—Muy bien, ya está hecho.
Lydia se dio cuenta de que había vuelto a ser lasciva cuando Eduardo la soltó.
Se zafó de su agarre apresuradamente y se dio cuenta de que sus rodillas desnudas habían estado en contacto con su abdomen, y se sonrojó tanto que no sabía dónde poner sus extremidades.
—Tres veces al día, ¿entendido? —Eduardo no se dio cuenta del extraño comportamiento de la chica y pensó que Lydia seguía nerviosa por los acontecimientos de la tarde. No se lo pensó demasiado y le puso la pomada en las manos.
Lydia asintió aturdida y luego vio a Eduardo incorporarse de la cama.
—¿Adónde vas? ¿No te vas a la cama? —dijo Lydia de repente con cierta desesperación. Eduardo frunció el ceño y miró hacia arriba, y Lydia se apresuró a desviar la atención.
—Es que... quiero decir que se hace tarde.
¿Qué acababa de decir?
¿Por qué había una repentina sugerencia en el aire?
—¿Tengo... que informarte de a dónde voy? —Eduardo estuvo a punto de soltarlo. Lydia parpadeó y no consiguió dar una explicación. La respuesta de Eduardo fue ligera.
—Hoy has estado muy cansada. Ve a descansar. Yo me ocuparé del trabajo en la oficina.
—...Ah, vale. Buenas noches.copy right hot novel pub