Lisa se quedó pasmada mientras miraba al hombre que amaba, sus hermosos ojos verdes. Estaba sorprendida, claro que había pensado y hasta deseado casarse con él, pero ¿tan pronto?
-Luis. . .
-Quiero que entiendas que no te estoy pidiendo que nos casemos de inmediato, pero que si deseo claramente que seas mi esposa. No hay nada que desee más Lisa. Te amo- ella le sonrió con lágrimas en los ojos.
-Sí. Acepto mi amor, si quiero casarme contigo- ellos se abrazaron feliz, los padres de Lisa sonreían alegre. Linda aplaudía contenta
-¡Tendré nuevo hermano!- gritaba mientras reía feliz.
-Ya tienes nuevo hermano, pequeña- Luis se inclinó y deposito un tierno beso en la frente de la niña-
-Yo quiero llevar los anillos, Lisy.
-Claro que si, mi amor- le sonrió mientras que acariciaba su cabello.
-Bienvenido a los Castillo, Luis Francisco.
-Es un placer señor. Juro que no les decepcionaré. ¿Quieres establecer una fecha promedio, cariño?- miraba a Lisa con adoración.
-No lo sé. Estoy por culminar la universidad, me gustaría terminar mis estudios antes de casarme- ¿ qué te parece un año?
-Me parece perfecto Lisa, todo será como tú quieras mi amor.
Los días fueron pasando Luis Francisco y Lisa vivían a plenitud su amor, ella solía visitar la mansión Alcázar, los padres de Luis Francisco la adoraban, sobretodo la madre, la señora Mara, ella era extremadamente dulce con ella.
Los encuentros amorosos se hacían cada vez más frecuentes, era imposible mantener las manos alejadas del otro. Disfrutaban de fines de semana en la playa, de comidas familiares, ambas familias habían encajado a la perfección.
Linda revoloteaba siempre sobre Lisa, haciéndole preguntas sobre Luis, ella le adoraba y él siempre tenía detalles para con ella. En las noches Linda, se metía bajo las sábanas de su hermana y conversaban por horas, Linda siempre hablaba de lo contenta que estaba porque su hermana nunca dejaba de sonreír.
La relación entre las hermanas Castillo, era tan fuerte que más que hermanas eran las mejores amigas. Linda sentía admiración por su hermana, la veía como el ejemplo a seguir, de hecho siempre decía;
-Cuando sea mayor Lisa, quisiera ser como tú y quiero conseguir un novio tan bonito como Luis Francisco.
Lisa por su parte, adoraba a Linda, para ella, esa niña era; su hermana, su amiga, su adoración, su amor, la luz de sus ojos. Despertaba en ella su instinto maternal, siempre la protegía sin importar de quien tuviese que hacerlo.
Mara Castillo adoraba a Lisa, ella era su mayor orgullo, su hija mayor, su consentida, el reflejo de lo que ella alguna vez había sido.
Henrry Castillo por su parte, protegía con su vida a su pequeña Linda, ella era dulce, hermosa, y su amor más tierno. Y es necesario aclarar que no era que no amasen a sus dos hijas, porque de hecho las amaban con su vida, era solo que se sentían identificados más con una que con otra.
Los meses habían transcurrido con mucha rapidez, de hecho ya habían pasado seis meses desde que Luis Francisco le pidiese ser su esposa y colocara en su dedo un hermoso anillo de compromiso.
Pero en aquel momento estaba sumamente nerviosa.
Se encontraba en el cuarto de baño de su habitación, y sobre el lavamanos cuatro pruebas de embarazo diferentes, y una quinta en sus manos, esperando que marcara su respuesta. Y rogando a Dios porque las otras estuviesen equivocadas.
Pero no.
No había equivocación.copy right hot novel pub