Modo oscuro
Idioma arrow_icon

(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

LXII

Mi mayor prioridad se había convertido en dar sepultura a Chris, tal y como se merecía un valiente cazador como él. Me habría gustado hacer lo mismo con Alec, pero no podía ir en busca de su cuerpo. Al parecer, según me contó Joel, ellos habían acabado a duras penas con las nagas. Axel había querido correr en mi busca, alcanzarme por todos los medios, pero no podía dejar a los demás tirados. De modo que, obligado, había tenido que permanecer con los demás.

—Era insoportable, te lo aseguro —suspiraba—. No paraba de decir que no estabas a salvo, que podría pasarte cualquier cosa y que él debía protegerte. Chris era solo un alumno y no podía cuidar de ti, o eso decía Axel.

Mientras escuchaba aquellas palabras, mi ira aumentó. ¿Cómo se atrevía a decir aquellas cosas del amigo que había dado su propia vida por salvar la mía? ¿Qué diría de Alec? ¿Qué había muerto por su incompetencia? ¿Qué tampoco había sabido protegerme?

—No merece más la pena pensar en ello, Nicole —me había dicho Joel—. Pronto todo habrá terminado, te lo aseguro. No tendrás que volver a pasar por nada semejante.

—Es un consuelo, aunque no sabemos cómo saldrán las cosas, llegados a este punto.

Una vez a solas con el cadáver cada vez más frío de mi pelirrojo amigo, alejados de todos los cazadores, me dispuse a lavarlo lo mejor que pude. Quité toda la suciedad de cada trozo de piel que aquel traje de combate quedaba a la vista. Con sumo cuidado también limpié su rostro y su cabello. Las lágrimas luchaban contra mí por liberarse, pero yo, testaruda, las obligaba a permanecer en mi interior.

En algún momento del proceso, aunque no recuerdo muy bien en cuál, Axel se acercó a mí con algo de comida y un cuenco lleno de agua. Mi primera idea fue decirle por dónde se podía meter todo aquello, pero si hablaba seguramente acabaría echándome a llorar y no quería eso.

Las marcas que había dejado en el cazador parecían estar cicatrizando. Estas le otorgaban un plus de misterio, de peligro. Sin embargo, nadie podía imaginarse cuán peligroso podía llegar a ser ni lo que acechaba tras aquellos ojos.

—Siento mucho haberme comportado así —me dijo—. Debería haber tenido más cuidado, pero, al fin y al cabo, tú me lo pediste.

—No te culpo ni te guardo ningún rencor por ello —ni siquiera lo miré.

—Toma. Tienes que comer algo.

Dejó las cosas que había traído a mi lado. Creí que se iría, pero no fue así. Deseaba que volviera a dejarnos solos, que se apartara de mi vista. No siempre se consigue lo que uno desea, sobre todo si eso depende de otras personas.

—¿Por qué haces esto? —me preguntó.

—Porque quiero que dejemos de ser criaturas sin conciencia que solo piensan en matar —respondí con dureza.

—¿Eso piensas de nosotros?

—Eso pienso de ti.

Pocas veces en mi vida había sido tan franca con alguien, pero claramente la situación lo requería. Que Axel no quisiera darse cuenta me importaba poco, pero los demás no debían seguir por el mismo camino.

—Nicole, ellos quebraron el Tratado. Además, no es como si nosotros fuéramos los únicos en atacar. Las demás criaturas también…

—¿Te escudas en eso? —me forcé a mirarlo a los ojos—. ¿Es eso lo que piensas? Claro, si las demás criaturas matan, yo mato. Si ellas se suicidan, yo voy detrás. Magnífica idea, Axel.

El cazador entreabrió los labios para decir algo, pero los volvió a cerrar. Volví a fijar mi atención en Chris y traté de respirar hondo antes de proseguir.

—Apenas conozco la historia de los cazadores más que por lo que me contaste aquel día. No puedo decir cuáles eran las intenciones de aquella anterior Reina, pero puedo entender ciertas cosas. No quiero continuar viendo cómo mis amigos acatan órdenes que les parecen absurdas. Ya nadie cree en los ideales que defiendes con tanta firmeza, aunque nadie se atreva a decírtelo. He tenido que llegar yo para que se produzca un cambio significativo y, ahora, por fin iremos por el camino que deberíamos haber seguido siempre. Creo realmente que nuestro deber es proteger a los humanos de las criaturas, pero no provocando una matanza.

—¿Y crees que ellos estarán de acuerdo contigo? Despierta de esos sueños, Nicolette. Esos seres seguirán matándonos sin descanso porque es lo que quieren hacer. No creas que serás capaz de razonar con ellos. Ya los has visto ahí fuera.

—No me creo nada. Ellos reaccionan así porque vosotros habéis matado a cientos de los suyos. Quieren venganza. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme qué ocurriría si nosotros dejásemos de levantar las armas.

Sin nada que decir al respecto, Axel volvió a irse. No estaba segura de lo que ocurriría y tampoco podía asegurar que mi visión de todo aquello fuera la correcta. Todos podíamos equivocarnos. Por eso yo escuchaba a Joel y, antes, también había escuchado a Kendall.copy right hot novel pub

Comentar / Informar problema del sitio