Ella sabía a lo que se refería él, al parecer lo había subestimado y no era otro joven rico de cerebro hueco, este al parecer tenía un poco más de sesos que los anteriores.
La respiración de Daphne era irregular, la recta nariz de Dorian estaba a escasos centímetros de su pómulo derecho; ella podía jurar olor el aroma de su colonia dulce mezclada con algo cítrico que no logró descifrar.
Ella tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no golpear su entrepierna en un intento desesperado por apartarlo.
—No intento jugar a nada, solo hago mi trabajo y esto es parte de mis deberes— susurró ella, no por miedo de su reacción, más bien lo susurró porque sintió que aquel momento era algo íntimo entre ellos, algo extraño que jamás le había ocurrido con ningún cliente.
El rostro anguloso de Dorian pareció relajarse, aún así él mantuvo su imponente presencia aprisionandola contra la pared.
—Explicate de inmediato— demandó él.
Daphne apretó con fuerza sus dientes, deseaba estar libre para estampar en su rostro una buena cachetada, pero en lugar de eso envió hielo a la sangre hirviendo en sus venas para calmarse.
—Cuando aceptamos un trabajo, para hacerlo de forma efectiva y creíble, debemos estudiar a todas las personas involucradas. Cada detalle debe ser analizado con perfecto detenimiento, para así estar a la altura de la situación, preparados para lo que sea— contestó ella, su voz convertida en la armonía de una pacífica noche de invierno.
Sus palabras entraron en Dorian y calmaron sus instintos, las llamas de fuego invernal se apagaron en sus ojos, despacio se alejó de Daphne liberándola de su aprisionamiento.
—¿Por qué no fui informado de esto?—bufo él, unos pasos más alejados de ella.
—Porque es más fácil si las personas no saben que están siendo evaluadas, son más auténticas y reales. Te sorprendería lo mucho que puede revelar una mirada, una sonrisa o un simple gesto desinteresado, solo se necesita alguien que esté mirando en el momento oportuno—canturreo ella en respuesta, volviendo su sonrisa lupina mientras pasaba a su lado rumbo al despacho.
Las palabras incomodaron a Dorian de una forma que no logró explicar; para ser honesto, todo lo relacionado a aquella mujer lo hacía sentir incómodo, avergonzado, incluso en determinados momentos sintió como sus palmas volvían a sudar.
Manteniendo su rostro frío y distante, él siguió los pasos de Daphne observándola menear su figura, consciente de cada paso que daba.
Ella era alguien a quien temer y admirar en partes iguales; una mujer hermosa e inteligente, consciente de sus encantos y dispuesta a utilizarlos para conseguir lo que deseaba. Pero ¿Qué deseaba?
Dorian se deslizó dentro de su propio despacho ocupando el asiento del cliente o visitante, como era de esperarse, Daphne ya había ocupado su lugar.copy right hot novel pub