-¡Serás tonta Zashirah! - le recriminó su prima- ¿Cómo se te ocurre interponerte en los planes de Jamal?
-Yo... yo... solo quería dar un paseo con ellos- tartamudeó nerviosa, estaba roja como un tomate, las mejillas encendidas por una vergüenza que no terminaba de comprender.
-Jamal, solo quería pasear con ella. Con su amada. -Dijo con los ojos llenos de anhelos.
-¿Su... su amada?- los dulces ojos de Zashirah, casi se salen de su órbita. -¿Cómo que su amada?, ¿ Ya están juntos?
-No todavía -sonrió con picardia- pero confiemos en Alá, de que así sea muy pronto.
-Nunca ha sido un secreto que Vane, lo adora pero... ¿Le corresponde?
-¿Cómo podría no hacerlo?, hasta tu duda ofende- le dijo seriamente. -¡Estoy tan feliz porque ambos se aman, Zashirah!
-Yo también - sonrió con timidez- que Alá, bendiga nuestra dicha.
-Que así sea- coincidió Isabdiella.
Cabalgaron en silencio por algunos minutos. Vanessa, disfrutando de sentir como Nael, cabalgaba junto a ella, su hermosa e imponente figura sobre el semental.
-¿Por qué tanto silencio, Vanessa?- dijo sorprendiendola.
-Estoy disfrutando del momento- le sonrió con ternura mientras se giró para verle- disfruto tanto tu cercanía.
-No te imaginas cuan bien me hace estar a tu lado Vanessa, dejó por unos minutos de ser El Príncipe Heredero, para convertirme sólo en un hombre querido.
-Tú nunca serás sólo un hombre, eres más que eso Nael. Mucho más- lo miró con amor.
-Es tu cariño el que te hace verme especial- sonrió con ternura- Iremos al centro del pueblo.
La cabalgata continuó en silencio, hasta que llegaron al centro del pueblo, las calles Norusakistanas, con algunos negocios de telas, caftanes, los Norusakistanes les saludaban a su paso y les pedían a Alá, que bendijera al futuro Rey de la nación.
Vanessa, se sintió tan pequeña frente a él, tan diminuta e insignificante, luchó internamente con el deseo de volver a Palacio. Por más que su madre y su tía dijeran que entre ellos podría haber amor, ella lo veía tan distante en algunas ocasiones. No sabía si era merecedora de algún día portar el apellido real, de ostentar el título de Soberana, estaba segura de que lo amaba, como quizás ninguna otra podría amarle, pero dudaba de sus capacidades para ser una buena Reina.
Isabella, sin duda era una excelente Soberana, preocupada por el bienestar de su adorado pueblo. Hayffa, había sido una gran Reina; buena, dulce y noble. Antes de ella había reinado Mairahs, de quien el pueblo no hablaba más de alabanzas. De llegar ella a portar el título, ¿podría ser buena Reina? ¿podría el pueblo llegar a amarla?
-Entraremos aquí- anunció dulcemente Nael, la ayudó a bajar del caballo y lo ataron a la vara de seguridad que ofrecía el negocio.
-¿Buscamos algo? - Le preguntó con el ceño fruncido, mientras observaba las exquisitas telas con hermosos bordes, además de los increíbles caftanes. Vanessa, siempre había amado esas hermosas prendas, su exótica vestimenta era maravillosa.
-Sólo lo sabremos si lo encontramos - le respondió con una enorme sonrisa. La tomó de la mano y enlazó sus dedos en un íntimo gesto, Vanessa, lo miró directamente a los ojos frente aquella pública muestra de afecto. Él sonrió y ella correspondió al gesto sosteniendo su mano con firmeza.
Caminaron entre telas de múltiples colores y las atenciones del dueño de la tienda.
-También tenemos estos colores, Alteza - le dijo el hombre mostrandoles más caftanes. Vanessa, lo observaba en silencio. ¿Querría hacerle un regalo a la Reina? -Si tan sólo supiera con claridad Qué busca Alteza,o para qué ocasión especial.copy right hot novel pub