Cynthia bajó la cabeza y vio el «huevo de paloma» que tenía su hija en la mano.
Como se fue con prisa, dejó el anillo en la cama de la habitación. Alessia subió a buscarla, no encontró a nadie, pero vio algo brillante en la cama.
A la niña le gustó mucho el diamante brillante, no sabía su valor, solo pensaba que era divertido.
Cynthia no sabía qué hacer, volvió para mirar a Alain, pidiéndole su opinión. No podía tomar decisión porque este no era un juguete.
«Además, ¿cómo puede ser un juguete?».
Alain no pensó que fuera gran cosa, como de todos modos a Cynthia no le gustó, le agradaba que a su hija le gustara.
Tocó con cariño el cabello de su hija.
—¿Te gusta?
La niña asintió con seriedad.
—Me gusta, es tan brillante, no había visto una piedra tan brillante, papá, mamá, ¿dónde lo encontrasteis?
Ella también quería encontrarse uno así en la calle.
Era demasiado hermosa.
A las niñas le gustaban las cosas rosas y brillantes.
Cynthia no supo qué decir.
«¿Piedra?».
Se puso en cuclillas para mirar a su hija y le enseñó con paciencia:
—Alessia, esta no es una piedra cualquiera, no se puede encontrar en las calles, es algo muy valioso, no puedes llevarlo afuera. Me encargaré de guardártela, cuando seas mayor te lo daré, ¿vale?
Si lo sacaba afuera, podría llamar la atención de algún codicioso, entonces atraería problemas.
La niña no lo entendió del todo, solo entendió que esta piedra era valiosa.
Ella miró el anillo, realmente era brillante.
Le gustaba mucho.
Cynthia notó que su hija se mostró reacia y suspiró levemente.
—No te lo estoy quitando, pero esta cosa es muy valiosa. Si lo sacas afuera, los malos te lo van a quitar.
La pequeña se imaginó que alguien se lo iba a quitar y lo abrazó con fuerza.
Los movimientos exagerados dejaron estupefacta a Cynthia.
Se preguntaba por qué no se dio cuenta de que le gustaban tanto las cosas brillantes.
—Vale, pues te está prohibido sacarlo afuera para jugar, ¿de acuerdo?
No era posible convencerla ahora. Cuando perdiera el interés, se lo guardaría.
La niña vaciló. La idea de que alguien se lo podría quitar dio en su debilidad, porque si se la arrebataran, lo habría perdido.
Aunque le daba pena, se lo entregó a Cynthia.
—Mamá, guárdamelo para cuando sea mayor.
Cynthia apretó su carita.
—Eres una buena chica.
La niña sonrió, mostrando una hilera de dientes blancos.
—Señor, señora.
Vega se acercó.
—El señor Alejandro quiere que vayáis al estudio.
Cynthia le dijo a su hija que fuera a jugar, luego se volvió para mirar a Alain.
Sus ojos se encontraron. Alain dijo a la ligera:
—Vale.copy right hot novel pub