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(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

XLI

Las últimas palabras del cazador resonaban en mi mente. Axel me había engañado y nos había traicionado a todos. Y ahora, por su culpa, yo estaba en peligro. ¿Era eso? ¿Pero por qué? No entendía nada.

—¿Qué ha hecho Axel? ¿Qué es lo que está pasando?

—Aún no puedo contártelo, Nicole, tengo que estar seguro de esto. Pero Eiden jamás te mentiría. Es tu alfa y tu compañero. Y si ha dejado este mensaje aún a sabiendas de que podrías no recibirlo jamás, es porque estás en peligro.

Respiré hondo varias veces, intentando calmarme un poco. Cada músculo de mi cuerpo estaba en tensión y yo sabía que la única forma de liberarla era entrenando. Tendría que salir aquella noche.

—¿Qué son estos números? —le pregunté al rubio mientras le señalaba el papel.

—¿Recuerdas que te dije que se hizo una copia de los pergaminos originales de la profecía? Esa copia se dividió en distintos códices. En el papel está escrito el nombre de uno de esos archivos, seguramente el que corresponde al pergamino dorado que ha caído en sus manos. La "A" significa "archivo" y su código es SP. 6492.

—¿Por qué lo escribió Eiden aquí?

—¿No es obvio? —sonrió de lado—. Quiere que busquemos ese archivo, Reina. Seguro que ahí estarán las respuestas que buscamos.

—Pues entonces no debemos perder más tiempo.

Me di la vuelta y caminé hacia la puerta con Kendall detrás de mí.

—Reina, no creo que vayamos a encontrarlo en la biblioteca. Ya sabes que este tipo de información la guarda Axel y seguro que no te permite verla.

—Lo sé, pero aun así prefiero asegurarme —cruzamos el pasillo—. Anoche intenté buscar en la habitación de Axel, pero me descubrió y tuve que parar.

—¿Entraste en el dormitorio de Axel y te pilló? —asentí—. ¿Y qué le dijiste?

—Que lo estaba buscando a él. Había bebido más de la cuenta y se lo tragó —le conté mientras bajábamos las escaleras.

—Entonces, ¿no encontraste nada? —parecía desilusionado.

—No, pero quiero volver otra vez si no encontramos nada en la biblioteca. Si está en algún sitio, estará allí.

—Si nos encuentra, me matará —suspiró—. Pero estoy dispuesto a correr el riesgo.

—No es necesario que me acompañes, Kendall. Conmigo no será tan duro y las consecuencias no serán tan severas —nos detuvimos frente a la puerta de la biblioteca.

—Quiero hacerlo —sonó decidido.

—Entonces intentaré que no nos descubra.

Entramos y nos dividimos para abarcar más terreno y agilizar nuestra búsqueda. No fue fácil revisar todos los estantes y todos los libros de aquella inmensa biblioteca, pero lo hicimos. Y, tal y como temíamos, el códice no estaba allí.

—Sinceramente, ya me lo esperaba —suspiró Kendall—. Supongo que mañana querrás entrar en el dormitorio de Axel.

—Mientras él entrena —asentí—. Podría decirte que lo buscaras tú mientras él y yo entrenamos, pero las consecuencias serán mucho más severas para ti si te cogen allí solo que si estás conmigo. ¿Me equivoco?

—No, no te equivocas —sonrió—. Te lo agradezco.

—No tienes por qué. Lo haremos juntos. Deberíamos descansar.

Salimos de la biblioteca, pero antes de que nuestros caminos se separaran no pude evitar preguntarle.

—Kendall —se giró para verme—. ¿Por qué no quieres contarme en qué consiste esa ceremonia de la que me hablaste? Ya sabes, lo del hechizo.

—Prefiero asegurarme de que mis sospechas son ciertas. No me gustaría hablar de más, Reina. En cuanto lo haya confirmado, te lo diré. No creo que sea necesario mucho tiempo.

Asentí. Le di las gracias y seguí caminando hacia mi habitación.

Apenas pude dormir aquella noche. Tenía demasiadas cosas en mi cabeza. Debería haber salido a correr para intentar despejarme y seguro que habría conseguido dormir antes, pero no me vi con fuerzas. El mundo se me estaba cayendo encima poco a poco y yo no sabía cómo detener aquella catástrofe.

—Nicole, ¿en qué narices estás pensando?

La misma voz neutra de siempre. Llevábamos media hora de entrenamiento y yo no había conseguido hacer nada bien.copy right hot novel pub

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