Modo oscuro
Idioma arrow_icon

(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

XLIV

Diez de agosto: había llegado el primer día de mi verdadero entrenamiento. Axel había quedado a las ocho conmigo para entrenar. Estaría unas tres horas con él y después me iría con Kendall. El rubio quería enseñarme el resto de armas y para ello necesitaría bastante tiempo.

No pude mirar a Axel a los ojos durante las tres horas que estuve con él. Me sentía dolida, traicionada, utilizada... y encima sabía que todo lo que estaba haciendo no me iba a servir para nada. Sí, estaba aumentando mi fuerza y mis abdominales pronto parecerían una tableta de chocolate, pero nada más. A veces tenía que morderme la lengua para no preguntarle, para no pedirle explicaciones o hacerle saber todo lo que Kendall me había contado. Quería creer que había una explicación lógica para todo lo que estaba pasando, pero no encontraba ninguna.

Yo ya sabía lo que tenía que hacer y poco a poco las piezas del rompecabezas empezaban a encajar. Ahora solo debía entrenar adecuadamente para el próximo otoño y convertirme en la Reina de los cazadores a toda costa, a cualquier precio. Me habría gustado hablar con Alma de todo aquello, pero no sabía cómo acercarme a ella. Además, Kendall me había explicado que a ella la habían educado de manera especial desde muy pequeña. Los padres de Alma habían sido cazadores hasta su muerte, la que desgraciadamente llegó temprano. Alma juró cumplir con su destino y dar su vida por la Reina, por todos los cazadores, para que todos fueran mejores.

Pero, ¿sería capaz de convertirme a tiempo en la Reina que ellos esperaban? Tenía serias dudas al respecto… pero debía intentarlo. Ya no solo por los cazadores, sino por mí, para saber quién era yo. Y después... Después buscaría a Eiden, volvería con él. Me dolía el pecho cada vez que recordaba sus hermosos ojos azules o lo protector que siempre había sido conmigo. Había cometido tantos errores y había hecho tantas estupideces que no sabía cómo iba a poder recompensarle, pero lo haría. Quería estar con él y nada ni nadie me iba a hacer cambiar de opinión. Es cierto que me mordió sin mi consentimiento y me marcó, pero estaba ofuscado. Yo había hecho cosas peores, mucho peores...

El entrenamiento con Axel terminó y yo esperé a que se fuera para caminar hacia Kendall, que me estaba esperando apoyado sobre el tronco de un árbol.

—He decidido que mañana, durante tu entrenamiento con Axel, aprovecharé para entrar en su habitación y buscar el archivo que Eiden escribió en la nota —me dijo—. Estoy seguro de que debe tenerlo él. No se lo confiaría a ningún otro cazador.

—Pero Kayla tenía una parte de la profecía en su habitación. Quizás tenga más.

—No, no había más.

—¿Cuántos pergaminos y códices hay?

—Cuatro pergaminos y cada uno está traducido en su códice correspondiente. Cada pergamino se conserva con su códice, con su archivo. Y Axel tiene uno, estoy seguro —apretó la mandíbula.

—Ten cuidado —le pedí—. Si te descubren, no sé lo que podría pasar.

—Tranquila —esbozó una pequeña sonrisa—. Sé cuidarme solo.

Pasé las siguientes dos horas y media con Kendall. Me enseñó armas de todo tipo y para matar a todo tipo de criaturas, aunque me dijo que más adelante tendría que instruirme adecuadamente y darme clases sobre todos los seres que existían en la Tierra.

—Ahora que ya sabes todo esto, ¿qué te parece si esta tarde te enseño a disparar? —me dijo.

—Me parece bien. Ya es hora de que vaya aprendiendo.

—Al menos los «entrenamientos» de Axel servirán para mantenerte en buena forma física. Supongo que irá intensificando los entrenamientos.

Después de aquello, me duché, me vestí y bajé al comedor para intentar pasar un poco de tiempo con mis chicos. No me sentía del todo cómoda porque les estaba ocultando muchas cosas, pero no podía decirles nada. Era mejor que se mantuvieran al margen de todo.copy right hot novel pub

Comentar / Informar problema del sitio