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Tormenta de antaño

Capítulo 3 (Parte II): N

Si en un triángulo se traza una línea paralela a cualquiera de sus lados, se obtiene un triángulo que es semejante al triángulo dado. Sea B un punto de la circunferencia de diámetro AC, distinto de A y de C. Entonces el triángulo ABC, es un triángulo rectángulo.

Un momento…

¿Qué hago recitando el teorema de Thales?

Bostecé, no podía ser verdad.

Mi primer día en la universidad y ya estaba pensando cualquier cosa.

Una taza de café se sitió frente a mí, la miré y luego volví a ver a Ángeles. Levanté una ceja, preguntándole telepáticamente por qué. Y como si realmente pudiera escucharme, levantó uno de sus hombros e hizo un ademán de desinterés.

Saqué los audífonos de mis orejas y me reincorporé a la realidad.

Era medio día, los estudiantes iban de acá para allá cargando sus pesados libros y maletines abultados.

El bullicio era insoportable. Tanta gente desconocida en su solo lugar no era lo mío.

Así que mientras esperaba a Ángeles decidí hundirme en mi más profunda burbuja de paz. Lejos de allí.

Y terminé recitando un teorema de geometría, no era demasiado halagador.

Ángeles levantó uno de los audífonos y lo colocó en su oído antes de que pudiera ponerle pausa al reproductor de música en mi celular.

Hizo un mohín de desagrado y alejó el auricular de su oreja.

― ¿Cómo puedes escuchar esa basura? Él canta como niña y grita como si estuviera poseído; yo tendría jaqueca ―comentó.

Chillé con indignación y si no fuera porque realmente me simpatizaba, la haría pagar por lo que dijo.

Puse el celular sobre mi corazón y lo mantuve en su lugar con mi antebrazo mientras hacía una señal de cruz hacia ella.

―Apártate de mí, anticristo del metal ―bromeé.

Lo que yo escuchaba ni siquiera era metal, pero para los mortales del pop como Ángeles, todo mas allá del punk era heavy metal.

Una vez Josh criticó mi música, y como Ángeles, dijo que Kellin Quinn cantaba como niña y gritaba como demonio.

Técnicamente, lo hice morder su propio codo hasta que le quedara una cicatriz permanente.

Nadie en mi familia se atrevió a hablar de ello de nuevo.

― ¿Y que es esto? ―pregunté tomando la taza que Ángeles puso frente a mí, sospechaba que era café.

Al acercarlo, olía a café. Al destaparlo, se veía como café.

―Pasé por Nate ‘s, nata & café ―señaló detrás de ella, no muy lejos de nosotras―; cuando le dije que te traería algo, porque estabas prácticamente babeando sobre tu libro de geometría, dijo que ya te conocía, o algo como eso. Te recordaba perfectamente porque esta mañana le pediste un té rojo caliente con dos limones y stevia. Lo cual te hace oficialmente rara en este campus.

Esa mañana, me desperté casi cuando faltaban diez minutos para el toque de entrada a clases.

Así que solo me puse los zapatos, tomé mi mochila sin revisarla y corrí a toda velocidad hasta el edificio principal.

Hice una pequeña pausa en Nate ‘s, nata & café y pedí lo único que hacía de mis mañanas un momento que anhelar.

Llenaba mi estomago, con eso sobreviviría el resto de la mañana sin desayunar hasta…

Precisamente aquel instante.

―Necesitabas ese café. ―Ángeles estaba convencida de la magia de la cafeína, y quizá para ella funcionara, pero en mí no funcionaba, al igual que la marihuana―. Aunque quizá no lo necesitarías si no hubieras saltado a medianoche de nuestra ventana a la escalera de emergencias y desaparecido durante casi dos horas.

―Sospecho que estabas vigilándome ―señalé.

De otra forma, ¿cómo sabría que me fui exactamente dos horas?

Regresando a un tema pasado, me parecía realmente interesante que fuera la rara del campus por un raro gusto en mi té y no porque había aparecido el primer día de clases en pijama.copy right hot novel pub

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