Toronto- Canadá.
- ¿Crees que todavía este con vida "esa" cosa? Ni siquiera se mueve. – voces, alrededor de esta cosa que era, viniendo desde arriba. No quería imaginarme qué clase de ojos eran esos, ni la intención detrás de ellos.
- Sería una suerte si no lo estuviera, nos ahorraría mucho el drama. Y el papeleo. – una mano se aferró a la manta mojada que me envolvía y la jaló hacia atrás dejándome al descubierto, tan desconcertada después de tratar de sobrellevar la tormentosa noche que apenas había superado.
No tuve otro remedio que abrir los ojos y enfrentarme con lo que pronto, mis instintos susurraban, sería otra nueva pesadilla.
- Ah, está viva. – habló el muchacho de ojos amarillos que se encontraba acuclillado frente a mí con un muy marcado acento canadiense. Lugareño sin duda. – por al menos unos cuantos segundos.
Me jaló del brazo instándome a ponerme de pie a la fuerza. Junto con él, había otros dos: uno de ojos ámbar, demostrando su linaje inferior al que me tenía arrinconada, y otro más de ojos profundamente negros. Como si la nebulosa del infierno me abriera la puerta cuando me observaba.
También había un cuarto, ahora notaba, escondido entre las sombras del callejón sin querer revelar su identidad. Bien, tampoco es que estuviera más interesada por el cómo por la presencia de los tres hombres frente a mí. Suficiente para cerrarme el paso con sus armas apuntando en cada uno de mis costados.
- ¿Cómo te llamas, humana? – el líder de ojos amarrillos y expresión firme me evaluó de pies a cabeza como si fuese la cosa más sucia en la tierra. No menos que eso era mi aspecto mientras todo lo que vestía estaba manchado de barro y húmedo por la lluvia.
- ¿Quieres, en serio, un nombre o ir al grano? –giré mis ojos hacia él. Ojos vacíos que no le mostraron ni la mínima sumisión.
Ni la sentía, ni la mostraría.
Esperar algo de misericordia, algo de humildad o cordialidad de parte de ellos... Se había esfumado desde que la pandemia empezó hace 30 años. Los pocos humanos y razas superiores que quedaba de la mitad de la población que fue contaminada se arañaban unos a otros para intentar sobrevivir otro día.
Por la miraba que le di, de seguro que le di a entender esto y más, despreciando su débil intento de someterme.
El guardián tras él, de ojos color ámbar, soltó una carcajada antes de que su jefe de negro lo mandara a callar con una miraba más turbia de la que había demostrado hasta ahora.
Mi opresor volvió a evaluarme, ahora más apreciativamente antes de cerrar con mayor fuerza su agarre sobre mi brazo.
- Tienes una bonita boca para el pedazo de mierda que eres.- hubo una pequeña pausa en la que se consideró lo que quería decir y se enfrentó a su jefe, el que vestía de negro. Lo sabía por como su voz y su expresión decaía un poco antes su miraba.
- estoy seguro, hemos dado con la humana responsable del saqueo de hace dos días. Tiene las mismas cicatrices. – no me agazapé bajo el escrutinio de su miraba mientras todo lo que veía eran las cicatrices en mi cuello. Intentar calmar el hambre dejaba sus consecuencias en el mundo en que vivíamos.
Su jefe se giró lejos de la miraba de su lacayo y más sobre la figura andrajosa que era, drenando cualquier valentía que en mí existía. Su miraba era tan pura y oscura que podría derretir hasta mis huesos, encogerme un poco de miedo y dárselo a demostrar como seguramente él esperaba.
Haber saqueado el almacén por comida y medicina, poco importándome si eso hubiera beneficiado a todos los demás indigentes que aprovecharon fue una locura, una insensatez por mi parte, pero toda la culpa fue disminuía al ver la radiante mirada llena de hambre de los desertores como yo, como aplastaban y pateaban a los mismos que unos días antes le habían lanzado sobras envenenadas a sus familiares en pro de reducir la población de escoria, como le gustaban llamarlos.
La anarquía nunca me había gustado, sin embargo no hubo parte en mí en que no disfrutara todo aquello.
- ¿cómo te introdujiste nuestro sistema, niña? - preguntó en un tono suave y ligeramente amenazador el Smooker, volviendo mi atención al presente.
- Tal vez...Porque soy mejor que los fracasados que montaban guardia. Por cierto, mis condolencias – le hablé en el idioma de los Oscuros, su idioma, mostrando más valentía de la que debería hacer en tal situación pero sentía una chispa encenderse dentro de mi pecho por la rudeza con la que me aferraban el brazo.
Ambos hombres, líder y lacayo, se miraron entre si manejando muy bien la sorpresa lejos de sus facciones aunque no estuvo muy lejos de mi observación. Después de todo era mi objetivo y no todo el tiempo se encontraba con alguien con mi aspecto que pudiera hablar un lenguaje tan privado como poderoso entre las elites.
Me hice soltar del pobre Lighters y me paré con cierta prudencia lejos de sus armas, manos arribas.
- ¿cómo es que sabes hablar esa lengua? – me interrogó el líder, desconcertado. A lo que respondí con un leve encogimiento de hombros.
- tengo buen oído, y ustedes mala suerte. – me preparé y activé la trampa que había mantenido lista en algún caso como este, la bomba sónica explotó tan fuerte que mis tímpanos sangraron internamente, pero no tenía tiempo para el dolor. Golpeé a uno de los guardianes quitándolo del camino mientras estaba desconcertado y corrí lo más rápido que mis piernas pudieron. Al principio no tan rápido como quería pero luego tomando más y más velocidad hasta poner unos cuantos metros entre nosotros.
- ¡HEY TU, ALTO AHÍ! – Los gritos detrás de mí hicieron eco por todo el callejón mientras empujaba mis débiles piernas hacia delante, tenía que cruzar dos tramos más, solo dos.
Hoy no sería el día que me atraparían.
- ¡ATRAPENLA! La quiero viva.
Corrí todo lo rápido que podía, sorteando la basura y las demás tiendas en el camino hasta que llegué a la escalera de emergencia y me subí de dos tramos a la vez hasta que estuve en la cúspide del edificio de cuatro pisos junto al callejón, siendo consciente que tenía a uno de los guardianes pisándome los talones y otros dando disparos al aire muy cerca de mi intentando derribarme sin suerte alguna.copy right hot novel pub