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(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

L

Pensé que quizás Axel empezaría a ser mi perrito faldero después de aquel día, pero no fue así.

Tras la conversación que mantuve con Kendall y con Joel durante la comida, creí que sería buena idea ir a echarme una siesta. Lo que no tuve en cuenta era que Axel me seguiría hasta mi dormitorio.

—Solo voy a descansar un poco, Axel, nada más —le dije sin mirarlo mientras subía las escaleras.

—Perdona si desconfío de ti.

Nos mantuvimos en silencio hasta llegar a la puerta de mi habitación. En ese preciso momento me percaté de que el cazador de verdad pensaba que iba a poder entrar conmigo y vigilarme mientras estaba en la cama, pero se equivocaba. Me giré, lista para encarar a aquel hombre.

—Por lo que yo sé, mi habitación no tiene ventanas ni ninguna otra vía de escape que no sea la convencional, es decir, la puerta. Así que si tienes miedo de que pueda escaparme, quédate aquí como un perro guardián, pero que ni se te pase por la cabeza la idea de entrar conmigo. La privacidad es un derecho.

Y, dicho esto, entré en mi habitación y cerré la puerta en sus narices. Estaba muy frustrada y mi vida resultaba estresante. Todos los días eran iguales.

Me dejé caer en la cama y solté un largo suspiro. No soportaba más aquella situación y sentía una fuerte opresión en el pecho. Algo así como ansiedad. No podía seguir así o pondría en peligro mi salud. Debía aprender a relajarme.

De modo que me puse bocarriba en la cama y miré al techo. Después, cerré los ojos e inspiré muy profundamente repetidas veces. La sensación de tener un yunque en el pecho no desapareció, pero yo no dejé de intentarlo, notando cómo poco a poco mi cuerpo se iba relajando.

Hasta que llamaron a la puerta.

Recé con todas mis fuerzas para que no fuera Axel porque lo que haría sería meterle un puñetazo en el ojo. Me levanté y fui a abrir la puerta. Para mi deleite, era Kayla quien estaba detrás.

—Axel ha decidido que no soy una amenaza —levantó las bolsas que traía para que las viera—. ¿Puedo pasar?

Me aparté un poco para que la cazadora pudiera entrar y vi a Axel apoyado en la puerta de su habitación, mirándome fijamente. Turbio y espeluznante, además de extremista. Cerré la puerta y presté atención a Kayla.

La cazadora había traído tres vestidos para que me los probara. Eran perfectos para la celebración de aquella noche. Todos eran negros, de manga larga y con vuelo en la falda. Pero, sinceramente, a mí no me importaban demasiado.

Kayla estaba demasiado callada mientras me probaba los vestidos, los combinaba con zapatos y me miraba con ojo crítico. Sabía que se estaba callando algo y yo ya me imaginaba lo que era.

—Será mejor que digas lo que se te pasa por la cabeza antes de que explotes, ¿no crees? —le dije.

Ella me miró y soltó un sonoro suspiro. Seguía dudando sobre si debería decirlo o no, pero lo hizo igualmente.

—¿Realmente estabas entrenando con Kendall en secreto? —me preguntó.

—Sí, lo estuve haciendo durante un tiempo.

—¿Puedo preguntar por qué?

Nuestras miradas seguían conectadas. Confiaba en Kayla, por supuesto que sí, pero parecía estar demasiado unida a Axel como para contarle toda la verdad.

—¿Tú has visto los entrenamientos de Axel? —me atreví a preguntarle—. ¿Sabes cómo me entrena?

—No los he visto todos, pero algo sí que sé de ellos —la mirada de Kayla era difícil de descifrar.

—Tú sabes que no me está entrenando como es debido, ¿verdad?

En ese preciso momento, Kayla sintió muchísimo interés por la falda del vestido que me acababa de probar. Algo hizo «clic» en mi cabeza y un profundo vacío se instaló en mi pecho. No me lo podía creer.

—Lo sabías —musité.

—Yo no soy quién para cuestionar las decisiones que Axel toma ni su manera de hacer las cosas —siguió sin mirarme mientras alisaba la falda con las manos—. No tengo ni voz ni voto.

—Esto no es una monarquía. Al menos no hasta que yo esté en el trono.

—Soy consciente de ello, pero ahora mismo es Axel quien debe dirigirnos.

—¿Para siempre? Quizás lo que sucede es que me ve como una amenaza. Se ha acostumbrado tanto a gobernar como ha querido que ahora no soporta la idea de ceder el mando a otro.

Mis manos se cerraron en puños. Cada vez estaba más convencida de que no tenía que haber confiado en el cazador. A veces deseaba con todas mis fuerzas no haberme escapado de la mansión de Eiden, pero luego recordaba a los demás cazadores. Ellos no se merecían seguir así. Kendall, Alec, Chris… Debía continuar por ellos.

—No —Kayla se aferró a una de mis manos y yo la miré, sorprendida—. No, estoy segura de que no puede ser eso, Nicole. Él no…

—¿Acaso lo conoces? No sabes nada de él… Igual que yo, igual que todos. Es un completo desconocido.

—Yo no siento que sea así —Kayla parecía desesperada, jamás había visto así a la cazadora—. Sí, es un tipo muy misterioso y le gusta mantener su vida alejada de su trabajo, pero sé que es un buen hombre. Nos ha dirigido lo mejor que ha podido y siempre ha cuidado de nosotros.

—No es suficiente y lo sabes. Pregúntate a ti misma por qué, entonces, no entrena a su futura Reina como es debido.

—Ya lo hago.

No se habló más del tema, pero la preocupación de Kayla era visible desde lejos. Entendía su postura, por supuesto, pero no llegaríamos a nada si todos seguían pensando como ella. Si Kendall no me hubiera dicho nada y se hubiera callado como los demás, yo jamás habría sabido que algo pasaba. Estaríamos perdidos.

Dejé que Kayla terminara su trabajo y eligiera uno de los vestidos. A mí me daban igual. No quería ni fiestas ni celebraciones, sino entrenar. Quería terminar con todo aquello.copy right hot novel pub

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