Al llegar a la casa de campo del conde de Wilson, Edward le indico a las personas del servicio que le preparan tanto a su mujer como a él, el baño, Olivia quien no había pensado nunca que llegaría su noche de boda y había obtenido dos versiones de lo que ocurriría esa noche, su madre le había dicho lo mínimo que debía saber, pero Amelia había explicado con lujos y detalles por lo que Olivia prefería mejor la versión de Amelia sobre la de su madre.
El baño había tardado tanto y con el cansancio del viaje, los recién casados habían decidido que primero era necesario cenar, a pesar de que había una gran cantidad de variedad de comidas exquisitas los novios decidieron cenar ligero.
Edward dejó que Olivia le leyera un capítulo de un libro que apenas ella estaba comenzando, pero que él ya había terminado de leer hacía mucho tiempo, podía notar que ella necesitaba tranquilizarse y si esta era la manera que ella encontraba para lograrlo ¿quién era él para interponerse?
Fue la misma Olivia quien le propuso a Edward subir a la habitación cuando ya era pasada la media noche, Olivia temblaba un poco por lo que sabía que estaba a punto de suceder y esto no pasó desapercibido para su esposo:
-Liv si no estas preparada podemos consumar la noche de bodas cuando tú quieras -dijo Edward de forma tranquilizadora
-¿Esperarías por mí? -preguntó Olivia sorprendida
-Por supuesto, jamás te obligaría a hacer algo que no quieras
-Pero esto es algo que quiero -Dijo Olivia acercándose a su esposo y dándole por segunda vez un beso, su primer beso privado y el hecho que fuese privado se sintió mucho más íntimo que su beso en la iglesia, Olivia había meditado sobre su noche de bodas desde hacía semanas, Amelia había comentado lo placentero que podía ser el proceso y aunque sentía temor por lo que estaba a punto de ocurrir también se sentía inmensamente curiosa, aunque por otro extremo Samira le había confiado solo a ella los detalles de su noche de bodas, donde el señor Fitz resultó ser aún más horrible y desagradable de que ella hubiese imaginado, Samira le había susurrado que solo se lo contaba a ella porque quería que supiera que no todo podía ser agradable como le había comentado Amelia y esto era algo que en su mente era una traba enorme.
Las dudas se fueron disipando cuando Edward tomó el control, se aseguró de que se sintiera realmente cómoda con lo que iba a ocurrir, la beso los labios suavemente y después en el cuello, la nariz y la frente, le preguntó si podía desvestirla y ella accedió con un movimiento de cabeza, su vestido sencillo cayó al piso y Edward tuvo que tomarse un segundo para admirar a su esposa.
El cuerpo de Olivia se podría describir similar al de un reloj de arena, tenía pechos y glúteos grandes y la cintura fina, era como si estuviera usando corsé aunque obviamente se entraba completamente desnuda.
Edward notó que debajo de todos esos vestidos Olivia ocultaba un sin fin de lunares que a su parecer eran adorables, ella no podía saber que estaba pensando Edward y sintió el impulso de taparse con sus manos, sin embargo, este pronto con la voz de alguien que está completamente extasiado:
-Eres preciosa -lo que hizo ella se sintiera mil veces más confiada, él la llevó a la cama con besos que distaban de ser apasionados, eran más bien besos cariñosos y juguetones.
No era que Edward no sintiese pasión por su esposa, él estaba loco por ella y por lo mismo quería que esa primera noche juntos no fuese solo lujuria, quería que fuese algo más íntimo, más romántico y demostrarle de una forma dulce y cariñosa que ella podía confiar en él y en su amor por el resto de la vida.
Cada beso hacía que a Olivia se le endurecieron los pezones, sintió que una especie de bola de fuego iba creciendo en su interior y entre sus piernas podía sentir la humedad que nacía del deseo, Ella se quedó acostada, mientras Edward la seguía besando, pronto la boca de él bajó hasta sus pezones endurecidos y con sus labios lo tomó, paso la lengua sobre él mientras con su otra mano hacía movimientos circulares.
Olivia no sabía si esto realmente le gustaba o no, era su primera vez y no tenía un punto de referencia por qué comprarlo, sin embargo, sintió que su cuerpo se movía solo, quería que Edward siguiera, pero su cuerpo parecía querer apartarlo, ya que se comenzó a retorcer entre las sábanas, Edward notó que las piernas de Olivia temblaban sin control y con una sonrisa un tanto satisfecha le susurro “ya veo” a Olivia al oído, este se paró de la cama y ella extendió su mano para tomarlo, sin embargo, se dio cuenta de que Edward se estaba desvistiendo.
