La punta de su lengua rozó su clítoris, totalmente hinchado y deseoso. Aurore buscó los bordes de la mesa anhelando tener un soporte para todas las sensaciones y emociones que estaban atravesando su cuerpo a velocidad de luz sin piedad, pero el mueble era sumamente grande y no podía alcanzarlos. Respiró entre los labios deseando recibir oxígeno. Ese diablo, el cual estaba apoderándose de sus entrañas a su antojo, estaba torturándola, deslizaba la lengua con suma lentitud por su hendidura, excitándola más, si es que podía estarlo aún más. Soltó un suspiro adolorido, estaba padeciendo todo lo que pasaba en su interior sin saber cómo parar lo que sentía.
–¡Alessandro! –Exclamó jadeando, se retorció queriendo levantarse, pero no se lo permitió presionando aún más su caderas en el borde de la mesa–. ¡Te estás vengando! Eres un...
–¿Qué me dijiste en el hospital? –En su voz excitada, también podía notar la perversión.
–Por favor, para...¡Ah! –Gimió al sentir de nuevo su lengua pasearse como una pluma por su punto más sensible, pudo escuchar el sonido de sus fluidos mezclarse con su caliente saliva, demostrándole que se encontraba chorreando del deseo.
Notó cómo la aspiraba.
–Sólo necesitas repetirlo, para tocar el cielo...
–¡Eres un maligno! –Volvió a gemir muy alto con frustración, cuando la dejó resbalar tan sutilmente–. Alessandro, por dios...
–Repítelo. –Su orden estimulo sus hormonas.
Uno de sus dedos la rozó, luego fue su lengua.
–Te amo, te amo, te amo...–Jadeó, su voz sonaba a punto del llanto.
Y como si hubiera abierto la jaula de un animal salvaje y hambriento, no tardó en gritar al ser atacada de esa manera tan arrebatadora.
Su lengua se abrió camino entre sus labios femeninos, hallando su botón palpitante. Percibía sus manos apretar con tal ímpetu sus nalgas, que probablemente sus dedos se hayan marcado en ellas. No podía calmar su voz al sentir la forma tan ardiente en la cual la estaba devorando, moviéndose sin privación alguna entre sus pliegues con pasión, con intensidad, con desesperación...
–Grítalo. –Insistió agarrando sus muslos con firmeza, dando una feroz embestida robándole el aliento.
–¡Te amo! –Gritó en un gemido.
La succionó con furor, y fue tan afrodisíaco que le producía un dolor placentero. Se retorció al sentir como el deseo salía de su cuerpo como si de una cascada se tratara. Sentía su piel arder, y lo único que podía salvarla de quemarse era él. Su lengua en su interior, subió y bajó, esta vez con rapidez, arrebatándole el aliento. Repitió ese movimiento varias veces.
Su boca siguió devorando su clítoris con hambre; lo chupó, acarició y besó sin contemplación. De pronto empezó a absorberla y estaba teniendo un viaje a la gloria.copy right hot novel pub