Eduardo le devolvió la sonrisa y le dijo a Lydia:
—El abuelo te ha elogiado, ¿por qué no se lo agradeces?
Entonces, Lydia respondió y se apresuró a decir algo para agradecer al abuelo por su aprecio. Mientras tanto se relajó, sintiendo que este abuelo era muy majo.
Echó un vistazo a la escritura de Ricardo y le felicitó:
—La escritura del abuelo es realmente buena.
Ricardo pensó que la joven estaba diciendo algo bonito, después de todo, no había muchas chicas jóvenes que se interesaran por la caligrafía. Así que quiso burlarse un poco de ella y le preguntó:
—¿Por qué crees que es buena? ¿Dime algo sobre esto?
Al ver que el abuelo parecía interrogarla, Lydia se acercó al escritorio y no pudo evitar comentar con gran profesionalidad desde la fuerza de los trazos hasta la forma de los caracteres, desde la estructura hasta la legibilidad e impresionó a Ricardo.
—Vaya, vaya, ¿Lydia ha estudiado caligrafía?
Lydia negó con la cabeza:
—Mi vecino es un maestro calígrafo, como siempre iba a su casa a jugar, aprendí algo.
El vecino del que hablaba era, en efecto, un maestro calígrafo que había huido a los barrios bajos para refugiarse, porque había ofendido a alguien. Lydia nunca había ido a la escuela, pero la cultura que había en ella procedía principalmente de la orientación de aquel maestro.
Eduardo se sorprendió al ver que Lydia sí tenía habilidad cuando no creía que supiera mucho.
Los dos permanecieron en el estudio del abuelo durante otros diez minutos antes de que Jaime viniera a informarles de que la cena estaba lista y bajaron con él.
Por parte de Ignacio, nada más volver a la casa, su mujer Carmena se dirigió directamente hacia él con los ojos enrojecidos y le dijo:
—¡Cariño, tienes que ayudarme!
—¿Qué?
—¡Esa chica que trajo Eduardo es tan inculta! Me intimidó por no ser tu cónyuge original, diciendo que huelo a amargada y que ocupaba un lugar poco decente.
—¿Sí? ¿Cómo se atreve alguien a decirte eso? —Ignacio había vivido con Carmena durante más de diez años, así que conocía su carácter y pensó que estaba exagerando de nuevo.
—Eso es lo que dijo y si ya se atreve a ser tan arrogante, ¿crees que me respetará?
—Creo que es buena y no debería ser el tipo de persona del que hablas.
Al oírlo, Carmena se impacientó aún más y dijo:
—¿No me crees? Tiene un antecedente de robos, ¡no puedes confiar en alguien así!
—¿Sí? ¿Es eso cierto?
—¡Sí, mira! —Carmena flipó con la noticia y le mostró a Ignacio que había sido la propia Lydia la que había admitido en la conferencia que había robado dinero a la gente para salvar la vida de su abuela.
Ignacio lo leyó y sonrió ligeramente.
—Así que parece que es una chica valiente y corajuda.copy right hot novel pub