Modo oscuro
Idioma arrow_icon

(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

LI

—¿Cómo me has encontrado?

El cazador se había sentado en el suelo, apoyando la espalda contra la pared, y me había tomado en sus brazos, ofreciéndome calor. Estaba helada y tenía los puños ensangrentados. Puede que incluso me hubiera roto algún hueso, pero el frío me impedía sentir el dolor.

—Son muchos meses a tu lado ya —depositó un suave beso en mi cabeza—. Te conozco, pequeña. Y cuando Axel me contó lo que te había pasado, supe que intentarías algo así. Tenía que haber llegado antes.

Kendall sujetó con cuidado una de mis manos y la alzó para examinarla. La sangre comenzaba a resecarse alrededor de los roces y las heridas. Entonces él hizo algo que me sorprendió. Se llevó mi mano a los labios y la besó, justo en las heridas, llenándose la boca de sangre en el proceso. Quise detenerlo, pero antes de darme cuenta ya lo estaba haciendo. Tras aquello, volvió a acurrucarme entre sus brazos. Yo apoyé mi cabeza en el hueco entre su cuello y su hombro y él apoyó la suya sobre la mía.

—Lo siento —dijo.

—¿Qué sientes?

—Que tengas que pasar por todo esto. No es justo. Primero la traición de Axel, luego tus entrenamientos de mañana, tarde y noche y ahora esto… Nicole, voy a hacer todo lo posible para que estés bien. No quiero que sufras más. Esto es demasiado para cualquiera…

—Pero no soy cualquiera —musité—. Soy la futura Reina de los cazadores, ¿recuerdas? En mi destino estaba escrito que el camino no sería fácil. Supongo que son pruebas que tengo que superar.

—Aun así… Es demasiado. Si quieres rendirte, nadie te lo echaría en cara jamás.

—Yo sí —clavé la mirada en sus ojos verdes—. Yo sí me lo recordaría toda mi vida. Rendirse no es una opción. Los Wild no nos rendimos.

—Técnicamente, ahora eres una Powell —esbozó una pequeña sonrisa.

Otra punzada. Mi cara debió dejar traslucir mi dolor, ya que Kendall se asustó y me abrazó con más fuerza aún.

—Lo siento, lo siento mucho. ¡Si es que hay que ser idiota! Soy un… un… despreciable, sí, eso. Lo siento, Nicole, no debí recordártelo…

—No eres ni un idiota ni un despreciable —sonreí—. Pero sí un besugo.

La expresión sorprendida de Kendall me hizo sonreír más. Fingió sentirse ofendido y me mordió la mejilla derecha. Mi sonrisa aumentó de tamaño.

—¡Qué coño…!

Aquella voz me sobresaltó y miré rápidamente hacia la puerta.

«Oh, no».

Axel. Estaba enfadado, pero también preocupado por mi estado. Cosa lógica, ya que estaba acunada por Kendall con el vestido negro mojado hasta las rodillas, el pelo completamente revuelto, los pies empapados y los nudillos ensangrentados. Y a saber qué aspecto tendría mi cara…

—¿Qué ha pasado? —corrió hacia nosotros—. ¡Nicole, te dije que no…!

—No creo que sea el mejor momento para reñirle —intervino Kendall con expresión seria—. No es una niña pequeña.

Los dos cazadores se sostuvieron la mirada durante unos instantes. Ninguno apartaba los ojos del otro. Hasta que finalmente Axel rompió el contacto visual y me miró a mí.

—Tenemos que ir a curarte eso —fue lo único que dijo.

Quise decirle que se podía meter su preocupación por el culo, pero me mordí la lengua. No quería más problemas y complicaciones. Ya tenía suficiente.

Axel intentó ayudarme a levantarme, pero yo rechacé su mano y opté por la ayuda de Kendall, quien estuvo más que encantado. Incluso insistió en llevarme en brazos hasta la mansión.

—No pienso dejar que camines por la nieve así —me dijo—. Pero no te acostumbres, eh.

Yo sabía que lo decía de broma, pero ya no tenía ánimos para sonreír. Regresamos a la mansión y entramos. Menos mal que la celebración no había dado comienzo. No quería que nadie me viera así.

Kendall me llevó en brazos hasta mi habitación, a pesar de que yo le aseguré que eso no era necesario. Pero él no dejó de sostenerme hasta que no estuvimos dentro de mi dormitorio y con la puerta cerrada.

—Vamos, derecha a la ducha —casi me ordenó.

Tomé algunas prendas de ropa e hice lo que me pedía. La ducha con agua caliente me vino de maravilla. Al principio mi piel estaba extremadamente sensible y hasta el más mínimo calor me provocaba una sensación de ardor, pero me fui acostumbrando. La sangre de mis nudillos se fue quitando y la maraña de rizos volvió a su estado habitual. Permanecí unos minutos más bajo el agua, tratando de relajarme, y luego salí.

Entré en la habitación ya vestida con la ropa que había escogido. Axel se encontraba de brazos cruzados en la puerta que daba al pasillo y Kendall estaba junto a la puerta del baño con las manos metidas en los pantalones. Se podría haber cortado la tensión con un cuchillo.

—¿Te encuentras mejor? —me preguntó el cazador de ojos verdes.

—Estaría perfecta si no fuera por la presión asfixiante del pecho —me sinceré—.copy right hot novel pub

Comentar / Informar problema del sitio