-¿Envenenarla?- pregunta con ojos enormes.
-Así es- responde Esquizbel, con una maquiavélica sonrisa- la envenenaremos y con ello borraré la estúpida sonrisa de Zahir. La sustituiré por lágrimas, además mi estimada Aisha, podrá vengar la humillación que le han hecho.
-Señor. . . yo no puedo hacer eso. . .yo. . .
-Puedes y lo harás- le dijo mirándole firme- No es algo tan difícil, colocarás el veneno en el té, el café o el jugo que le sirvas, eso si, debes colocarlo en pequeñas cantidades, no quiero que muera pronto, quiero más bien ver como la adorable y jovial señorita Cooper, se va quedando sin vida, quiero ver como se apaga de a poco, como la vida se le escapa de las manos sin saber el motivo. Para cuando lo descubran, será demasiado tarde.
-¿Cuándo quiere que comience?- preguntó con voz temblorosa, aun dudando.
-Hoy mismo. Te daré el veneno, solo debes recordar aplicarlo en pequeñas dosis.
-Así lo haré señor- le dijo, haciendo una pequeña reverencia.
Ivette, se quedó enormemente sorprendida. Aquel lugar era grande y parecía una especie de refugio tallado en piedra, pero eso no era lo realmente impresionante, sino la enorme cama ubicada en medio, el hermoso sofá, las velas, la mesa, la comida, todo decorado con gusto exquisito, romántico y especial. No pudo contener el gemido que escapó de su boca.
-¡Es tan hermoso!- dijo.
-Es todo para ti- le aseguró Zahir, abrazándola por la espalda y aspirando su exquisito aroma.
-¿Tu preparaste todo esto?- le preguntó girándose entre sus brazos y mirándolo directamente a los ojos.
-Así es- le acarició la mejilla derecha- lo hice todo para ti.
-¿Una cena romántica?- preguntó sonriendo.
-Si. La verdad es que no sé como ser romántico, esa es la personalidad de Zabdiel desde que conoció a Isabella, pero digamos que estoy dispuesto a aprender- le sonrió- Me imaginé que amarías una cena a la luz de las estrellas, pero la verdad es que luego pensé en que este lugar escondido podría ser más acogedor.
-¿Y la cama?- lo miró enarcando las cejas y sucedió lo increíble; El Príncipe, se ruborizó un poco- ¿necesitamos una cama para una cena?- preguntó con ironía.
-La verdad, es que no- la miró fijamente- pero no es secreto que te deseo con loca pasión, que no hay nada que desee más que hacerte el amor Ivette Cooper, la cama. . . digamos que es una prevención. Es una propuesta, pero la decisión es tuya, no quiero forzarte a nada, pero no quiero dejar pasar la oportunidad que se nos brinda.
Ivette, observó sus grises ojos por un par de minutos y la sangre bombeó con fuerza, sintiéndose de pronto mareada. Lo quería, eso estaba claro, estar con él sería maravilloso, pero ceder a sus instintos podría llevarla a pagar un precio demasiado alto, quizás entregarse a él terminaría alejándolo. Pero no quería negarse la oportunidad de dejarse seducir por El Príncipe, a sentir la pasión oriental de la que tanto se hablaba. Quería experimentarlo que era sentirse completamente suya, perderse en su pecho y unir sus cuerpos, aunque no estuviese segura de poder lograr unir sus almas.
-Deme de comer Alteza, muero de hambre- le dijo sonriendo y Zahir, sonrió también, para luego depositar un tierno beso en la punta de su nariz.
La tomó de la mano y la dirigió a la mesa donde un gran banquete les esperaba.
-Es demasiada comida para dos personas.
-Quizás decida secuestrarte y encerrarte aquí para que podamos estar juntos- le dijo sonriendo.
-Quizás yo acepte ser secuestrada- le respondió sonriendo también.
Comieron acompañados de risas y bromas. Zahir, le daba de comer en la boca, acercando fruta y trozos de tarta , ella reía alegremente y correspondía al gesto. Luego Zahir, sirvió vino y se sentaron uno frente al otro.
-Me encanta verte sonreír- le dijo él.
-Me encanta cuando lograr hacerme sonreír, Zahir, es fácil cuando no eres arrogante o sarcástico. Te vuelves la mejor de las compañías- le dijo- es tan fácil para mi ansiar perderme en tu boca- le miró fijamente a los labios- desear que me abraces- dejó la copa sobre la mesa y caminó hasta él. Le quitó la copa y la puso en la mesa, luego caminó de nuevo hasta él y se sentó sobre su regazo. Zahir, la estrechó de la fina cintura y suspiró.-Disfruto tanto cuando me miras así- le acarició las mejillas.
-Me vuelves loco, Ivette, nunca había sentido todo esto- le dijo respirando con dificultad, sintiéndose terriblemente agitado.
Ivette. Le rodeó el cuello y acercó su cara a la de él. Acarició la masculina nariz con la suya y lo escuchó suspirar. Se inclinó un poco más y besó la mejilla, luego el lóbulo de la oreja lo que le arrancó un largo gemido de satisfacción al Príncipe.
Ivette, le besó el cuello y Zahir, la oprimió más contra él. Sin previo aviso Ivette, tomó posesión de sus labios en un lento beso, suave, delicado, cargado de ternura, pero pronto se volvió en un beso pasional y anhelante, deslizó la lengua en la boca de él y exploró aquella húmeda cavidad, haciéndose dueña de sus gemidos de placer.
-Quiero ser tuya- le dijo con respiración agitada.- quiero que me tomes. No quiero esperar más, quiero aplacar el fuego que me quema las venas- susurró junto a su boca- quiero ser tuya, Zahir. . . solo tuya.
El Príncipe, sintió tanta emoción que estuvo a punto de echarse a llorar. Por fin serían uno, ella se estaba entregando a él, le estaba otorgando su ser, su cuerpo para ser poseído, le estaba dando el privilegio de ser el primero.
-Yo quiero ser tuyo, Ivette- le acarició el contorno de la boca- solamente tuyo- y dicho aquello comenzó a besarla. Sus manos se colaron bajo la blusa de ella y acariciaron la fresca y suave piel. Aferrándose a cada curva de su cuerpo, adueñándose de cada suspiro que escapaba de su boca.
Llegó hasta los pechos de Ivette, que los acarició sobre la tela del sujetador y ella gimió, trazó círculos en contorno a los endurecidos pezones, ansiando meterlos en su boca y hacerla explotar de placer. Después de unos segundos de lucha donde él logró liberar los pechos por encina del sujetador, las grandes manos de Zahir, se apoderaban de los turgentes senos, acariciándolos por pericia, haciéndola estremecer de puro placer.
Ivette, se alejó de la boca de él, para poder gemir a sus anchas, fue entonces cuando Zahir con rapidez, la liberó de la camisa. Dejándola únicamente con el sujetador. No sintió vergüenza, solo sentía un increíble calor recorrerle el cuerpo. Decidió ponerse en pie y liberarse de sus pantalones.copy right hot novel pub