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Destino Inevitable

XLVI. Inexistente.

Aurore se desvistió y se bañó relajándose un poco, todos sus músculos se habían tensado por la horrible pesadilla que había tenido. Algo no la dejaba tranquila, no sabía con exactitud qué era pero después de haber pasado por ese mal sueño un sentimiento la abrumaba agobiándola sin permitirle tener los pensamientos claros, su cabeza y todo lo sucedido se mezclaba cada segundo que pasaba. Parecía estar en un bosque totalmente rodeado por árboles y lo único que su visión tenía a su alcance era niebla, una borrosa y nebulosa niebla que oscurecía su mente.

A pesar de haber tomado ese calmante y dormir las palabras de su mamá la perseguían hasta en sus sueños, la forma en la cual le decía el gran odio que le tenía estaba grabada en su cabeza y se reproducía como un disco rayado, el rencor y aborrecimiento con el que había hablado producía en ella un fuerte dolor en el pecho, queriendo saber qué fue el mal que ella causó para que su mamá la odiara, cuál es el motivo tras ese gran odio que le tiene, pregunta tras pregunta pasaba por su cabeza confundiéndola aun más. Preguntas sin respuestas ni explicación, sin embargo el dolor que emanaba en ella se hacía cada vez más insoportable. Salió al fin después de haberse bañado tranquilamente con una toalla enrollada a su cuerpo. Al salir Ámbar estaba sentada en frente de su tocador y se veía despampanante, su amiga tenía un poco más de caderas que ella, su cuerpo parecía el de una modelo. Vestía un conjunto de dos piezas de color beige brillante, un Top Crop de mangas largas y una falda de tubo. Un maquillaje ahumado cargado que combinaba a la perfección con su conjunto y alisó su cabello.

–Ámbar, te ves preciosa. Tan elegante y sofisticada. Te quedó estupenda la ropa.

–Y se te olvidó algo, mi reina. Sexy, eso es lo más importante en una mujer, verse sexy y empoderada ante los demás.

–¿Ese es tu lema? –Preguntó divertida.

Ámbar se puso de pie mirándola traviesa.

–Mi lema y el tuyo también esta noche.

–¿El mío?

–Ajá, el tuyo. Quiero que te olvides de tus problemas, al menos por unas horas. Estoy preocupada por ti, Aurore. No me gusta verte tan abatida y triste, así que esta noche quiero que dejes a parte todo eso que cargas allá adentro de ti, eso que ahora mismo no te deja respirar come debes.

–No sé si sea buena idea…

–Claro que lo será, de eso que no te quepa la menor duda. Esta noche será diferente en todos los sentidos, quiero que dejes de poner esas excusas, ¿está bien?

–Bueno….Y sigo sin entender a qué te refieres con esta noche.

–Nada, sólo quiero que te diviertas. Y que pares de pensar en todas esas ideas que rondan por tu cabeza sin parar, sé que no puedo borrarlas pero al menos pretendo hacerte dejarlas a un lado. ¿De acuerdo?

–Bien, lo intentaré.

–¿Promesa de que lo intentarás? –Levantó el meñique en espera de del suyo.

–Promesa. –Juntó su meñique con el de ella y dieron la vuelta a sus manos sin soltarse para darse un apretón de manos.

Rieron a la vez.

–Perfecto, ahora es tu turno. Ven, siéntate.

–Ámbar, yo creo que mejor no me maquillo.

–Amiga, ¿vas a seguir con las excusas? Te quiero sentada ahora mismo sin rechistar.

–Está bien, pero no algo muy cargado.

–Tu vestido quedará perfecto con el maquillaje que alaboraré, no te preocupes. Tú confía en mí.

–Siempre que oigo esa frase algo sale mal.

–No seas pesimista, siempre...Bueno la mayoría de veces sale bien. Tú sólo cierra los ojos y deja que con mi varita mágica haga de ti una princesa más bonita.

Pasaron al rededor de 20 min, el entusiasmo y felicidad con la que lo hacía causaba ganas de reír en Aurore.

–¡Listo! A ver, mírame. ¡Estás preciosa!

Aurore se volteó al espejo y se llevó una sorpresa al verse, había quedado perfecto, a pesar de ser un poco cargado se veía muy bonita. Labios rojo intenso mate, una sombra de color dorado brillante con un tono marrón en el arco ciliar y delineado griego.

–Te quedó muy bonito...Parezco otra persona.

–Bonito, no. Estás hermosa y no pareces otra persona sino que jamás te diste la oportunidad de maquillarte así porque te quedabas trabajando en vez de salir a disfrutar.

–Puede que tengas razón, nunca me he maquillado así.

–Estupendo, el cabello déjalo con tus ondas naturales, tienes una melena maravillosa. –Caminó hasta su cama con una amplia y traviesa sonrisa–. Ahora toca vestirte.copy right hot novel pub

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