito de ayuda ¿qué dice?
-De acuerdo, solo porque estoy un poco colapsado
-¡Sí! Genial, genial, gracias señor Morris.
Emocionada Danielle, se quitó la chaqueta y el bolso y subiendo las mangas de su blusa color turquesa se puso manos a la obra.
Y vaya trabajo de parto que resultó ser.copy right hot novel pub