Dos días más tarde no habían signo de mejora en ninguna de las dos y por más que la Reina insistió en que sólo eran malestares estomacales, quizás algún virus muy fuerte, Zabdiel decidió mandar a llamar al médico. Quizás Isabella, no estaba tan mal, pero Ivette se veía cada vez peor y adolorida. También aseguraba que sería una infección gastrointestinal, pues le dolía mucho el estómago, pero aseguraba que no era un mal mayor. Sin embargo frente a la preocupación del Príncipe y la determinación del Jeque, no hubo mucho que hacer, pues el médico ya estaba en Palacio.
-¿Cómo está?- preguntó Zabdiel ceñudo, intentando controlar sus nervios.
-Al parecer es una infección intestinal, Majestad.
-Se lo dije- intervino Isabella.
-Sin embargo, Excelencia- dijo el hombre mirando a la Reina- me gustaría realizar algunos exámenes, en vista de unos síntomas que me dan de pensar, pero no quiero adelantar nada, será mejor hacer los exámenes pertinentes y cuando obtenga los resultados, vendré de inmediato, posiblemente en algunas horas o a más tardar en la noche.Afortunadamente Majestad, el hospital que decidió fundar y equipar tan excelentemente posee toda la tecnología necesaria para muchas pruebas. Así que es cuestión de horas.
-De acuerdo, de acuerdo- dijo Isabella débilmente- si es la única manera en la que todos se quedaran tranquilo, por mi, no hay problema, haga los exámenes que tenga que hacer.
-Perfecto, tomaré muestras de sangre e iré a ver a la señorita Cooper, luego pasaré por aquí nuevamente, necesito llevarme una muestra de orina.
-Bien.
Zahir, estaba junto a la cama sosteniendo la mano de una frágil Ivette, quién en los últimos dos días había desmejorado mucho. Estaba pálida, ojerosa y se quejaba de fuertes dolores abdominales.
-Espero llegue pronto el doctor- dijo Zahir, con voz temblorosa- sino yo mismo te llevaré cargada al hospital.
-Creo que sólo es un virus, necesitaré antibióticos y estaré bien.
-Sólo me tranquilizaré cuando el doctor te vea, si te ocurre algo yo. . . – su voz se quebró y no pudo culminar.
-Ten paz, todo saldrá bien- hizo un gesto de dolor- las inglesas no somos tan frágiles.
Un llamado a la puerta los interrumpió.
-Adelante- concedió El Príncipe, quien se puso en pie al ver al doctor.
-Buen día, Alteza.
-Buen día. Me alegra que haya llegado doctor, estoy muy preocupado por esta mujer, dice que sólo tiene un virus pero. . .
-Se ve bastante mal, para ser sólo un virus. De hecho señorita Cooper, la Reina luce mejor, creo que le realizaré las mismas pruebas y volveré esta tarde con los resultados, mientras permítame Alteza, la revisaré.
-Adelante, por favor- concedió preocupado.
Diez minutos después el doctor se retiraba con una muestra de sangre y una de orina, prometió volver pronto con los resultados de los exámenes para comenzar con algún tratamiento.
Cuando el doctor se marchó Ivette, miró a Zahir, parecía preocupado, había dormido y comido muy poco durante los dos días en los que ella había empeorado.
-No soy la única que luce muy mal, Zahir.
-Si estás mal, yo también lo estoy- la miró con desesperación- es por ello que debes recuperarte, Ivette Cooper.
-Estaré bien, no creo que nadie muera por malestares estomacales.
-¡Tú no morirás!- respondió de inmediato con ojos enormes.
-Claro que no, solo era un dicho. Relájate un poco. Ahora ven a la cama conmigo, tengo un poco de frío.
-No se te ocurra dejarme, Ivette Cooper- una silenciosa lágrima resbaló por su mejilla, mientras se acostaba en la cama junto a ella y la abrazaba. Ella lo miró con ternura, él la quería y eso se sentía tan bien.
-No tengo ninguna intención de dejarte, al menos, no en mucho tiempo.
-Sólo quiero que estés bien, Ivette.
-Lo estaré, ya verás con unos días y un buen tratamiento y estaré como nueva.
-Eso espero. Alá te escuche.
La cara del médico al volver a Palacio aquella tarde, era realmente seria y parecía muy preocupado. Solicitó hablar con El Jeque y El Príncipe, a solas, es por ellos que se reunieron en el salón azul.
El trío tomó asiento. El ambiente era tenso ya que ambos estaban realmente impacientes.
-Bien- comenzó Zabdiel- basta de suspenso doctor, su cara no me gusta así que díganos qué es lo que sucede.
-Majestad, Alteza- se dirigió a ambos- debo decir que fue muy acertado que me llamaran, ya que de esta manera podemos atacar lo que sucede a la Reina y a la Señorita Cooper.
-¿No es un virus?- preguntó Zahir, ceñudo.
-¿Es un malestar de estómago como creímos?- indagó Zabdiel.
-No, ni la una, ni la otra. Lo cierto es que lo que le ocurre a las damas, es algo más serio y delicado.copy right hot novel pub