13/08/1801 hora 14:46 pm
Lilibeth había estado en trabajo de parto parte de la mañana y parte de la tarde, el dolor y las frecuencias de las contracciones fueron aumentando a medida que pasaba el tiempo, la servidumbre había hecho todo lo posible para que ella estuviera cómoda, sin embargo, la mujer se empeñaba en levantarse y caminar de un lado a otro por la habitación y como era de esperar su cuñado iba detrás de ella lo que la hizo desesperar:
-¿puedes dejar de seguirme? -la mujer se encorvó y respiró con fuerza por alrededor de 30 segundos -te juro que no voy a salir de esta habitación y que no tengo preparado un bebé debajo de las sábanas o oculto en el closet para hacer el cambio
-a donde tú vas voy yo -fue la respuesta del hombre
Los minutos pasaban y Lilibeth se sentía cada vez peor “¿Cómo es posible que hay mujeres que tienen hasta nueve hijos?” pensaba ella, parecía que caminar la hacía sentir mucho mejor que estar sentada o acostada en cama.
Cipriano y el doctor Alfredo veían a la mujer caminar de un lado a otro con preocupación, sin embargo, no se opusieron a que lo hiciera, un profesor de Cipriano le había comentado una vez que si la mujer necesitaba gritar, gatear o pujar había que dejarla hacerlo, ellos en ese proceso solo estaban para cuando las cosas eran muy complicadas y parece que su colega pensaba igual:
-Creo que ya va a salir -dijo ella de repente, Cipriano la volvió cargar hasta la cama, ya que debido a la contracción ella no podía moverse, el doctor Alfredo levantó la bata de Lilibeth y al Cipriano asomarse se dio cuenta de que estaba coronando, podía ver los cabellos finos del mismo color de su madre asomándose
-Creo que no debería ver esto -dijo el doctor Alfredo a Cipriano
-soy doctor creo que puedo soportar esto -contestó Cipriano sin darle mucha importancia
-si, pero esta mujer será su esposa ¿cree que pueda soportarlo? -Cipriano hizo una seña con la mano para restarle importancia, sin embargo, se dio cuenta de que Alfredo tenía todo bajo control así que le tomó la mano a Lilibeth que se encontraba sola, usualmente la madre, la hermano o incluso el esposo de la parturienta estaban dándoles ánimos, pero Lilibeth estaba sola, Cipriano sabía que ella estaba pasando por el peor momento de su vida y que necesitaba alguien así que le tomó la mano y comenzó a darles ánimos
-solo una...-El llanto de una hermosa bebé de piel blanca y cabello rojo interrumpió las palabras del médico con su llanto, el hombre le pasó la niña a Cipriano, era una bebé preciosa se parecía mucho a su madre, era grande para ser una recién nacida, pero estaba sana que era lo importante
-¿Qué es? -preguntaron Lilibeth y su ex cuñado al mismo tiempo
-es una niña -Cipriano se la dio a Lilibeth quien parecía consternada al saber el sexo del bebé su cuñado, por otro lado, parecía querer hacer una fiesta, ya que eso lo hacía oficialmente el Conde, sin embargo, Lilibeth tuvo otra contracción y supieron que el trabajo no había terminado, como temía Lilibeth eran gemelos
-esto es imposible -dijo el doctor Alfredo cuando un segundo llanto se unió al primero
-¿Está bien? -Cipriano se preocupó por la salud del bebé, el doctor le paso el pequeño bebe y Cipriano lo entendió, era un varón más pequeño que su hermana y estaba sano, pero lo llamativo era su color de piel era un mulato.
-¿esto es posible? -el ex cuñado y Lilibeth comenzaron a preguntar qué estaba pasando aterrorizados de que estuviera pasando algo malo
-he escuchado historias, pero nunca había visto un caso -Alfredo le resto importancia mientras se encargaba de sacar la placenta
-es un niño -suspiro Cipriano, dejando al niño en los brazos de su madre, él también había escuchado de gemelos con diferentes padres, nunca había visto un caso hasta el día de hoy
-¿Esto es una broma de mal gusto? -pregunto Lilibeth al ver el niño en sus brazos aunque dentro de ella sabía que no era una broma, el niño tenía su nariz aunque todo lo demás se parecía a su padre
-¿Crees que tienen otro niño oculto bajo tu bata u oculto en el closet? -pregunto el cuñado haciendo referencia a lo que Lilibeth había dicho antes, el hombre sacó una pistola y la comenzó a apuntar en la cabeza -te dije que me vengaría -Lilibeth abrió los ojos como platos
-alto -dijo Cipriano al ver la escena, Lilibeth comenzó a llorar en silencio rezando por su vida -si la mata se acabó -Cipriano comenzó a decir lo primero que se le venía a la cabeza para salvarla -usted irá a la cárcel y a ella la enterraran su sobrina y su hermano, que obviamente es hijo de otro hombre serán puestos en adopción y serán criados sin saber nada…
-¿Cuál es tu punto? -dijo el hombre dirigiendo la pistola en dirección a Cipriano
-Mi punto es que si usted la deja vivir el título pasará automáticamente a usted y podrá controlar las finanzas y educación de su sobrina y Lilibeth tendrá que vivir con la vergüenza de tener que criar al hijo de su amante a la vista de todos -Lilibeth trago saliva, sabía que la niña tampoco era hija de su exesposo solo era hija de cierto Márquez y el padre de su hijo era uno de sus esclavos, le daba vergüenza admitirlo, pero ambos hombres habían estado con ella al mismo tiempo, así que no tenía duda de quiénes eran los padres… pero si podía hacer pasar a la niña como hija de su exesposo tal vez tenía la oportunidad de salir con vida de esa habitación -Piénselo ¿qué castigo podría ser peor que ese? -Dijo Cipriano señalando al niño
-¿Tú te casarías con ella? -Cipriano vio que Lilibeth lo veía aterrado
-No, este casi matrimonio me hizo darme cuenta de que debo luchar por lo que amo, pero no puedo dejar que le haga daño, no podría llamar hombre a mi mismo si dejo que los lastime
-eres un buen hombre -el ex cuñado y bajó la pistola -te dejaré que conserves la casa cerca del puerto y te podrás llevar una o dos criadas, se te pasara lo suficiente para la crianza de la niña y tus gastos como ex condesa, sin embargo, el niño no estará bajo la protección de esta familia y obviamente no contará con los beneficios de la misma, tienes una semana para partir o cambiaré de opinión -Amenazó el cuñado mientras salía conjunto Alfredo que había optado por ignorar el asunto de la pistola porque ese no era un problema
-Gracias -dijo Lilibeth a Cipriano tan pronto la puerta se cerró -te debo la vida
-No te preocupes, no mentí sobre que no podía dejar que te hicieran daño -Cipriano la tranquilizo -¿Cómo se llamarán? -señalaron a ambos niños que estaban acostados en el pecho de su madre
-Creo que Martina y Alphonse -dijo Lilibeth viendo a sus dos hijos que eran sanos y hermosos aunque temía al rechazo público y las burlas que recibiría su hijo en el futuro -¿En serio no quiere casarse conmigo? -preguntó la mujer de repente
-No puedo casarme con usted
-Es una lástima, creo que después de lo que pasó lo amo -Cipriano se rio por el comentario, pero se sintió aliviado de que ella lo tomara bien
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