“Esa tarde se preguntó a sí mismo, con su infinita capacidad de ilusión, si tal indiferencia implacable podría no ser un subterfugio para ocultar los tormentos del amor”
Gabriel García Márquez
Karem despierta, se sienta en la cama, toma su teléfono. Revisa su chat.
Responde algunos mensajes a Virginia y a Ernesto. Coloca su contraseña, entra en firebook y no tiene mensajes de Diego. Ve su conexión más reciente, es de hace pocos minutos. Aún así no le há escrito.
Le envía un mensaje, esperando le responda. Decide dar un vistazo a las publicaciones del hombre desconocido, que lleva casi un mes conversando con ella.
Sólo algunos post de arte, sólo información superficial. ¿Cómo puede adentrarse en su mundo, sin saber de él? La configuración de su perfil es algo críptica. ¿Habr algo que ocultar? ¿Qué persona puede requerir ser tan reservado y misterio? Esas preguntas comienzan a rondar su cabeza.
No hay respuesta luego de casi media hora. Cierra el chat. Se levanta de la cama. Decide darse un baño. En la regadera, comienza a recordar las conversaciones del inicio de su conexión con Diego. Quizás lo que loe atrae de él, sea precisamente esa curiosidad de transgredir los límites de la realidad que siempre la ha mantenido bajo control de su raciocinio.
Sólo dos veces se dejó arrastrar por sus emociones, primero con Miguel, en un comienzo; ahora con el enigmático Diego. Deja entonces que du imaginación vuele a esos momentos en que el placer sexual se apoderaba de sus sentidos. Acaricia suavemente con el jabón su cuerpo, sus senos y pezones, se endurecen con el roce y dureza del jabón. Sus manos se extienden por su abdomen y descienden a du pelvis, luego a su cartílago, se frota, se toca y acaricia en movimiento circular que va acelerando poco a poco, en la misma intensidad con que una a una sus palpitaciones se van acrecentando.
Cree escuchar el timbre, se apresura a quitarse el jabón de du cuerpo. Toma la toalla, y sale a ver quién puede estar tocando. Se asoma por el visor. Es Rosa. Abre la puerta:
–Pasa, pero dame un segundo, para vestirme.
–Disculpa que te haya interrumpido.Sólo te traía un poco de pastel que le hice a Elenita, para agradecerte tu apoyo.
–No tienes de que preocuparte. ¿Cómo sigue la niña?–pregunta, tomando el envase de manos de Rosa.
–Gracias a Dios, no ha tenido más fiebre.
–Me alegra que esté bien. Gracias por el pastel, me encanta el pastel de chocolate.
Karem cierra la puerta. Coloca el pastel sobre la mesa. Se regresa hasta su cuarto. Se coloca un short de algodón y una franelilla. Toma su celular, camina hasta la cocina. Prepara un café. Se sirve una taza y come un pedazo de aquel pastel.
Suena su teléfono, atiende la llamada:
–Hola. ¿Cómo estás?
–Bien. Me quedé esperando para vernos.
–Estaba super agotada. Pero hoy, podemos almorzar juntas, si quieres.
–Perfecto. ¿A qué hora pasas por mí?
–En un par de horas.
Culmina la llamada. Degusta aquel pastel. Suena nuevamente su teléfono:
–¿Qué se te olvidó, vieja?
–¡Buen día preciosa!
–Disculpa mi amor, pensé que era Virginia. ¿Cómo estás?
–¡Bien, con ganas de verte!
–Yo igual, pero creo que hoy no podra ser. Me comprometí con Virginia para almorzar.
–Bueno, por lo visto habrá que posponer las ganas.
–No me digas eso mi amor, me haces sentir mal.
–OK preciosa, no te preocupes.copy right hot novel pub