―Papá, ¿cuándo le pediste a mamá que fuera tu novia? ―pregunté en cuanto entró a su oficina, yo me hacía girar en la silla detrás de su escritorio.
Él me miró con los ojos entrecerrados y suspiró como si le hubiera dado un susto; luego pasó sus dedos por en medio de su cabello, solía verse mas guapo despeinado.
Pero él era guapo de todas formas.
―Akáne Hënë Lissen, ¿no tendrías que estar en la universidad? ―preguntó como cualquier padre responsable lo haría.
Yo dejé caer mis brazos cruzados sobre la madera del escritorio y mi barbilla sobre mis brazos.
Así lo miré.
―Creí que ya habíamos superado eso.
Él hizo rodar sus ojos y exhaló, luego de ello lanzó su maletín al sillón y encogió su hombro derecho.
Solo su hombro derecho.
―Ven y abraza a tu padre ―extendió sus brazos―; solo así te perdonaré.
Yo sonreí, feliz, enormemente feliz, porque lo amaba, porque él era el hombre de mi vida y porque yo no sería nada sin él.
Dejé el escritorio y corrí hacia sus brazos como una bebé, si, como una bebé.
No me importaba.
Cuando se trataba de él nada me importaba más.
Me envolvió con sus musculosos a la medida perfecta brazos y yo me acurruqué en su pecho.
Ese era mi hogar.
―Te amo tanto ―exhalé aferrada a él.
Papá besó mi coronilla y me apretó, haciendo temblar sus brazos por la fuerza con la que me exprimía.
Yo reí.
―Te amo mucho más mi pequeña. ―Y de nuevo, suspiró, esta vez, con melancolía―. A pesar de que ya no seas tan pequeña. ―Entendía el por qué de su comentario.
Toda la familia lo sabía.
Él debía haberse enterado ya.
―Siempre serás el primer y último hombre de mi vida, jamás podrá amar tanto a otra persona que no seas tú ―aseguré.
―Eso espero. ―De nuevo me envolvió con sus brazos.
Sabía lo que sentía, su energía me lo revelaba, tenía miedo de perderme, suplicaba con cada pequeña parte de su cuerpo que no lo dejara jamás. Lo cual llenó mis ojos de lágrimas.
Era una de las razones por las que no quería enamorarme nunca, traicionaría al mayor y mas grande amor de mi vida...
Mi padre.
― ¿Estás llorando? ―preguntó casi de manera asustadiza.
―Lo lamento ―sollocé.
― ¿Por qué? ―preguntó, extrañado, preocupado.
―Por tener que crecer y sentir todo esto, fallarte ―respondí.
―Aki ―respiró con tranquilidad y me dio una sonrisa―; estoy orgulloso de ti, no importa lo que sientas. Para mí es difícil tener que compartirte con otro hombre, pero sé que debe pasar, entiendo que ese día llegó o está por llegar. No te voy a negar la felicidad de enamorarte y conseguir alguien especial con quien quieras compartir la vida.copy right hot novel pub