La mirada de Eros estaba depositada en Gea, aquella chica humana que llegó a la manada teniendo él alrededor de cuatro años, recordaba pocas cosas entre ellos, cosa que lo confundía porque según sus padres solo quería estar con la pequeña bebé.
—Alfa, muévase por favor —Escuchó su vocecita, aquella chica lo volvía loco de mil maneras, la había visto como una mujer al su cuerpo empezar a formarse, al ver que ella tenía miedo de acercarse a él.
Ella era su único deseo.
—¿Por qué no puedo sentir olor en ti, Gea? —La punta de su nariz pasaba por su cuello tratando de sentir algo en ella pero no podía sentir nada. Su puño chocó contra la pared —¿Qué carajos hiciste con tu olor, Gea?
Los ojos de ella se abrieron, impresionada, ¿Qué se suponía que debía responder ante eso? ¿Tengo un anillo que oculta lo especial en mi? Estaba completamente jodida.
—Nada alfa —Dijo segura, se sorprendió a si misma por decir aquellas palabras sin titubear si quiera.
—Sal, sal de la habitación Gea —La chica no se movió si quiera, él aún la tenía contra la pared, no sabía cómo moverse si quiera. Ella no quería unir más sus cuerpos, estaba muy metida en el hoyo. Estaba metida en la boca del lobo.
—Alfa, yo... ¿Recibiré algún castigo?—Preguntó mirando nerviosa los ojos de él, este se fijó nuevamente en ella. Las palabras de este y sus acciones eran un tanto contradictorias, le había dicho que saliera pero aún tenía su mano sobre su cuerpo y ella estaba pegada a la pared.
—Puedes irte —Soltó borde. Se alejó de ella, tomando una distancia prudente para verla completamente, esta no lo dudó ni un segundo y salió de la habitación, estando completamente afuera respiró profundo estando aliviada.
—Gea, joder, te busqué por todas partes —Escuchó a Risse decir frente a ella, la miró preocupada —Escuché lo que hiciste, ¿Estás loca? Ni siquiera yo he ignorado una orden de Eros.
—¿Podemos hablar? —Dijo aún pegada a la puerta de la habitación del alfa, sí, ahí estaban. Era la segunda vez que estaba en aquella habitación y sentía que no sería la última vez.
*
—Prométeme que no te vas a enfadar conmigo y que no te convertirás en loba por el enojo —La voz de Gea salió desesperada y agitada, debía sacar aquel secreto pero ya. Al estar con Eros y ver cómo reaccionó al no sentir su olor supo que si alguien más no sabía se ahogaría con el secreto.
—Me enoja el simple hecho de que pienses que me voy a enojar. —Dijo esta burlona pero con seriedad en su voz.
—Yo.copy right hot novel pub