Olivia vio la virilidad de Edward nuevamente sin tener un punto de comparación, Amelia había mencionado que el tamaño, el grosor o la forma era distinto en cada hombre, pero por lo que a Olivia respectaba él era completamente perfecto.
Edward era mucho más alto que ella y tenía los músculos marcados en el cuerpo, ella también pudo notar que él se encontraba algo nervioso, él volvió a la cama besándola primeramente suavemente y luego fue subiendo la intensidad de sus besos, su sexo comenzó a presionar sobre su vientre:
-¿Estas lista?
-si -dijo Olivia mientras le faltaba el aliento, Edward comenzó a introducirse dentro de ella lentamente y ella sintió más que dolor fue similar a un ardor, pero rápidamente esta sensación desaparece para abrir paso a una gama de nuevas sensaciones
-¿Estás bien? -pregunto Edward y ella respondió moviendo rítmicamente sus caderas, a Olivia le sorprendió la naturalidad en cómo se fueron desenvolviendo las cosas después de que desapareció el dolor, cada beso, cada caricia, cada vez que ella se movía o que Edward embestía su miembro dentro de ella traía consigo sensaciones que ella no podía explicar con palabras, ella podía sentir el corazón acelerado de su esposo y estaba casi seguro que el suyo latía al mismo tiempo que el de él similar a una orquesta bien sincronizada.
Esta no era la primera vez de Edward claramente, pero para él había punto de comparación, su esposa era simplemente como una diosa bajada del mismísimo cielo por los ángeles como regalo para él y necesitaba amarla, cuidarla y protegerla.
Él se sentía listo para terminar desde el primer segundo, tal vez porque el mismo estaba nervioso o tal vez porque hacerlo con la persona que amaba lo hacía mil veces mejor, sin embargo, hizo todos sus esfuerzos para que Olivia también llegará al clímax y le costó más de lo que pensó, pero finalmente ella comenzó a gemir y él supo que lo había logrado así que también dejó reprimirse y jadeo mientras llegaba a la gloria, como pudo rodó sobre el cuerpo de Olivia para dejarse caer en el espacio de la cama que estaba libre:
-¿Estás bien? -Volvió a preguntar Edward temiendo que a Olivia no le gustara lo que acaban de hacer, Olivia lo miró, estaba sudada y el cabello se le pegaba a la frente se reía mientras trataba de recuperar el aire, pero finalmente recobró la compostura y respondió con otra pregunta
-¿Podremos hacerlo de nuevo?
-tal vez deba descansar unos minutos, pero luego creo que podemos hacerlo las veces que tu quieras -sonrió Edward, luego bajó su mirada a su zona íntima y confirmó lo que él ya sabía, Olivia había llegado virgen al matrimonio a pesar de los rumores malintencionados y, sin embargo, aunque ese no fuese el caso el la hubiese seguido amando tal y como era ella
-Oh por dios ¿estás bien? -preguntó Olivia al darse cuenta de la sangre
-Yo estoy bien, esta sangre es tuya
-¿Mía? -Olivia olvido por un momento lo que le habían explicado
-Es solo algo que pasa la primera vez -Edward trató de tranquilizarla y atrayendo a Olivia hacia él para que ella pudiera recostarse en su pecho desnudo
La noche pasó rápida y la mañana llegó, ambos durmieron hasta tarde salieron a comer y como cómplices volvieron a su habitación para poder seguir conociéndose de una manera que no habían imaginado que era posible.
Edward discretamente habló con el patriarca de la familia Acosta y dio la orden que los criados y la familia salieran a pasear a conocer el pueblo y que regresaran solo para cocinar y dormir, no era necesario que hubiera más personas en la casa y de la misma manera salvaguardar la inocencia de Mary Ann que podía escuchar ruidos que no debía y como su tutor no quería que eso ocurriera, como era de esperar su padre estuvo de acuerdo y mandó a la niña con sus primos mientras se aseguraba que las órdenes del conde se siguiese tal como él había instruido.
Los días pasaron y Edward descubrió más cosas para amar de Olivia y Olivia descubrió más cosas para amar de Edward, pero a las dos semanas de casados y rompiendo su burbuja de felicidad llegó una mala noticia de la ciudad que los hizo partir inmediatamente de regreso.
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