Modo oscuro
Idioma arrow_icon

(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

LX

Nunca, jamás, en toda mi vida, habría imaginado lo que saldría de aquel bosque, a lo que iba a hacer frente con todas las armas que tenía a mi disposición. Las criaturas más horripilantes habían pasado por mi mente, pero aquella no.

Con los dedos apretando tan fuerte la ballesta que mis nudillos se tornaban más blancos con cada segundo que pasaba, vi cómo una figura vestida de negro emergía corriendo del bosque para después detenerse a los pocos metros y fijar sus ojos dorados en los míos.

Axel. Nunca pensé que me alegraría tanto de verlo, de que apareciera ante mis ojos como lo había hecho. Pero debía estar alerta, ya que existían criaturas (pocas, eso sí) capaces de crear una ilusión que me colocara en una mala posición. Por si expresión, supe que él debía de estar pensando lo mismo.

Con cautela, él se fue acercando a mí poco a poco, sin quitarme los ojos de encima mientras yo no soltaba el arma. Su forma de caminar, su pelo, su piel, su rostro, la expresión de su cara, sus ojos… Realmente parecía él, pero no podía fiarme. No estando tan cerca de nuestro objetivo. Por fin, se detuvo a unos diez metros de mí.

—Nicole.

No fue un saludo ni una llamada ni una advertencia. Simplemente mi nombre. Reprimí un estremecimiento, pues su voz era exacta.

—¿Cuáles fueron las palabras exactas que me dijiste cuando nos vimos por primera vez? —le pregunté.

Necesitaba cerciorarme de que era él. No me alejé de la roca que protegía mi espalda y tampoco perdía de vista al cazador, si es que lo era.

—Voy a llevarte a casa, mi señora. A tu verdadero hogar —repitió exactamente las mismas palabras de aquel veinticinco de julio cuando prácticamente me había secuestrado.

Aún con el ceño fruncido, me relajé un poco y comencé a examinarlo. Sí, desde luego era él y lo había comprobado. Solo él podía poseer tal información.

—¿Dónde están los demás? ¿Qué…?

—No hay tiempo —se acercó a mí—. Tienes que ponerte a salvo. Nuestros compañeros están combatiendo a los orcos, pero no sé si podrán hacerse con la victoria en esta batalla.

Eso significaba que Chris había obtenido ayuda, que no le había pasado nada, que estaba bien… ¡Menos mal! El alivio de aquel momento no se podía comparar a nada que hubiera experimentado antes. Y, con aquella buena noticia en la cabeza y la de que no estaba sola, mi mente comenzó a ver a Axel con otros ojos.

Él era el enemigo. Estaba a punto de traicionarnos y solo Joel, Kendall y yo poseíamos esa información. Nadie nos creería sin pruebas y no íbamos a obtenerlas. Nuestro plan consistía en tratar de detenerlo justo el momento antes, algo peligroso y con un resultado incierto, ¿pero y si moría? ¿Y si Axel no llegaba a traicionarnos? Podría asesinarlo allí mismo, a sangre fría y sin piedad, ahorrándonos a todos un mal trago. Sería tan endemoniadamente sencillo… Tras tantos sucesos ni siquiera podía pensar con claridad. Y, obcecada como estaba en acabar con todo antes de que empezara, empecé a subir la ballesta para apuntar a su corazón. Nadie creería jamás que la futura Reina había matado al mejor de sus cazadores, a su maestro, a su mentor. Podía decirles que había sido obra de una criatura y orquestarlo todo para que así lo pareciese. Solo tenía que disparar…

Pero antes siquiera de que él viera mis intenciones, sus ojos dorados me hicieron comprender que aún lo necesitábamos, pues sin la magia de aquellos ojos yo jamás podría poner un pie en el trono (y mucho menos mi trasero). De modo que, apretando la mandíbula, bajé el arma.

—Vamos, Nicole —me dijo—. Yo te guiaré.

—¿Y qué pasa con los demás? ¿No vamos a ayudarlos?

—Ellos se apañarán solos. Kayla vendrá enseguida. Nosotros tres debemos entrar cuanto antes y evitar ser asesinados, ¿de acuerdo?

—¿Y Alma? ¿Cómo sabemos que han llegado sanos y salvos? A lo mejor alguno de los primeros grupos no llegó a…

Interrumpiéndome, Axel me tomó de la mano (acto explicable por los guantes negros que ambos llevábamos) y tiró de mí hacia una de aquellas rocosas montañas. Observándola y con un nudo en la garganta, supe que jamás conseguiría subirla en aquellas condiciones. Tardaría demasiado en ponerme a salvo, Axel se desesperaría y yo terminaría por hacer lo que de verdad quería hacer: ayudar a los míos. ¿Pero podía ser tan imprudente como para despreciar el sacrificio de Alec poniéndome en peligro de una manera tan estúpida? Si algo me pasaba, si por azares del destino alguna criatura me ponía la mano encima por ser temeraria, habría deshonrado los actos de mi amigo. Y eso no podía permitirlo. Por mucho que me costara admitirlo, Axel tenía razón: debíamos llegar al trono y aguantar allí hasta que llegara el momento. Además, debía comprobar con mis propios ojos que Kendall se encontraba sano y salvo en aquel lugar secreto que yo aún no había tenido el placer de conocer. Él me reconfortaría.

Tragando saliva y haciendo acopio de las pocas fuerzas que me quedaban, me preparé para escalar aquella rocosa, empinada y retorcida montaña. Sin embargo, Axel tenía otros planes.copy right hot novel pub

Comentar / Informar problema del sitio