Modo oscuro
Idioma arrow_icon

Destino Inevitable

XLIV. Secuestrador.

Aurore detuvo sus manos sobre la apertura de la caja, cuando el tomó sus muñecas.

–¿Qué sucede? –Preguntó con una mezcla de confusión y nerviosismo.

–¿Te acuerdas de lo que me prometiste? –Un brillo se reflejó en su mirada–. Me dijiste que da igual lo que pasara o llegaras a enterarte en el camino te mantendrías a mi lado. ¿Lo harás?

–Me estás asustando, Alessandro...–Su voz temblaba sin poder contenerla.

–Mi amor, escúchame. –Cerró los ojos un momento suspirando, ella pudo ver que su mandíbula se tensaba–. Puede que me tengas miedo después de esto, pero yo jamás te haría daño. –Aurore veía a través de él, sus ojos sinceros y transparentes podían ser leídos, y pudo admirar un profundo miedo en ellos.

–¿Tenerte miedo? Eso nunca pasaría.

–Aurore, no siempre fui el hombre que soy ahora. Antes yo...–Paró de hablar antes de seguir, llevó su mano a su cabello mientras resoplaba–. Era un monstruo. Me convirtieron en una persona incapaz de sentir nada, desde que tengo uso de razón mi vida ha consistido en sufrir y lamentar por lo que era o hacía, me obligaron a pensar, hacer y actuar de una forma repugnante e injusta desde que nací. Me transformaron en el ser humano que tanto odiaba, alguien al cual todos temían, me enseñaron a ser un asesino. –Una sonrisa ladeada llena de tristeza se reflejó en su rostro–. Mi primer juguete fue una pistola, y a la primera persona a la que me obligaron a matar fue a mi mejor amigo. –Aurore tapó su boca con su mano mientras las lágrimas caían por sus mejillas–. Mientras los otros niños jugaban y tenían una vida normal, yo aprendía a ser un hombre poderoso en el cuerpo de un crío, capaz de terminar con todo el mundo y debía darme igual si pisaba a alguien, mi opinión o pensamiento no tenía valor alguno. No me temblaba el pulso para terminar con la vida de alguien.

–¿Quién te obligó? –Hizo la pregunta sollozando.

–Mi padre, él me arrastró a aquel mundo lleno de malicia y devastación. Una basura que provocó en mí el mayor dolor, por su causa mataron a mi hermano, junto a su esposa. Delante mía terminaron con sus vidas, desde ese momento mi alma murió con Paolo y dejé de vivir. Después acabaron con mi madre de la peor forma. –Su voz se quebró y Aurore dio la vuelta a la mesa para tomar su rostro entre sus manos, estas fueron mojadas por las lágrimas que caían de sus tristes y afligidos ojos–. La violaron hasta matarla, amor mío. Y yo no pude hacer nada...

–No puedo imaginar todo lo que tuviste que pasar, mi vida. Eres la persona más fuerte y valiente que he conocido, te admiro y amo tanto...–Unió sus labios con los suyos en un tierno y cálido beso, Aurore sintió sus labios muy calientes y eso le extrañó mucho, se separó de él mirando que su frente estaba sudando un poco–. Amor, ¿te encuentras bien?

–Sí, lo estoy. No te preocupes, princesa. –Ella lo vió con detenimiento, su respiración era pesada–. Necesito que abras esa caja y te enteres de algo que será mejor sepas por mí.

–No me hace falta saber nada más, no necesito conocer al Alessandro Ferrari del pasado. Conozco al del presente, yo sé quién eres y eso es más que suficiente.

–Aurore, de verdad que necesito hacerte conocer una verdad...

–No, amor. –Tomó la caja metiéndola de nuevo en el armario, y caminó de nuevo hacia él para abrazarlo, sintió su cuerpo demasiado caliente, elevó la vista hacia él–. Alessandro, te siento mal.

–Tengo un poco de fiebre, pero no es nada.

–¿Fiebre? –Comprobó su temperatura tocando su rostro con el dorso de su mano, entreabrió sus labios en sorpresa–. Alessandro, estás ardiendo. ¿Cómo dices que no es nada?

–Ahora se me pasará, no tengo tiempo para esto. Ahora vendrá Francesco y necesito hablar con él.

–De acuerdo, hablarás con él cuando venga, pero mientras debes descansar.

–Aurore...

–Aurore nada, sino me haces caso empeorarás.

Él suspiró mirándola asintiendo.

–Está bien, pequeña testaruda...

Aurore lo tomó por la mano, pudo ver que había quedado muy tenso por la idea de no haber abierto aquella caja, pero no necesitaba saber más, ella amaba con todas sus fuerzas a ese hombre y ni el secreto más grande que pudiera existir del pasado podría romper su amor. Cerraron aquella puerta, para dirigirse de nuevo a la habitación, lo sentó en la cama, realmente se veía muy cansado aunque él pretendía ocultarlo.

–Amor, quítate la ropa. –Vió una sonrisa ladeada en su rostro, y no pudo evitar contagiarse–. ¿Qué? Es para que estés más cómodo.

–Ah, bueno...Te creo. –Dijo sonriendo ladeado, suspiró pesadamente cerrando los ojos por el dolor de cabeza, Aurore tomó su rostro entre sus manos preocupada.

–Alessandro, te veo muy mal...–Acarició su rostro notando que la temperatura aumentaba, llevó su rostro a su cuello para besarlo y comprobar lo que ya pensaba, también estaba sumamente caliente, notó su estrecimiento al hacerlo–. Será mejor que vayamos a un hospital.

–En la vida he pisado un hospital por una tontería como esta, princesa. –Observó aquel puchero de enojo en su rostro haciéndolo sonreír.copy right hot novel pub

Comentar / Informar problema del sitio