Los días se convirtieron en semanas y las semanas en nuevos meses. Su relación con Zac, estaba muy bien. Salían mucho, eran muy unidos y todo marchaba de maravilla entre ellos.
Las noticias anunciaban los grandes progresos que se lograban en Norusakistan, y sinceramente se alegraba de que el pueblo estuviese bien. Sus primas la visitaban cuando podían y ella lo agradecía, porque desde que salió aquella vez de aquel país, no había vuelto a poner un pie en él. No le daría el gusto a la nueva "Alteza" de echarla de Palacio, además sabía que lo mejor era mantener las distancias con Nael.
Su tía Ivette, había viajado un par de veces para verlos, era maravilloso volver a tenerla en Londres. Lamentablemente no había vuelto a ver a la tía Isabella en aquellos largos siete meses. En la última conversación telefónica que habían tenido La Reina Norusakistana, le había prometido que de ser posible la semana próxima viajaría para estar con ella.
De Nael no había vuelto a saber nada, pues había dejado bien en claro a toda la familia que no quería siquiera que lo nombraran, de esa manera su pena era más llevadera y en ocasiones sentía que no dolía tanto el haberlo perdido.
Sus clases iban de maravilla, tan solo faltaba un año para poder recibirse como diseñadora y el simple hecho de alcanzar esa meta la hacía muy feliz.
Ella misma había cambiado mucho en todo ese tiempo, el crecimiento y madurez de su carácter habían fortalecido su personalidad. En secreto asistió a algunas terapias con una psicóloga a la que conoció un día en los que daba un largo paseo por el parque. En aquel momento se sentía sola, deprimida, tan vacía. Solía estar bien, pero cuando no lo esperaba tenía recaídas en las que se sentía miserable.
La doctora Anne, la había ayudado mucho con su problema de autoestima, ahora se miraba al espejo y se sentía diferente; igual de hermosa por fuera, pero mas hermosa y valiosa por dentro. Sus miedo e inferioridades habían desaparecido, ya no era una niña temerosa con miedo a ser rechazada, con miedo a no ser suficiente para alguien, ahora sabia y comprendía su verdadero valor. Había dejado atrás a la niña que resolvía todo con lagrimas. Ahora, era fuerte.
-¿En qué piensas, mi amor?- la voz de Zac,la sacó de sus cavilaciones. Volvió al presente sintiendo la tibieza del cuerpo desnudo junto al suyo. Su cabeza reposaba en el ámplio pecho, mientras que sus dorados cabellos se extendían libremente.
-Nada especial- levantó el rostro para mirarle.
-Me encanta tanto hacerte el amor- le dijo mientras acariciaba su mejilla. Vanessa sonrió con ternura. Zac, era un hombre maravilloso. Llevar su relación al siguiente nivela había sido sumamente difícil, pero él con su paciencia y ternura se había ganado el derecho a poseer su cuerpo.
Había resultado extraño y hasta doloroso que otras manos recorrieran su cuerpo. Que otro hombre la poseyera, las dos primeras veces había llorado desconsoladamente al sentirse profanada, pero con el pasar del tiempo se empezó a sentir cómoda en brazos de Zac, aunque siempre era sincera con ella misma... Seguía amando a Nael y no sabia si podía superarlo algún día.
-Eres tan tierno, Za- le sonrió con dulzura.
-Es porque te amo- Tocó la punta de su nariz. Vanessa, desvió la vista de aquellos lindos ojos. Odiaba que le dijera que la amaba, odiaba no poder sentir lo mismo. SI, lo quería de una manera bonita, pero estaba consiente de que no era amor. - no te sientas presionada- la obligó a volver a mirarlo- no importa que no lo digas, o no respondas con un《Yo también te amo》
-Lo siento- se disculpó triste.
-No lo sientas, algún día sucederá.
-¡No puedes hacerme esto Didier!
-No tiene ningún sentido que continúe aquí, Alteza. Usted ahora esta bien, tiene buena protección.
-¡Yo te necesito aquí!
-Lo siento... soy más necesario en Francia. Quiero volver a mi casa, a mi país.
-¿No podré persuadirte para que te quede?- el nego.
-Lo lamento. Es hora de que me marche.
-Pensé que estabas feliz junto a la rubia.
-Estaba feliz a tu lado, Haleine- dijo triste- pero tu nunca lo comprendiste, hasta el último momento tuve esperanzas de que no te casaras y volvieras a mi lado.
-Lo siento Didier, he sido tan egoísta contigo- sus ojos se cristalizaron- se que me amabas- él no se molesto en negarlo- yo también lo hice, de cierta forma.
-Pero tu capricho fue mayor- la miró con dolor.
-Lo fue- admitió- ahora amo a mi esposo.
-Lo se, has dado un cambio maravilloso, has dejado aflorar a la chica que siempre supe estaba dentro de ti. Me hubiese encantado poder disfrutar de ella.
-Has sido infeliz por mi culpa-las lágrimas se deslizaron por las femeninas mejillas- pero debes tener paz, la vida te ha vengado, porque ahora yo soy muy infeliz.
-Hubiese dado mi vida para que todo fuese diferente.copy right hot novel pub