Modo oscuro
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Besos de Medianoche 1: Designio

Capítulo 23:

Los días siguientes, parecieron desvanecerse en un fugaz pestañeo, y antes de percatarse, el final de la semana había llegado, trayendo consigo los nervios y ansiedad por la fiesta de compromiso.

Dorian llevaba despierto desde antes del amanecer, su mente viajaba por un sinfín de posibles desenlaces, todos atroces.

Sin embargo, en esta ocasión, no solo se hacía presente la idea de perder a Elena, también estaba la posibilidad de perder a Daphne.

La mujer de cabello oscuro como la noche ya se había levantado, el millonario podía escucharla dar vueltas por la cocina revolviendo trastos a su paso.

Aún así, y sin conocer el verdadero motivo de trasfondo, el hombre no se había atrevido a salir de la cama, en la cual, el aroma a jazmín y limón que desprendía el cuerpo de ella, seguía aferrado a esta.

Sin embargo, los minutos pasaban y se transformaban en horas perdidas, devoradas por su miedo absurdo a que aquel día llegase a su fin.

«Tu eres Dorian Fleyman y no tienes miedo, al final de este día todo seguirá igual que siempre» se dijo a sí mismo.

Un intento famélico por calmar el mar tormentoso que regía su corazón, consiguiéndose algo de grata paz, al tiempo que le daba a su cuerpo la orden silenciosa de incorporarse.

Y así lo hizo.

Con pasos tortuosos, el millonario se aproximó a la ropa que tenía preparada de forma pulcra, sobre una cómoda ubicada contra la pared de la habitación.

Vistiéndose más rápido de lo esperado, salió del cuarto, con un caminar lento y pesado, intentando retrasar la continuidad de sus acciones.

Pero llegó a la cocina, dónde Daphne ya se encontraba preparando una segunda pila de panqueques, al tiempo que caminaba por el lugar leyendo un manojo de papeles.

Al menos él no era el único nervioso aquel día, sin embargo, muy lejos de traerle consuelo alguno, aquello lo aterró aún más.

—Buenos días—se atrevió a susurrar Dorian.

Las palabras sorprendieron a la hermosa mujer, cuyos ojos parecían la invocación de la propia noche, su cuerpo dio un pequeño salto en respuesta, retrocediendo ante cualquier posible peligro.

Sin embargo, cuando se dió la vuelta y divisó al hermoso hombre observándola con preocupación genuina en sus ojos color océano, la tensión disminuyó, al tiempo que liberaba un largo suspiro.

—Buenos días Dorian, me asustaste.—contestó ella, llevando una mano al medio de sus firmes pechos cubiertos por la fina tela, los cuales el lucho por no mirar—Debes hacer algún sonido cuando te acercas, ni la muerte es tan sigilosa—bromeó ella, intentando aliviar el acelerado latir de su corazón.

—Lo tendré en cuenta, la próxima vez me colocaré un cascabel en el cuello—respondió él, intentando aferrarse a esa pequeña chispa de humor.

Sin embargo, la hermosa mujer no se volvió a detener en la conversación y continuó preparando más panqueques, caminando de un extremo al otro por la habitación.

—Daph ¿Te encuentras bien?—susurró Dorian temeroso.

Aquellas palabras detuvieron a la mujer en seco, girando su rostro observó al hombre frente a ella, sus ojos oscuros como la noche, brillantes por el desentendimiento.

—¿A qué te refieres? Claro que estoy bien—contestó ella de forma brusca y a la defensiva.

Daphne Moon podría ser la maestra de las mentiras y el engaño, pero en aquel momento, no llevaba puesta la máscara que utilizaba para esconder sus emociones.

Incluso el propio Dorian logró leer la mentira manchando cada una de sus palabras.

—No te creo. Hay dos opciones, tienes muchísima hambre o estás preocupada por algo y te distraes cocinando lo único que sabes—dijo el millonario, cruzando sus fuertes brazos sobre su pecho, adoptando un aspecto más imponente ante ella.

La mujer mordisqueo nerviosa sus labios carnosos y liberando un profundo suspiro, se atrevió a responderle.

