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(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

XLV

Estaba encerrada en mi habitación. No sabía cuánto tiempo había pasado y la verdad es que tampoco me importaba. Nadie había venido a verme. Axel no se acercaría a mí hasta unas horas más tarde tras lo ocurrido y Kendall entendería que prefería estar sola. ¿Pero de verdad era eso lo que quería?

Me preparé para salir a hacer ejercicio un rato. Aquella tarde entrenaría con Axel y después suponía que Kendall me enseñaría a disparar. Estaba ansiosa. Me coloqué las zapatillas y me dirigí hacia la puerta, pero esta se abrió antes de poder alcanzarla.

—¿Ibas a algún lado? —me preguntó Kayla con una sonrisa.

Cada vez que miraba sus enormes ojos dorados no podía evitar acordarme de la profecía y del ritual que habría que realizar antes de sentarme en el trono. Alma moriría para que la Magia Dorada de los ojos de Axel y Kayla fuera a parar a los míos. ¡Qué locura!

—Necesitaba moverme un poco —respondí.

—Ya casi es la hora de la comida —indicó la cazadora—. Además, te he traído esto.

La cazadora me tendió una caja. La abrí y dentro encontré un moderno reloj negro que me venía perfecto.

—Mide tus pulsaciones, velocidad, distancia recorrida y más —me informó—. Te vendrá bien para tus entrenamientos. Y también quería darte esto.

Me dio una agenda de color azul oscuro con un pequeño calendario.

—Te servirá para no perder la cuenta de los días que pasan, a mí me resulta útil. Y la agenda puedes usarla para lo que quieras, incluso como diario personal.

—Muchas gracias, Kayla. Es todo un detalle.

Ella sonrió, satisfecha, y dio media vuelta para irse.

—Oye, ¿has notado alguna diferencia en Axel? —le pregunté casi inconscientemente.

—¿Por qué? ¿Ha pasado algo? —se interesó mientras volvía a mirarme.

—Nada de nada. Me sigue tratando de manera fría y muy distante...

—Bueno, quizás a medida que vayas entrenando y mejorando se le pase un poco. Nicole, tienes que entender que Axel nunca ha estado con ninguna mujer –me dijo–. No le interesaban. Todos sus esfuerzos han ido dirigidos a fortalecerse y a convertirse en el cazador que es ahora... Era su meta y su destino. Pero cuando te conoció, algo cambió. Empezó a pasar mucho tiempo contigo y... Tienes algo, Nicole. Algo lo suficientemente bueno como para enamorar a ese cazador.

—Pero yo no siento lo mismo que él… Quiero a Eiden y quiero volver con él.

—¿Y por qué no lo haces? —frunció el ceño—. No te estamos reteniendo en contra de tu voluntad. Si quisieras irte, ya lo habrías hecho. ¿Por qué estás aquí, Nicole?

—Porque tengo cosas que hacer —esa vez fui yo quien desvió la mirada—. Soy una cazadora, la cazadora suprema, y en eso voy a convertirme. Voy a salvaros a todos.

Kayla no hizo más preguntas, pero asintió, dándome a entender que lo que estaba haciendo le parecía bien y que me lo agradecía.

Era cierto. Mi estancia allí era única y exclusivamente para salvar a todos los cazadores de sí mismos, de las atrocidades que estaban cometiendo en nombre de una causa que ellos consideraban justa. La historia humana gira entorno a eso errores. ¿Cuántas veces se ha matado en nombre de algo justo? ¿Realmente es necesario cometer esos crímenes?

Los días pasaban. El trece de agosto, el diecinueve de septiembre, el veinticuatro de octubre, el treinta de noviembre… El calor se fue y el frío se abrió paso en el bosque. Las hojas de la mayoría de los árboles comenzaron a caerse, llenando el suelo de tonalidades marrones y anaranjadas. Las lluvias no tardaron en aparecer y cuando el frío aumentó, las gotas se convirtieron en copos de nieve que adornaron el paisaje con un velo blanco.

Axel y yo seguíamos igual, nada había cambiado. Me trataba como si fuera únicamente una alumna cualquiera o incluso peor, así que no tuve más remedio que acostumbrarme a su indiferencia. En cambio, los entrenamientos con Kendall eran mucho más entretenidos, pero también más exigentes. Aprendí a disparar diferentes tipos de armas, pero sin duda alguna la ballesta era mi favorita. Controlaba a la perfección pistolas pequeñas y mi combate cuerpo a cuerpo parecía mejorar solo cada día.

La búsqueda de los códices había quedado totalmente paralizada. Axel había puesto protecciones en su dormitorio tras descubrir que alguien había entrado en su ausencia y ya no nos quisimos arriesgar. Nos centramos única y exclusivamente en mi formación, la cual era muy importante. Quedaba menos de un año para presentarme ante el trono y eran demasiadas cosas que aprender. Kendall y yo temíamos que no fuéramos a conseguirlo, pero ninguno de los dos lo decía en voz alta.

No había vuelto a tener noticias de Eiden salvo otra nota igual que la que Kendall me había dado en otra de las instalaciones de los cazadores. Por lo visto, los dos refugios que el lobo había atacado estaban muy lejos de allí, así que no corríamos peligro de ser encontrados. Cada vez se me hacía más duro no estar a su lado, pero Kendall me decía que era algo normal. Un día incluso tuve que quedarme en la cama porque me había dado un ataque de ansiedad. Alec tuvo que venir a calmarme y me explicó que aquello me pasaba por estar lejos de mi alfa, de mi compañero.

El veintitrés de diciembre estaba entrenando con Axel.copy right hot novel pub

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