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(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

XXXII

No había dicho ni una palabra desde el momento en que Axel me había comunicado aquello. Me había limitado a estar en silencio, tratando de asimilar lo que significaban sus palabras. Volvería a ver a Eiden aquella noche.

No podía evitar pensar en cómo reaccionaría cuando tuviera delante al lobo que me había marcado sin mi consentimiento y que había Tratado de convertirme por la fuerza. Sin embargo, ahora que mi mente estaba desbloqueada del miedo irracional que había desarrollado hacia él, podía recordar con claridad los buenos momentos que pasamos en nuestra nueva mansión después de la boda. No me trató mal ni se portó de forma inadecuada en ningún momento. Me trató como lo que era y aún seguía siendo: su esposa.

«Ya hemos tenido esta conversación muchas veces», se quejó mi cerebro.

Y era verdad. Pero ahora me daba cuenta de que necesitaba hablar con Eiden. Quería que él me lo contara todo, quería saber la historia desde todos los puntos de vista posibles. ¿Y si Axel no me lo había contado todo? Al fin y al cabo, si fue capaz de envenenarme pudo haberme mentido, ¿no?

Continué sumida en mis pensamientos mientras entrábamos en la mansión. Ni siquiera me había detenido a mirarla cuando salí con Alec. Estaba tan ansiosa por salir que se me olvidó que estaba en un lugar nuevo y desconocido para mí.

La primera estancia en la que me encontré fue un enorme salón con numerosos sillones y mesas bajas. Una gran lámpara colgaba del techo, aunque no estaba encendida porque las ventanas que daban al exterior iluminaban la estancia. Al fondo había una enorme escalera que un poco más arriba se partía en dos: una hacia la izquierda y otra a la derecha. Nosotros tomamos la de la derecha y nos encontramos en un pasillo estrecho con puertas a ambos lados. Mi habitación estaba al fondo del pasillo.

—Prepárate, vendré a recogerte dentro de dos horas —me dijo el cazador.

Se dio la vuelta, dispuesto a salir de la habitación. Armándome de valor, miré fijamente su nuca y formulé mi petición.

—Quiero hablar con Eiden.

Axel se giró hacia mí con el ceño fruncido y una expresión confusa en el rostro.

—No —dijo enseguida—. No, no hablarás con él, Nicole. Te verá el tiempo suficiente para que pueda comprobar que hice lo que me pidió y nos iremos.

—Me negaré a ser vuestra cazadora, entonces —alcé la cabeza—. Estás entre la espada y la pared, Axel. Se hará lo que yo diga o no seré vuestra cazadora suprema.

—¡No puedes amenazarme con eso cada vez que quieras algo! —se quejó—. ¡Nicole, si te digo que es mejor que no hables con él, hazme caso!

—¿Y puedo confiar en ti? ¿Puedo confiar en el consejo de un hombre que me envenenó? —apostillé—. ¿Por qué lo hiciste, Axel? Dame una buena razón.

—Porque significas mucho —me dijo.

—Esa no es una buena excusa, ¿sabes? —reí sin ganas—. Estuve días sufriendo horribles pesadillas en las que me despertaba llorando. Y todo por tu culpa, Axel. ¿Por qué debería confiar en ti?

Él no respondió. Parecía querer decirme algo, pero no pronunció ni una palabra.

—Entonces no hay razones para hacerlo —sentencié.

—He hecho lo que he creído mejor para ti, siempre —me contestó al fin—. Puede que me haya equivocado, Nicole, pero los cazadores también nos equivocamos y cometemos errores; unos más graves que otros. Pero nunca quise hacerte daño ni lastimarte de ninguna forma. Puede que a veces actuara sin pensar en las consecuencias y por eso te pido que me perdones.

—Te perdonaré cuando me expliques lo del suero —me crucé de brazos en actitud defensiva.

Axel suspiró.copy right hot novel pub

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