El suave sonido de una ciudad volviendo a la vida en el exterior del departamento, despertó a la hermosa mujer de cabello tan oscuro como la noche, quién, segundos atrás, dormía plácidamente en el mullido sillón del living.
Daphne se incorporó de su posición horizontal, y al instante sintió las oleadas de dolor, enviadas por sus músculos entumecidos. Se dió cuenta que había sido una pésima idea dormir allí, pero no se arrepentía de su decisión; luego de ver a Dorian marcharse a su cuarto antes de cenar, se dió cuenta que quizás él necesitaba su espacio.
Observando el lugar con sus oscuros ojos somnolientos, divisó, junto a la enorme ventana de cristal, la esbelta figura de un hombre, observando la ciudad vibrante de vida bajo sus pies.
—Buenos días—dijo ella, sin lograr esconder el dolor de su cuerpo reflejado en su voz.
La figura pareció sorprenderse ante aquel sonido, y con rapidez volteó en su dirección. Cuando por fin sus ojos color noche lograron adaptarse al sol, permitiéndole distinguir el rostro del hombre frente a ella, supo a quién acababa de saludar.
—Buenos días Daph—contestó Dorian, regalandole una encantadora sonrisa, al tiempo que se aproximaba a ella.
Ella pasó una mano por su cabello revuelto, en un intento por someterlo, mientras observaba el lugar buscando señales del posible paradero de Luca.
—No está, se marchó hace media hora diciendo que debía hacer algo.—comenzó a decir el atractivo millonario, haciendo una pausa para tomar un sorbo de su taza de café—Se llevó tu motocicleta, me dijo que tú solías prestarcela.
Los ojos de Daphne se expandieron, al tiempo que su expresión somnolienta cambiaba a una de indignación y cólera creciente.
—Hice mal en dejarlo ir ¿No?—se atrevió a susurrar Dorian, percatandose del brusco cambio en el rostro de la mujer.
—No es tu culpa. Luca sabe muy bien que no le presto mi moto a nadie—contestó la mujer, con ojos de demonio.
Observandola con detenimiento, el millonario sintió verdadera lastima y empatía por el agente. Estaba seguro de que la mujer podría llegar a ser más brutal que las propias llamas del infierno, si se lo proponía. Sin lugar a duda, en aquel momento, no lo envidiaba en lo absoluto.
—¿Quieres un café para desayunar?—murmuró Dorian, en un intento por distraer la mente de la mujer.
Y lo consiguió, el semblante de ella cambió, volviendo a relajarse, al menos un poco, mientras le regalaba una suave sonrisa.
—Eso no se pregunta Dorian—contestó ella poniéndose de pie—solo déjame ir al baño primero, o mi aliento desintegrará la taza.
El atractivo millonario sonrió y negó con la cabeza, mientras la observaba caminar hacia el baño. En el poco tiempo que tenían viviendo juntos, se había dado cuenta de lo increíble que era compartir su vida cotidiana con alguien.
Mientras la veía desaparecer dentro del baño de invitados, le fue imposible alejar el doloroso recuerdo de la noche anterior. Dorian no lograba saber qué había sido peor enfrentar, la idea de un medio hermano, o el hecho de que su enorme cama estaba vacía.
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Luca apagó el ronroneante rugido del motor frente a la elegante florería.
Sin lugar a dudas, era la más cara de la ciudad, aún así aquello no le sorprendió, después de todo, la rubia parecía inclinada a mantener un alto estatus social.
Luego de estacionar el vehículo y trabarla para evitar que alguien la robara, ya que hasta el propio diablo tendría miedo de enfrentarse a Daphne en esa situación, caminó con paso seguro y arrogante hacia el lugar.
En el preciso instante que atravesó la entrada principal, un grupo de elegantes y sofisticadas mujeres, se giró en su dirección evaluándolo con la mirada.
—Buenos días señoritas—exclamó él de forma cortés y elegante, al mismo tiempo que inclinaba levemente la cabeza en un gesto casi de reverencia.
Algunas mujeres se sonrojaron ante su mirada gris y esquivaron su encuentro, otras, más descaradas, le dedicaron una sonrisa coqueta e invita te; sin embargo la única reacción que le importaba era la de Elena, quien parecía evaluarlo con la mirada, decidiendo si valía o no la pena.
Fue entonces que Luca decidió comenzar su astuto juego de seducción.
Con aires de superioridad pasó a su lado sin mirar siquiera en su dirección, gesto que a la mujer de rostro perfecto pareció disgustarle. Aquello era comprensible, ella estaba acostumbrada a robar la atención de todos, algo que el agente sabía muy bien y estaba dispuesto a utilizarlo en su contra.
—Disculpe señora ¿Tiene ramos grandes de rosas?—preguntó Luca, haciendo que su voz sonara un poco más grave de lo normal.
La mujer detrás del mostrador parecía inclinada a desmayarse, mientras adoptaba un tono rosado en sus mejillas.
—Si señor, tenemos de cincuenta, cien, doscientas o hasta trescientas rosas—comenzó a decir la mujer, trabandose con cada palabra—los precios son…
—No es necesario que me digas los valores, llevaré el más grande—contestó el atractivo agente obsequiandole una sensual sonrisa, gesto que no pasó desapercibido para Elena, de pie, unos pasos más allá.
La empleada, se sonrojó aún más mientras intentaba sonreír, al tiempo que inclinaba su cabeza y comenzaba a caminar con pasos apretados hacia el depósito.
—O eres un romántico empedernido, o estás intentando enmendar las cosas—ronroneó la hermosa mujer de cabello color oro, con tono sensual.
Luca sonrió en su mente, al tiempo que giraba su rostro hacia ella con gesto asombrado, como si fuera la primera vez que notaba su presencia en el lugar.copy right hot novel pub