—¡Nada!
Lydia negó y ocultó la pantalla a Eduardo.
Era su mina de oro y no quería que se enterara.
Pero aquel movimiento inconsciente le molestaba. Incluso Javier podía percibir la tensión en el aire pero Lydia no notaba nada. De hecho, seguía encantada por ese encargo.
Al ver que Eduardo había dejado a un lado su iPad, Lydia dijo:
—Eduardo, ya no tienes que comer conmigo.
—¿Qué?
—Puedo ir al comedor y almorzar con mis compañeros.
Pocas personas en la empresa sabían que era la señora León. Así que no causaría ningún problema aunque fuera a la cantina.
Eduardo se quedó atónito y la miró sorprendido:
—¿Qué quieres decir?
—Sólo para que puedas almorzar con otras personas, como hiciste hoy con Clara. Ten por seguro que no te interrumpiré.
Lydia se palmeó el pecho.
Aunque Eduardo dijera que quería que ella mantuviera a las mujeres alejadas de él, pero... Todos los hombres eran así. Le debía de gustar mucho Clara, pero no lo admitía.
Lydia se sintió orgullosa de haberlo pensado bien.
—Lydia, ¿estás celosa? —Eduardo se acercó de repente a ella y sus brazos se apoyaron en la ventana junto a Lydia. Entrecerró sus hermosos ojos oscuros.copy right hot novel pub