Haleine, despertó muy temprano, para ella fue casi imposible dormir, no dejaba de pensar en la tontería que había cometido. Había ido al cuarto de Didier, con el firme deseo de hacerlo arder en pasión, para luego realizar una elegante retirada pero, el muy imbécil la conocía muy bien y ella había terminado como cazador, cazado.
Eso la llenaba de una profunda frustración y más allá de estar furiosa con Didier, lo estaba con ella misma, porque él era una debilidad y odiaba que así fuese, aunque aquello no fuese nada nuevo. Siempre había tenido debilidad por Didier, se había encaprichado por tenerlo y él se había vuelto cada vez más distante, convirtiéndose en un verdadero reto para ella, hasta que poco a poco fue cediendo, cuando lo tuvo en su cama, el capricho se convirtió en algo más fuerte, cuándo supo que algo en ella comenzaba a crecer, decidió cortar aquellos encuentros, no podía permitirse perder la cabeza así por él.
Lavó sus dientes y su cara para luego salir del cuarto de baño. se sorprendió al encontrar a su padre sentado en su cama con una enorme sonrisa y junto a él un carrito un un verdadero banquete.
-Papito- lo saludó y caminó hasta él.
-Decidí desayunar hoy con mi Princesa- le acarició la mejilla.
-Me encanta la idea- le sonrió y comenzó a tomar el desayuno en compañía de su adorado padre.
-¿Cómo ha estado todo, Hale?
-Muy bien papi, creo que hoy citaré a Brianna para que vayamos de compras.
-Eso es magnifico, ¿quieres que te dejé a Thierry, o a Didier?- le preguntó acariciando su cabello.
-Didier- dijo sin siquiera dudarlo-ya sabes que Thierry, es gruñón y mal encarado, no soporto salir con él, me pone de mal humor. La verdad es que ni sé como lo aguantas, es un viejo amargado- al escuchar aquellas palabras, Antoine LeBlanc, comenzó a reír a carcajadas.
-No seas poco tolerante Haleine, es un hombre fiel, muy leal, le confiaría mi vida.
-Sí, sí, pero...¿por eso tiene que ser tan mal encarado? digo, podría al menos relajar el ceño- acompañó sus palabras con un gesto de manos.
-Ya dejemos a Thierry, en paz. Ayer he llamado a Norusakistan para hablar con el Jeque.
-¿Sí?- lo miró con esos hermosos ojos llenos de brillo- ¡qué alegría!, quiere decir que atenderás ese asunto en persona.
-Digamos que quise consentir a mi nena- la miró con devoción.
-Como siempre- dijo ella riendo y rodeándolo con sus brazos fuertemente- eres tan bueno, el mejor de todos los padres.
-Creo que se pasa de consentidor- la voz de su madre les llegó desde el umbral de la puerta, reclamando la atención de ambos.
Odette Charpentier, era una mujer elegante, hermosa, muy refinada, hija de una de las mejores familias de Francia. Adoraba a su esposo aunque creía que era demasiado complaciente con su hija, en el fondo lo entendía; era su única hija, la luz de sus ojos, la niña consentida, la única capaz de conseguir de él, cualquier cosa que se propusiera.
-Vamos mami, solo es un pequeño cariño,un detalle con su hija- le dijo mirándola inocentemente.
-¿Un detalle?, ¿Te parece un "pequeño" detalle viajar a Norusakistan?- le preguntó enarando una ceja.
-¿Entonces, sí iremos?- miró a su padre con alegría.
-Sí, iremos. Por supuesto que iremos- declaró sonriente. Para nada le sorprendio el grito de felicidad de su hija y menos que se arrojará a sus brazos para abrazarlo fuertemente.
Odette, suspiró, ¿Podrían negarle algo, algún día?
-En unos días recibiremos al presidente de Francia y a su familia- la tranquila voz del Jeque, logró captar el interés de los hombres que le acompañaban.
¿Ha decidido venir personalmente?- preguntó Nael, realmente sorprendido.
-Algo fuera de lo común- aseguró Zahir- pudo seguir enviando a sus negociantes.
-La familia entera nos honrará con su presencia hijo mío -respondió Zabdiel- será un placer recibirles. El Presidente Francés, ha decidido viajar hasta acá para que tratemos asuntos de Estado, bien saben- miró a su hermano- lo importante que es afianzar relaciones con los Franceses, estrechar relaciones diplomáticas generará grandes beneficios a nuestra tierra.
-Lo entiendo- aseguró Nael.
-Para ellos también será beneficioso, no todos los días se logra el apoyo de un país con tantas riquezas como las posee la tierra Norusakistana- intervino Zahir- Ciertamente seremos bendecidos con su apoyo, pero no somos los únicos en recibir beneficios.
-Nunca he dicho tal cosa hermano, ambos nos beneficiariaremos.
-¿Es muy grande la familia?- Indagó Zahir.
-No -respondió Zabdiel- sólo serán Antoine, su esposa y su hija, seguramente traerán algunos guardianes de seguridad, desconozco cuantos puedan ser.
-Debemos decirle a madre, para que prepare todo para recibirles.
-Lo haré durante la cena - aseguró El Jeque- La Reina, estará encantada de recibir visitas.copy right hot novel pub