Por extraño que pareciera, tan anormal como se escuchara, imposible como se creía.
Yo...
Ese sábado...
Hacía mi tarea.
Así es, Hënë Lissen estaba haciendo su tarea.
¿Por qué?
Porque esa noche era el baile de bienvenida a clases, por cierto, bastante tardío. Había algo que yo haría antes de asistir a un ridículo baile escolar: Haría mi tarea para el hogar. Así que ahí estaba yo, una noche de octubre, con mi carpeta en mano respondiendo preguntas sin siquiera buscar la respuesta. Ya sabía todo lo que necesitaba saber.
En un cambio de posiciones era Ángeles la que se hallaba frente al espejo dejando los últimos toques de preparación antes de irse al baile. Yo le pedí a mamá ayuda con el vestido para Ángeles, ella incluso preparó uno para mí como si yo realmente fuera a asistir.
Está bien, asistía a los bailes, los desfiles y todas esas fiestas populosas y exageradas de Stil dhe Shndrit y Bestemming models & designs, pero era algo de familia, era algo nuestro, eso que no podías perderte u ofenderías a tu familia. Era algo de mí, con ello crecí y la mayor parte de mi vida giró entorno a ello los primeros diecinueve años, era mi hogar.
No estaba allí por el estilo, la moda, los famosos y el dinero, la buena apariencia o los contactos. Iba allí porque las personas mas importantes de mi mundo estaban ahí, porque esa era su vida y yo debía apoyarlos en ello, porque los amaba.
Pero en ese baile no habría nada ni nadie esperando por mí, Ángeles iría con el amigo de Jinx, no me necesitaba.
Sus ojos estarían en un solo lugar toda la noche...
En Cid.
― ¿Qué tal? ―preguntó Ángeles, esponjando la falda no esponjosa del vestido de seda que mamá le regaló.
―Hermosa, él caerá rendido a tus pies esta noche ―sonreí, mirándola.
El vestido celeste como el cielo hacía brillar su piel oscura, le daba vida.
―Eres un ángel caído del cielo Hënë. ―Se dejó caer a mi lado en la cama, haciendo saltar mis libros―. La mejor compañera que podré tener.
―Esa soy yo. ―Reí y me señalé a mi misma con mi pluma.
― ¿Qué harás cuando me vaya? ¿Irás a ver a tu novio? ―preguntó, me lanzó una de esas miradas maquinadoras e insinuantes llenas de perversidad y broma.
―Mi no-novio tiene que trabajar; no puede tomarse todas las noches libres por mí.
― ¿Por eso no lo invitaste al baile como lo sugerí?
― ¿Crees que un chico como él querría asistir a un tonto baile de bienvenida?
―Un chico como él irá al tonto baile conmigo ―insinuó, refiriéndose a su fideo, digo, a su galán.
―No me gustan esos bailes ―refuté―. ¿Por qué habría de arrastrar a Jinx conmigo a algo que ni siquiera me agrada? No tendría por qué ir conmigo de todos modos, que hayamos salido varias veces no lo hace responsable de acompañarme.
―Han salido por un mes, se miran como tontos, se besan como pajarillos de amor. ¿Aun dices que no es tu novio? ¿Qué son entonces?
―Seguimos siendo amigos.
―Amigos con derecho ―bufó Ángeles―. Es mi quinta cita con Cid ―expresó luego, y me miró con nerviosismo.
―Uhm, el sexo―insinué burlándome de ella.
Le dije que lo haría.
Le dije que me burlaría de ella cuando le gustara un chico.
―N ―suspiró, dejando sus manos en la barbilla―. La quinta cita se acaba todo.
― ¿Por qué lo dices? ―pregunté extrañada.
Yo salí con Jinx por un mes completo, nuestro record de citas había superado las incontables, aun no le veía caso a las expectativas según el numero de salidas.
