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Porque Yo lo digo (COMPLETO)

CAPÍTULO 26: “Sueños sucios”

Con un molesto rayo de sol en el rostro que se filtraba por las gruesas cortinas grises de su habitación la mañana comenzaba a parecerle eterna, no dejaba de pensar en Danielle. Y es que igual que la mañana anterior solo deseaba verla. Necesitaba calmar su ansiedad, así que lo primero que hizo incluso antes de abrir los ojos fue, primero ignorar las exigencias que demandaba su cuerpo y segundo llamarla. Se sentía de buen humero, ella no se arrepentía de nada y él, por supuesto solo de una cosa...

No haberlo hecho antes.

El teléfono sonó cinco tonos antes que se escuchara la agradable voz de ella, tal vez saliendo de la ducha, fantaseó deseando poder presenciar una mañana de la señorita Ross...

-¿Hola? –contestó cautelosa, era extraño recibir llamadas tan temprano por la mañana.

-Buenos días Danielle

-Buen...--

-Habla Nicholas -la interrumpe-. En caso que no me reconozcas –bromea con una tremenda sonrisa en el rosto

-Buenos días a ti también Nicholas, creo que me sería difícil no reconocer tu voz, has sido protagonista de mis pesadillas desde que comencé a trabajar para ti

Le siguió la corriente, le gustaba escucharlo así de tranquilo. Y sí, acababa de salir de la ducha y ahora buscaba su ropa en el armario para alistarse para el trabajo.

-Debieron ser unas pesadillas bastante ardientes –ronronea seductor

-Sí, en todas te quemabas en la hoguera –continúa soltando una risita

-Perversa ¿al menos estaba desnudo?

-De hecho no –vuelve a reír

La sonrisa en su rostro era inmensa, no explicaba cómo es que una simple llamada podía alegrarla tanto, así que escogió un vestido de la percha y lo lanzó sobre la cama mientras buscaba ropa interior en la cajonera y continuaba escuchándolo muy atenta

-Escucha, por más que me encantaría pasar a recogerte para darte el mejor beso de buenos días que tendrás en tu vida, no podrá ser. Hoy tengo la visita de mi padre, al parecer las noticias vuelan y todo se comienza a complicar

-Entonces es una llamada de trabajo –suspira algo desilusionada

-No, es una llamada de buenos días y además quería pedirte algo un poco personal

-Usted dirá jefe –comienza a vestirse.

-Por favor no te pongas una faldita, no me tortures con esas preciosas piernas, hoy tiene pinta de ser un día complicado y saber que no podré tocarte lo convertirá en una tortura –dramatiza

-Qué bueno que llevo vestido –se burla

-¿No me digas que es el vestido gris con cinturón? –protesta

-De hecho si... -se detiene en medio de la habitación-. ¿De verdad has prestado atención a lo que uso para trabajar?

-Por supuesto, no estoy ciego

-Bueno ya, me estás retrasando ¿algo que quieras que haga para no interrumpir cuando estés con tu papá?

-Hay que organizar la reunión de directorio, ve que la secretaria lo haga bien, te dejo a cargo

-Muy bien

-Ahora puedes pedirme algo, lo que quieras –ronroneó sugerente

-No me mires las piernas en el trabajo, ayer Frida, se dio cuenta –recuerda y pide hablando muy en serio

-Imposible. Nos vemos en la oficina, adiós.

Cortó la llamada antes que añadiera algo más, no podía seguir escuchándola o la erección con que se había despertado no desaparecería ni con 10 duchas frías.

Nunca le había costado tanto salir de la cama, en realidad nunca había tenido una conversación con una mujer apenas abriera los ojos por la mañana. Era nuevo para él. No le molestaba, de hecho lo había cargado de energía. Y ganas de verla aunque fuese a la distancia.

Refunfuñando para sí mismo empujó las sabanas lejos y se levantó con su erección matutina apuntando por una ducha fría. Se encerró en el cuarto de baño y entró en su lujosa ducha tomándose su tiempo para repasar los alocados momentos que ha tenido con Danielle, la joven atractiva y eficiente que llegó para ser su asistente hace ya 7 meses. La misma a la que observó casi sin parpadear la mañana de las entrevistas. Aquel día su cabreo (como de costumbre) era monumental, estaba harto de no contar con una asistente competente. Le había encomendado la tarea a Tamara, confiaba en ella y pese a que no era su área, aun así le dio una descripción de lo que quería en "la" nueva candidata, destacando que fuese alguien con estudios pero sin experiencia de este modo podría moldear a quien fuese a tomar el puesto a su gusto. Pero ninguno de los ya entrevistados durante esa semana le llamó la atención, eran simplemente "mediocres", así que decidió aparecer en la sala de entrevistas. Se sentó a un lado con la intención de escuchar atentamente como Tamara, buscaba a la persona indicada.

