Raquel Martínez.
Despierto por culpa de la estúpida alarma de mi celular que suena a las siete en punto de la mañana.
Odio tener que despertar así.
Llevo mi mano con pereza a la mesita de noche donde yace mi celular, lo tomo y con los ojos entre abiertos apago aquella molesta alarma.
No puedo seguir durmiendo por mucho que deseo así que me levanto de la cama al cabo de unos segundos y camino al cuarto de baño que hay dentro de mi habitación, hago mis necesidades, cepillo mis dientes y me doy una ducha con agua tibia.
Cuando termino seco mi cuerpo con una toalla limpia la cual enrollo después a mi cuerpo desnudo antes de salir a mi habitación.
Hoy acompañare a mi padre a la empresa de la familia —es eso o quedarme en casa a escuchar los regaños por cosas absurdas de parte de mi madre hacia mí persona—, por lo que debo verme presentable así que busco dentro en mi armario una falda de cuadros blancos y negros, un top blanco con tirantes y unos tacones negros un poco altos.
Termino de vestirme y peino mi cabello, decido dejarlo suelto con mis ondas naturales; me maquillo de una manera sencilla, para nada recargada. Me echo perfume y salgo de mi habitación.
Bajo las escaleras y me encamino al comedor.
— ¡Buenos días!
Camino hacia mis padres que ocupan sus respectivos puestos en la mesa y depósito un beso en la mejilla de cada uno.
— Buenos días, cariño —dice mi madre, sonriendo—. Que preciosa estás.
— Gracias —sonrío, sentándome a su lado en la mesa.
— ¿Estás lista? —pregunta papá.
Muevo la cabeza en un gesto afirmativo.
— Come entonces, en media hora nos iremos.
— De acuerdo.
Alexa —nuestra empleada— trajo el desayuno poco después y como de costumbre comimos en completo silencio.
Apenas termino subo a la segunda planta de la casa y camino por el pasillo hasta entrar a mi habitación e ir al cuarto de baño a cepillar mis dientes.
— ¡Raquel apresúrate! —escucho como papá grita desde abajo.
Salgo del baño y me miro una vez más en el espejo de cuerpo completo que yace en una esquina de mi habitación asegurándome de estar presentable, una vez confirmado eso bajo a la planta baja.
Me despido de mi madre dándole un beso en la mejilla y salgo de la casa para después subirme a la camioneta negra con vidrios polarizados donde mi padre me espera.
El chófer comenzó a manejar rumbo a la empresa en cuanto me subo.
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No tardamos en llegar.
En menos de cuarenta y cinco minutos llegamos a la empresa ya que no está tan lejos de nuestra zona residencial. Ernesto —nuestro chófer— detuvo el auto en su sitio una vez que entramos al estacionamiento propio de la empresa, y me bajo del coche junto con mi padre.
— Cariño sube tú primero —dice papá—. Debo hacer una llamada.
— Está bien.
Camino al elevador que se encuentra en el estacionamiento, y éste se abre después de unos escasos segundos; me subo y aprieto el botón del séptimo piso.
Pocos segundos después el elevador abrió sus puertas, así que salgo del mismo caminando a dónde está la oficina de mi padre.
Esbozando una sonrisa saludo a varios de los empleados quienes me devuelven el gesto de manera inmediata.
Mi celular vibró dentro del bolsillo de mí falda, lo saco viendo que me llego una notificación de Facebook.
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Odio recibir esas notificaciones que no me importan en lo más mínimo así que vuelvo a guardar mi celular, me doy la vuelta para pedirle un favor a la secretaria de mi padre antes de entrar a la oficina, pero choco contra el pecho de alguien igual o peor de distraído que yo.
Es un chico, lo compruebo cuando me veo obligado a levantar mi cara para mirarle el rostro ya que en altura me gana por varios centímetros.
Me permito detallarlo mientras seguimos de la misma forma; él con su mano izquierda sobre mi brazo mientras la otra reposa en mis costillas, y yo con las palmas de mis manos abiertas sobre su pecho.
¡Madre mía!
¡Este hombre si que es precioso!
Es extremadamente atractivo —a mi parecer—, su piel es blanca, tiene el cabello castaño oscuro liso y éste le cae sobre su frente un tanto desordenado, apuntando a diferentes direcciones, tiene un par de ojos preciosos color esmeralda y por encima de su caro traje hecho a la medida color negro se nota que tiene un cuerpo un tanto atlético.
— ¿Estás bien? —pregunta el desconocido, sacándome del embelesamiento.
Asiento con la cabeza, un tanto distraída.
— ¿Segura?
Al caer en cuenta que estoy demasiado cerca de un completo extraño doy un paso atrás, alejándome un poco de él.
— Sí —afirmo, asintiendo—. Discúlpame por...
— No es tu culpa —me interrumpe—. Es mía por no ver por dónde voy.
— Como digas, bueno, debo ir...
— No, espera —dice, antes de que puedairme—. Estoy buscando a Jorge Martínez, ¿de casualidad sabes dónde puedo encontrarlo?
— ¿A mi papá?
— ¿Eres su hija? —pregunta sin ocultar la sorpresa que se plasma en su rostro.
— Si —muevo la cabeza en forma de afirmación—. Él no tarda en subir así que si quieres puedes esperarlo a su oficina.
— Gracias —sonríe, mostrando su perfecta dentadura—.copy right hot novel pub