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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado

Capítulo 508

Capítulo 508

‘No’ Rafael esbozó una sonrisa.

Al ver que su expresión no cambiaba, el corazón de Violeta se relajó un poco, y apoyó su barbilla en el pecho de él. “¿Entonces por qué has estado tan callado?”

Rafael bajó la mirada y le echó un vistazo sin responderle.

Tenía celos, pero no se los mostraria a ella. Su silencio constante se debía a que estaba pensando en una estrategia pars salir de esta situación.

Al verla mirándolo con ojos suplicantes, como un cachorrito, Rafael sacó su mano que descansaba detrás de su cabeza y, con un movimiento natural, la atrajo hacia el, luego se apoyó en su mano para voltearse y la dejó debajo de él, con sus labios finos besándola con pasión.

Aunque habia estado preocupado por las ojeras que ella había tenido en los últimos días y había pensado en dejarla descansar esa noche, al ver que ella no tenía intención de dormir, ¡decidió que tendrían que ocuparse en otras actividades!

La temperatura de la habitación subió, y se oyeron jadeos que habrían sonrojado a las estrellas en el cielo.

A la mañana siguiente, Violeta despertó más tarde de lo habitual. Cuando bajó después de asearse, Lucía ya habia preparado el desayuno, y padre e hijo ya estaban sentados en la mesa del comedor, hablando en voz baja, como esperándola.

Al acercarse, Rafael levantó la mirada de Nono hacia ella. “Hoy vas a llevar a Nono a ver a Luis.”

“¿Eh?” Violeta se quedó perpleja.

Se sorprendió bastante. Pensó que después de contarle sobre Luis el día anterior, él estaría murmurando sobre el viejo

fastidioso como la última vez.

Rafael tomó un sorbo de jugo de naranja recién exprimido y sonrió lentamente. “A Lamberto ya lo ha llamado abuelo. En cuestión de cortesia, deberíamos llevar a Nono a visitar a Luis y dejar que el viejo disfrute el sentir de cuatro generaciones bajo un mismo techo.”

Eso tenía sentido y era razonable; ella debería llevar a Nono a ver a Luis.

Violeta asintió. “Está bien…”

En la luz del sol de las ocho de la mañana, un Range Rover blanco y un Mercedes negro se estacionaron uno al lado del otro en el patio. Violeta, que se preparaba para llevar a Nono a la casa de los Navarro, salió de la villa al mismo tiempo que Rafael, quien iba a la oficina.

Después de abrir la puerta del auto, Rafael no se metió de inmediato, sino que les hizo señas con la mano.copy right hot novel pub

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