El hombre tiraba de su brazo, y otra mano le rodeaba el cuello.
—¿Crees que hoy vendrá alguien a salvarte, Lydia? Deja de soñar. Te voy a enseñar lo que es que te pisen hoy...
—¡Ah! No te acerques, vete...
Lydia retrocedió, se dio la vuelta y echó a correr, pero la risa cacareada del hombre llegó por detrás, rodeándola como susurros demoníacos.
Corrió y corrió y de repente se cayó. Intentó levantarse, apoyándose en las palmas de las manos, pero entonces vio la cara del hombre, hinchada en proporciones enormes.
—¡Corre! Vamos, ¿por qué no corres? Sigue corriendo!
La sonrisa contorsionada del hombre se acercó y su puño se cerró. Lydia gritó:
—¡Agh! Eduardo, ayúdame... ayúdame...
—¡Eduardo!
Un chillido agudo rompió el cielo. Eduardo tenía el sueño ligero y se despertó de golpe, encendiendo la luz al final de la cama. Vio a Lydia forcejeando y gritando, con el rostro pálido cubierto de sudor, e inmediatamente se dio cuenta de que estaba teniendo una pesadilla.
Probablemente algo relacionado con lo que había sucedido aquella tarde.copy right hot novel pub