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Sorpresa de una noche

Capítulo 68: Nadie se atreve a meterse contigo

Eduardo vio que Lydia lo miraba fijamente, no había otra expresión en su rostro, pero de repente tomó su mano, como para darle fuerzas, y dijo.

—Clara, Lydia es mi esposa, no una sirvienta, controla tu temperamento arrogante.

Era su esposa...

Lydia levantó la cabeza de repente y miró la expresión fría de Eduardo, y una corriente cálida surgió en su corazón.

Parecía que la sensación de estar aislada, calumniada e ignorada hace un momento desapareció.

Ella no estaba sola.

Los ojos de Lydia se humedecieron gradualmente, y de inmediato cerró los ojos, y las comisuras de la boca evocaron inconscientemente una sonrisa, como hielo derretido en primavera, con un poco de calidez. Enderezó la columna vertebral, como envalentonada.

—Lydia, nadie se atreve a meterse contigo —Eduardo de repente bajó la voz y le dijo al oído—, excepto yo.

—...

Aunque esta frase fue un poco ofensiva, Lydia todavía se sentía cálida en su corazón.

Mirando hacia abajo, podía ver la mano de Eduardo sosteniendo sus dedos, su palma era ancha y cálida, llena de poder. Lydia se rio de repente, entrecerrando los ojos, sus pestañas largas y rizadas proyectaban una pequeña sombra en los párpados, y astutamente levantó las manos de los dos.

—¡No puedes meterte conmigo tampoco, de lo contrario te arrodillarás cuando regreses a casa!

Ella sonrió feliz, su lindo rostro estaba lleno de alegría.

Vio brillar los ojos de Eduardo por un momento de asombro, pero Lydia no se preocupó en absoluto, los dos tenían un contrato y mostraban su cariño, ¿no era normal?

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