―Me gusta él, pero seamos honestas, prácticamente lo obligué a salir conmigo…
―Es su quinta cita ―interrumpí―; nadie lo obligó a salir contigo las otras cuatro.
―Debe de estar esperando el sexo ―repuso―. No hay otro motivo por el que saliera conmigo y cuando yo me niegue, se acabará, y se acabará hoy.
―Es ridículo ―expresé con exaspero.
―No lo entenderías, yo no estoy enamorada de él, me gusta, pero eso es todo; yo sé que él no está enamorado de mí, ni se si le gusto. Lo tuyo con Jinx es algo raro, tú estás enamorada de él, y es extremadamente obvio que él lo está de ti. Lo suyo no depende de citas, sino de momentos.
―Aun así, no tiene por qué terminar cuando no tengas sexo con él ―objeté―. Por cierto, ¿por qué no quieres tener sexo con él?
― ¡Ay por Dios! ¿Y me lo preguntas tú? La: “No pienso tener, nunca, razones para usar un condón”. ―ella incluso hizo las comillas aéreas.
―Pero yo soy yo, tú eres tú, somos completamente diferentes en todos los sentidos.
―Aunque no lo creas, N, yo soy una mujer de principios.
― ¡Jódeme! ―manifesté, obviamente no creyendo una pizca.
―No soy una fácil, así como tú no eres una santa, yo no me acostaré con un chico en la quita cita, así como tú no guardarás tu virtud hasta el matrimonio, mucho menos con Jinx. ―Señaló, técnicamente hacia el bar.
― ¡Hey! ―reaccioné fingidamente atemorizada por la Ángeles con garras; alcé las manos en señal de rendición― Entendí, lo entendí.
Casi al mismo tiempo llamaron a la puerta.
―Cid está aquí. ―Señaló Ángeles, se levantó de mi cama, tomó su cartera, que era mía, y se volvió a mí, me tatuó un beso de color rosa en la mejilla, me dio las buenas noches y salió trotando de allí.
El chico me saludó desde el pasillo al cerrar la puerta tras Ángeles y yo le correspondí.
Planté mi portafolios en mis piernas y exhalé, sería una larga noche ante la posibilidad de un corazón partido.
Así que luego de una larga, eterna, aburrida y extremadamente poco excitante jornada de dos horas de trabajos para el hogar universitarios decidí que necesitaba escapar.
Fundí mi pies en mis botas, amarré los largos cordones a sus ojales y salí... por la escalera de incendios.
¡Que pequeña costumbre se me había hecho!
Lo disfrutaba, amaba no tener que cruzarme con nadie.
Puede que hubiera hecho amigos el último mes, que incluso estuviera casi en una relación, pero yo seguía siendo la misma chica hermética hacia las personas, todas las personas en el mundo, mucho más luego del vídeo viral en el que rechazaba a las “trillizas plásticas” mas populares del campus, yo era una leyenda luego de ello y debido a quien era no se habían molestado en vengarse conmigo porque obviamente no les convenía.
Yo tenía algo que ellas querían y más les valía no arruinarlo más.
Además, no eran las únicas fashionistas obsesionadas con la moda de la universidad que sabían quién era yo, tarde o temprano terminarían por reconocerme, aun más cuando ya sabían que yo andaba por allí.
Yo era algo así como su boleto especial, querían ser mis amigas, que las llevara a desfiles, que les regalara ropa, que les presentara a mi familia, que las lanzara al estrellato.
Lo sabía porque podía sentir sus intensiones. Yo no necesitaba nada más para asegurarme de mantenerlas lejos de mí.
Cuando llegué al bar con mis brazos y cabeza cubiertos por mi capucha, me topé con una sorpresiva inactividad, estaba completamente desolado el lugar. Es más, estaba cerrado, el rotulo de luces estaba apagado y el cuadro en la puerta estaba volteado e indicaba que no abrirían esa noche.
Esto si que era algo nuevo.copy right hot novel pub