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Tormenta de antaño

Capítulo 21: Intimidad.

Pudo haber sido una de esas sensuales y apasionantes noches de las que se relataba con pasión en las novelas. Una larga sesión de besos candentes que desenfrenara toqueteo intenso, caliente y provocativo; esos que siempre prosiguen con la chica siendo arrastrada hacia la cama, o también el chico. Dónde luego se negarían a dejar sus bocas mientras se desvestían con descontrol, intentando arrancarlo todo para dejar sus cuerpos sudados y excitados al desnudo.

Jinx tocaría mi cuerpo, incluso hasta lo que ni yo misma me había tocado. Yo lo tocaría a él, sin limites o remordimientos.

Le seguirían los jadeos y gritos, yo sentiría dolor por primera vez y más tarde me preocuparía por la mancha en las sábanas que probablemente no sucediera. Declaraciones de amor intensas, y tras el clímax, la típica declaración de entender la diferencia entre el sexo y “hacer el amor”.

Y cuando nuestras respiraciones se normalizaran, quizá volveríamos a empezar.

Pudo haber sido...

No obstante, allí estaba yo, con su camisa y ropa interior, despertándome recién con mis mejillas llenas de colorete por el sueño agitado y pasional que acababa de tener. Y allí estaba él, a mi lado, mirándome cuidadosamente como si yo fuera la cosa más mágica, hermosa y maravillosa que pudo contemplar jamás.

Eso hacía que me sonrojara mucho más.

Tenía mi mejilla en su hombro izquierdo, él tocaba mi mejilla con su mano derecha, haciéndome sentir especial.

Ridículamente especial y estúpidamente enamorada.

Completamente idiotizada, en mi imbecilidad.

¿Cómo podía sentir lo que estaba sintiendo? ¿Cuando había permitido que sucediera?

La yema de mis dedos tocaba su piel, su pecho blanco, era suave, me encantaba.

¿Cómo había llegado allí?

Me recordé ingresando al bar la primera noche luego de que mis padres me lanzaran al mundo por mi cuenta, la primera cosa que vi, choqué con mi destino y este me sonrió, con hermosos ojos verdes que brillaban, sin saber que habían sido míos desde siempre.

―Hola ahí. ―Él tocó la punta de mi nariz con su índice y yo sonreí, me removí un poco y lo miré.

―Hola ―respondí, esas eran la clase de cosas estúpidas sobre el amor que aun no conseguía aceptar.

― ¿Qué hay allí a dentro que te está tomando tanto tiempo? ―Rió, dando unos golpetes delicados entre mis cejas.

Cubrí mi rostro con la sábana.

No de nuevo, no el pudor de nuevo. Antes no solía pasarme, yo no era una chica que tuviera vergüenza de algo, no tenía vergüenza en lo absoluto. Pero desde que él había llegado mi piel empezó a conocer de primera mano los cambios drásticos de color.

Y lo odiaba completamente.

―No me hagas decírtelo ―gemí.

―Pequeña pervertida ―bromeó él, bajé la sábana, solo revelando mis ojos y arqueé una ceja.

¡Diablos!

―Me he dado cuenta sobre las cosas que suelen sonrojarte: El sexo, y yo. Con ese rojo, creo que pensabas en ambos al mismo tiempo ―concluyó.

Me escondí entre la sábana y su brazo, odiaba sentirme tan vulnerable y que él lo supiera.

Jinx se volteó hacia mí, me retrajo entre sus brazos, pegándome en su pecho y escurriéndose junto a mí bajo la sábana.copy right hot novel pub

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