Entonces entró ella.

Danielle, iba con un trajecito que encajaba maravillosamente con sus curvas, pero la falda era larga y la blusa estaba abotonada hasta la garganta. Pero esos ojos..., nunca había visto una mirada tan pura, tan transparente. No pudo más que observarla con el ceño fruncido, estaba intrigado pero se negaba a hablar y demostrar algo de interés, por lo que la taladró con la mirada durante los 35 minutos que duró su entrevista. En cuanto ella acabó Nicholas, decidió que había visto suficiente.

Esa tarde Tamara, le llevó a sus candidatos y Danielle, era una de ellas, sin perder más el tiempo, le indicó que quería a esa chica lo antes posible. Le lanzó una pesadez acerca de tener que hacerlo todo él, para que las cosas se hicieran como es debido.

La semana siguiente fue el primer día de Danielle, y ella llegó con el primer modelito que le quitó el sueño y provocó su malhumor. Además de su sonrisa y sus ojos redondos, brillantes, chispeantes...

"Esto será una pesadilla"

Fue lo primero que pensó al mirarla a sus hermosos ojos el primer día de trabajo. Era hermosa y lo peor de todo es que no percibía ese miedo que la mayoría de los nuevos empleados tiene el primer día..., en su lugar sintió su curiosidad..., y su atractivo..., un bombón...

Aun con esa sensación, la de haber tomado la mejor de las decisiones, pese a que hayan transcurrido 7 meses, Nicholas, entró en la cafetería preferida de su padre, él lo esperaba en la mesa de siempre con un par de cappuccinos perfectos y una variedad de platos gourmet para desayunar.

-Buenos días papá -saludó Nicholas, ignorando la mano que su padre le ofrecía y yendo por un abrazo

Sorprendido puesto que su hijo no era así de expresivo, Elías, le regresó el abrazo gustoso, no ocurría muy a menudo.

-Te ves radiante ¿todo bien? –le sonrió agarrándolo de los hombros para guiar su mirada, necesitaba comprobar que no estuviera enfermo.

-Todo perfecto -le regresa la sonrisa con la que no hay dudas que está feliz

-Me alegra verte así de feliz, Nico

-Está siendo una buena semana, no me quejo

Sin quitar la mirada de su hijo Elías, tomó asiento y continuó con su desayuno.

-El café de aquí es increíble -comenta Nicholas, luego de dar un sorbo a su humeante taza

-Lo sé, siempre has tenido un gusto por el café de calidad

-Eso es culpa de mamá, ella es la que me lo presentó

-Entonces te sorprenderá saber que intenta dejarlo

-¿Mamá dejando sus 6 tazas de café diario? –levantó la voz sorprendido

-Las que podemos contar, si

-Vaya ¿y a qué se debe esta decisión?

-Vanidad, el dentista le recomendó un blanqueamiento por unas manchas microscópicas en sus dientes perfectos y eso es inaceptable para tu madre

Ambos hombres compartieron una carcajada, Irene, era una mujer a la moda, elegante, vanidosa y muy femenina que se preocupaba de su imagen.

Dejando de lado las ocurrencias de su esposa, Elías, observó a su hijo con una media sonrisa en su rostro, se sentía como otro, Nicholas, nunca era tan relajado, de hecho es hasta frío con su familia, y está bien, ellos entienden que es su forma de ser y lo soportan. Pero el hombre relajado sentado al otro lado de la mesa tan tranquilo definitivamente no era el hijo al que estaba acostumbrado

-Debo decirlo ¿qué es lo que te tiene tan relajado y contento?

-¿De qué hablas? –arqueó una ceja extrañado

-¡Mira esa sonrisa! Es algo nunca antes visto y no es por el trabajo, ya te he visto entusiasmado por algún proyecto, así que... ¿Qué es? ¿Una aventura salvaje de una noche? ¿Conociste a alguien? ¿Estás..., enamorado?

-Ya para, creo que un poco de todo pero no quiero hablar de eso -confirma sin problemas-. Aunque eso último no lo creo

-Hijo, hay que valorar a las mujeres, y no solo por sus habilidades especiales, por todo el paquete –le recuerda con complicidad, sabía lo que pensaba su hijo con respecto al "compromiso"

-No soy de relaciones, lo sabes

-No he dicho nada al respecto –levanta sus palmas en el aire, sabía que diría algo así

-Entonces la sonrisa burlona en tu cara es por...copy right hot novel pub

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