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Gea: Por siempre el deseo del alfa Eros.

Capitulo 32.

El cuerpo de Gea estaba tendido en la cama, miraba el techo de la habitación con desdén.

Xel...

El sonido de la puerta siendo abierta hizo que ella levantara su cuerpo sentándose, Eros estaba a punto de entrar, pero al ver que ella se encontraba ahí quiso devolverse, pero no lo hizo y entro cerrando la puerta tras él.

Se preguntaba si el en serio lo haría, ¿huiría de ella?

El por su parte fue hasta el armario tomando un manojo de ropas, aquello le molesto por lo que su enojo creció al momento.

—¿Esto es real? No, no lo es... esto tiene que ser una puta broma. —Aquello hizo que Eros dirigiera la mirada hasta su mate, ella por su parte enarco una de sus cejas.

—¿Qué? —Cuestiono dudoso.

—Como, ¿Que qué? —El tono que había tomado ella le había dado un indicio a ella de lo que iba pasar si ella le daba una respuesta, por lo que hizo lo que cualquier persona fuerte y cuerda haría. Huir.

Sus pies se movieron hasta donde estaba la puerta abriéndola, pero el hablar de ella no se detuvo.

—¿En serio te vas a cambiar de habitación? —La pregunta hizo que el bufara. —¿Y eso que carajos fue, Eros? —Él había depositado toda su paciencia aquellos días, pero sentía ya no poder más.

—¿Y qué quieres? ¿Qué me quede? —Aquella pregunta conocía su respuesta, ella no lo quería lejos, pero...

—Estás siendo muy duro conmigo, Eros.

—¿Yo estoy siendo duro contigo? Carajo. ¿¡Yo!? —Su voz de alfa salió en aquella frase, las personas que estaban en la parte baja de la casa se alarmaron, pero nadie se atrevería a subir al segundo piso, ni siquiera Darwin estaba dispuesto.

—Sí, lo estas siendo, te alejas de mí. —Ella se levantó de la cama acercándose a él, quien por supuesto había entrado un poco más a la habitación. En el rostro de él había indignación, había enojo.

—Dime tu, Gea. ¿Qué quieres que haga si la mujer que amo llora todas las noches por el hombre que ella ama? Dímelo, que hago. ¿Qué puedo hacer si quiero hacerle el amor a mi mujer y sentir que ella está pensando qué pensaría su amigo muerto? ¡Dímelo! ¿Qué hago? —Ella miro sus ojos, ambos tenían sus pupilas dilatadas, al borde del llanto.

—Somos una pareja.

—No... no lo parece. En vez de llorar todas las noches a mi lado deberías llorar todas las noches en mis brazos, como una pareja, yo entendería tu dolor, ¡yo entiendo tu dolor! Pero lo que sientes por Xel me supera.copy right hot novel pub

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