—Yo lo arreglaré, quédate descansando aquí —dijo Eduardo con determinación mientras frotaba el hombro de Celia.

Los ojos de Celia estaban desenfocados y rojos, se sentó en la cama con su ayuda.

Eduardo la miró con preocupación, pero sabía que tenía cosas más importantes que atender en este momento.

Cerró la puerta y fue al escritorio.

Milagros estaba viendo los objetos decorativos del escritorio y toqueteando los libros de las estanterías.

Se puso pensativa al ver entrar a Eduardo, como si buscara la mejor manera de empezar la conversación.

—Yerno mío... —Milagros iba a halagarle, pero Eduardo la cortó enseguida.

—Milagros, puede ser directa con lo que quiera decir.

—Primero dame los 20 mil euros que hemos acordado antes, luego discutiremos el dinero que me tienes que dar por la novia y la cantidad de manutención mensual para mí después de que os caséis —Milagros se puso una expresión seria.

Su sensación de dolor por Celia se hizo más fuerte.

—Déjeme decirle, no malgaste la bondad de Celia por usted—Eduardo seguía hablándola con respeto, pero mostraba desdén a través de su mirada.

Milagros se asustó un poco ya que era la primera vez que veía a un Eduardo tan frío, e inexplicablemente sintió un escalofrío.

—¿Esta es la forma que un yerno habla con su suegra? —preguntó Milagros con valentía.

—Así es como el presidente del Grupo Esplendor habla a la familiar de su empleada —Eduardo se sentó en el sillón, trasmitía un aura de poder.

Milagros se dio cuenta entonces de que el respeto y la cortesía que Eduardo había mostrado no era su verdadera faceta, «¿cómo voy a lidiar con él ahora?»

Mientras Milagros seguía pensativa, Eduardo siguió hablando.

—Demuéstreme el dinero que ha gastado en Celia desde que nació con recibos y yo le daré el doble de dinero.

—¡Cómo puedo encontrar los recibos después de estos veinte años!

—Eso no es asunto mío, sólo le daré dinero con los recibos y verificaré su autenticidad, así que, por favor, no falsifique —Eduardo seguía siendo serio y frío.copy right hot novel pub