—Tienes razón, estoy nerviosa por el evento de esta noche. Si todo sale bien, esta podría ser nuestra oportunidad para que recuperes a Elena—respondió ella, comenzando a dejar los utensilios de cocina dispersos por el ambiente, en el lugar correspondiente.

Aquello ablandó el alma de Dorian, quien la observó durante unos segundos con ojos cargados de compasión.

Cambiando a una posición más relajada, acortó la distancia que lo separaba de ella y la envolvió entre sus fuertes brazos.

El primer contacto tomó por sorpresa a Daphne, quien se tensó durante unos instantes, antes de maravillarse por el aroma a cítricos que desprendía su cuerpo, y cedió por completo ante el contacto.

—Daph, no estés nerviosa, tu misma me dijiste que sería un tonto de no estarlo aquella primera vez, pero al igual que en esa ocasión yo estaré a tu lado.—comenzó a decir él, trazando largos círculos en su espalda alta—Estare a tu lado hasta que la oscuridad me reclame—susurró a su oído.

Aquellas palabras rompieron algo dentro del corazón de Daphne y se odió a sí misma por no lograr contener las palabras que salieron de sus labios.

—También estaré a tu lado, hasta que la oscuridad me reclame—susurró en respuesta ella, intentando creer en sus propias palabras con desesperación.

Sin embargo, las lágrimas que comenzaron a deslizarse de sus oscuros ojos y cayeron de forma sorpresiva sobre el hombro de Dorian, encendieron en este las señales de alarma.

—Daph ¿Es solo eso o hay algo más que quieras decirme?—interrogó el millonario, apartándola con delicadeza para observar su rostro empapado de lágrimas.

—Es solo eso Dorian—mintió Daphne, odiando aquellas palabras y suplicando que el hombre frente a ella le creyera.

Y así lo hizo, luego de examinarla por un par de segundos, los que ella sintió como eones, una suave sonrisa tiró de sus labios en confirmación.

Fue entonces que ella comprendió porque Elena engañaba a Dorian, aquello era muy fácil y simple, el enorme corazón de aquel hombre repleto de amor, confianza, pureza y buenas intenciones, lo hacían un objetivo perfecto para el engaño.

Aquello podría volverse, con facilidad en una adicción demasiado tentadora.

Sin embargo jamás se perdonaría por haberle mentido una primera vez, y no lograba dimensionar el hacerlo una segunda.

—Uf es muy temprano para que ya estén tan acaramelados ¿No creen?—ronroneó desde el umbral de la puerta Luca.

Al instante, y como acto reflejo, tanto Daphne como Dorian se apartaron por completo el uno del otro, sin embargo ninguno de los dos comprendió el motivo de aquello, después de todo no hacían nada malo.

En los labios del agente emergió una sonrisa socarrona cargada de entendimiento, aún así, lo disimuló pasando sus brazos por encima de su cabeza logrando exponer su torso medio desnudo, al tiempo que liberaba un largo y estrepitoso bostezo.

—¿Acaso no tienes ropa? Esto no es un motel—dijo Dorian, sus profundos ojos azules buscando algo para desviar la atención, mientras tomaba asiento en la barra, lo más lejos de Daphne posible.

En efecto, el hombre de piercing en los labios, vestía solo un boxer demasiado ceñido, el cual no dejaba lugar a la imaginación o la disconformidad.

Muy lejos de acobardarse, Luca sonrió y extendió sus brazos, mientras comenzaba a darse la vuelta con lentitud, modelando su glorioso cuerpo tonificado para ellos.

Sus ojos color gris brillaban de orgullo y seguridad.

—Hace unos momentos atrás me pareció lo contrario—ronroneó en respuesta, placer y malicia bailando en su voz—¿O acaso tienes miedo de enamorarte de mí?.

—Por favor, no estoy de humor para tus tonterías—contestó con aspereza el millonario.

—Es verdad, fue una tontería, tú no te puedes enamorar porque ya lo estás. Y cada vez me queda más claro—murmuró el agente, en un tono tan bajo que nadie lo escuchó, al tiempo que tomaba lugar en la barra.

Volviendo sus ojos a Daphne, notó por primera vez lo que estaba haciendo y las enormes montañas de panqueques que se apilaban por encima de la barra.copy right hot novel pub

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