La vida transcurría con serenidad para la mayoría, en las sombras un antiguo Rey miraba a su esposa con un sentimiento indescriptible, lo que un día vivió, ahora lo veía frente a sus ojos, tan irreal y único como todos los recuerdos que su mente albergaba, a pesar de todo el tiempo que había pasado, todo venía igual de hermoso, con mayor intensidad y poder, en la casa del Alfa el lobo miraba a su mate disfrutar de la compañía de los que siempre fueron su familia, todo iba perfectamente, las piezas empezaban a encajar y la advertencia del rey de los vampiros aún no se cumplía.
La rubia, hermana del Alfa acostada en el patio de la mansión con su mate a su lado miraba el cielo estrellado, pensando en lo mucho que habían luchado para mantenerse juntos, la llegada de su cuñada alegro a toda la manada, sin embargo algo la inquietaba, la esperanza de tener un hijo poco a poco se iba desvaneciendo haciéndola cada vez más frágil, sentía que nada podía darle mayor alegría que la de ser la portadora de una nueva vida, pero el destino no tenía esos planes para ella.
— ¿Qué te pasa mi amor? — pregunta su mate con preocupación al ver al amor de su vida con lágrimas en los ojos, esos ojos que lo enamoraron, que lo llevaron a hacer locuras y que ahora la chispa alegre que siempre los caracterizaban era sustituidas por gruesas lágrimas llenas de dolor.
— ¿Sera que nunca tendremos un hijo? — pregunta ella con amargura.
El lobo la mira con tristeza, sintiendo el mismo dolor de su mujer, este la abraza consolándola, transmitiéndole todo el amor que el sentía por ella.
Mientras tanto en el Reino vampírico el Rey estaba preparando una cantidad considerable de vampiros, en unos días sería el ataque a la manada Black Moon, un nuevo ataque, pero con este, el secuestro de la pareja del Alfa.
Violet miraba con sorpresa a su padre que estaba en la puerta de la mansión, preguntándose que hacía allí, a pesar de que las últimas semanas hubieran estado separados por tantas cosas nuevas que llegaron a su vida, la relación padre e hija seguía intacta, siempre fueron muy unidos y todo lo que ella sabía era gracias el.
— ¡Papa! — exclama ella abrazando a su padre, ambos eran iguales en carácter y actitudes pero su cariño y afecto no era afectado.
— Hija ¿cómo estás? — pregunto su padre rompiendo el abrazo.
— Estoy bien, ¿Qué haces aquí? —pregunta extrañada.
— Vine a visitarte, sé que estás semanas no he estado contigo, pero sólo quería darte tiempo para que te acostumbraras a tu nueva vida. — dijo con un leve encogimiento de hombros.
Violet asintió sin reclamar y dejó que su padre entrara.
— Hija quiero que sepas que puedes contar conmigo, me enteré de lo que pasó, y lamento no habértelo contado, pero fue para protegerte. — explicó el lobo con la cabeza baja
— Entiendo tus motivos padre, pero no sé si sea la adecuada para dirigir una manada. — dijo ella apretando los labios en un gesto bastante conocido para su padre quien sólo la miro con cariño y le dio un caluroso abrazo que derritió su frio corazón.
A pesar de que el suyo fuera igual de frío.
Su padre era un buen hombre, atento, cariñoso con su mate y su hija, pero sobre todo era un buen líder, fue un buen líder.
— Estas a la altura de una Reina mi niña. La Luna te otorgó el honor de pertenecer a la realeza de los lobos, no desperdicies tus habilidades, tu manada ha esperado muchos años, no dejes que esperen más. — aconseja Owen sin dejar de mirarla, él sabía la clase de poder que su hija tenía, su capacidad era muy grande, pero también lo era la del rey de los vampiro quien no dejaría pasar una humillación como la que Violet le hizo pasar.
— ¿De verdad crees que podría? — pregunto Violet
— Estoy seguro, y estaré contigo mi niña, te ayudaré a manejar tus poderes. — respondió levantándose
— Eso me encantaría, quisiera que volviéramos a nuestros entrenamientos. — dijo ella dándole una triste sonrisa.
— Lo haremos Violet, lo haremos. Pero primero, necesitamos un lugar donde entrenar. — dijo mirando a su alrededor.
— ¿el patio? — pregunta ella señalando la puerta trasera, su padre asiente de acuerdo.
Ambos dirigen sus pasos al patio, donde se encuentra la gran piscina, Violet sin saber que hacer mira expectante a su padre quien examina el espacio a su alrededor.
— Violet, ¿Cómo salieron tus poderes?
Pregunto el con la duda floreciendo en su interior.
— Fue el día de la batalla, fui a pelear pero Kale estaba en peligro, en un momento de desesperación simplemente una gran bola de hielo estaba en mis manos. — relata haciendo una seña con sus manos tratando de explicarle a su padre.
Su padre asintió y le pidió que intentara repetir lo que hizo ese día, concentrando esta vez su energía en sus manos, para así tener el control.
Violet sin saber muy bien que hacer cerró sus ojos imaginando el hielo.
Hielo brotando de su manos, su padre quien se mantuvo atento a sus movimientos se dio cuenta cuando en las manos de hija empezó a crecer una bola de hielo en cada mano, este era cristalino y hermoso, completamente irreal a los ojos de todos.
Violet abre los ojos y al ver sus manos sonríe con orgullo y emoción tras ver su hazaña.
— ¡Lo logre! — exclamo hacia su padre. Este asiente pero no canta victoria aun sabiendo que aún faltan muchos poderes que su hija tiene que ver y controlar.
Violet intenta que ese hielo en sus manos desaparezca sin éxito alguno.
— Intenta echarlos a la piscina.copy right hot novel pub